La muerte

La muerte tocó a mi puerta. Le abrí y con un guiño me sorprendió. Entrambos para amarrarnos no preguntó y me fui y se fue. Me hizo una señal de su volver para la otra. Ocasión supongo. Que no la espere, será de pronto. Tarde o temprano, señal ni nunca. Dijo, un día de estos. Y me quedé sonriendo, como admirando mi estupidez. Tocó mi puerta es un decir. Ahora vivo sin esperarla, porque la espera es un morir. Certeza es que es mi destino. A ciegas ir por el camino a punto de fallecer, en cada instante por los suspiros. La vida inútil me ha de seguir. Escribo. Escribo. Escribo.

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