Ahora resulta
No me creo yo mismo en esto de la felicidad. Como topo de luz, ando en las cimeras cuevas oscuras donde yazgo impertinente. No sonrío más por si las dudas, ya ve, este café me quedó cargado, y hago gestos en el sorbo. Y supuro pestilente pus que yo mismo absorbo (sueños). A ver, esta agua acumulada se vierte y cae. A ver, este aire transita suave entre las hojas de los árboles y silva. Ya no me quejo de las espinas, como antes, cuando hacía discursos sobre el fin del mundo. Ahora inicio mis palabras con señoras y señores, y vago entre ideas que son reflejos del espejo que soy, transparente, me digo. No me creo, es cierto, pero intento al menos dar bienestar para sonrisa en forma de paleta. Hay canciones de amor que tarareo, y es justo el sonido que se cuela a tus oídos. Es domingo. Y leo que todo sigue igual en los afanes de una existencia sola, tan sola. Si no es pueril, queda sin sentido. Me doy una orden a mi mismo: a jugar, se ha dicho, señoras y señoras, mientras me subo a la rueda de la fortuna, luego al caballito.
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