Zoológico

Ayer entré a una caverna como zoológico. Desde la entrada el espejo me sepulta, a su manera. Este soy yo. Por allá la sarigüella, hablantina. Mas acá un saraguato, de la calle, serio y muy conspicuo. Y aquel, un artista de la moda. Mire usted el lobo de historias conocidas. Y la mosca en su guarida. La jirafa entre las nubes, narradora de historias baladíes. Y el león, como lo pintan, con su edad resplandeciente. La oruga en su edad de mayoría. La serpiente ahora vuela, qué casualidad. Y el puerco espín anda ya bien rasurado de la axila. El perro no ladra más. Que ni se diga. Ese gato de la entrada, haciendo trampa con los boletos. El elefante -por Dios- en esa silla, parece de utilería. Y el orangután reverbera en la mirada., le maravilla el  futuro. Y el hombre, acá de espectador, engañado, donde todos los demás lo miran.

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