Sábado
Amanece bien el sábado. Día de guardar. De encontrarle gusto al frescor, a las palabras que se guardan por si acaso. Tomo una sombrilla, lloverá. O sol. Y está por verse si el día dura más o se acaba antes con ganas de amanecer domingo. Tomo café. Y escribo aunque temo nadie lea lo que escribo. Es un decir. Escribo para mí mismo. Porque sé que nada justifica la existencia humana si no fuera por la palabra dicha o escrita, o pensada. Es sábado y es lo mismo fuera viernes o jueves. Las horas se deslizan simples. Como el sentir de árboles. O piedras.
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