Viernes

Viernes de lumbre, de estero, de llamas. Viernes de sombras, de recuerdos. Teatro único, espectacular. Día de elaborar discursos para nadie, nadie oye, nadie espera. Día donde se elucubran sueños vencidos o sueños irredentos. Día sin bandera, sin efectos especiales. Sin llamadas, sin marcar números equivocados. Sin que alguien diga mi nombre. Por eso el sábado o domingo serán otro día. Día de espera, de futuro, de estaciones. Domingo donde se escriben historias, legas, armadas con pedacitos de recuerdos. Este sábado mañana espero. No espero. Domingo amanecerá. Soy otro siempre. Mientras tanto. Y este dolor. Nada. Una espina es una espina. La brisa. ¿Dónde andará?

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