Música

La música no son las palabras que a veces le acompañan. No siempre (en tu voz sí). Es tiempo, sonido, silencio. De niño, libre me recorrió la piel. Fue como un tapete mágico cuando yo cerraba los ojos. Y me llevó a conocer nubes, desiertos, manantiales, arboleda del bosque. Viene y va en las miradas y cartas. Se mete entre las manos que se estrechan y los abrazos. Se cuela en los autos y en los hoteles. Me la encontré en la escuela, en el templo, en velorios, en la cantina y en casas de cita. Nunca discrimina los barrios ni los suburbios de ciudad. Para alivio fue compañera fiel de los esclavos por las tardes en las barracas. Allí venía en lágrimas y nostalgia con percusión de mano en tronco hueco. Viene siempre bien, se le mira bien, a veces en zapatillas o descalza. La música. Con su encanto recorre el laberinto de nuestra sangre.

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