Instrucciones para mejorar el mundo


De entrada recordar el olor del café. Salir de la oficina. El horario normal. O de la casa, cuando ya la jubilación. Y previo darle ojeada al periódico o ver la noticia en televisión. Porque eso de llegar sin nada qué saber para decir nos deja mal. Y allí, acomodarse muelle en ese local para atender la plática rutinaria de ocasión y ver bien la gente que pasa acicalada o de prisa por allí. Pedir con voz engolada "americano, por favor". Y ya metidos en lo importante opine seguro. Cómo acabar con la guerra de El Líbano. Y fue limpia la elección. El que deberá ser el próximo Nobel. Ya se inventó  un nuevo condón. Y la capa de ozono. Y aunque rima, digamos las siete reglas para acabar con la corrupción. Y el clero, por Dios. Y esos niños. Es que son los maestros responsables de todo. La novela va muy bien, ya voy en la página 10. Y el portero se equivocó, por eso el gol. Yo tengo el ejemplo de. Y una vez sucedió. Aderezar la plática con un chistorrín, para alegrar. De Pepito ya no. Son buenos de la Merkel, de Obama y de Putin. Y en la despedida no olvidar decir: mañana le seguimos, pero avanzamos algo. Y al día siguiente: ¿ya sabes quién murió? 

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