Ejercicio

I.- Cuando lo expulsaron del paraíso  -especiales sábanas, humedad con risas- el soldado raso apodado El Mashaco, sin confesarse y lejana espiritualidad, hizo memoria. Una mañanita tropical  conoció con la mirada, el complemento en ruiseñor, con santo y seña de mirada en reciprocidad. Una clave para reconocerse más allá de la muerte. Era un día como todos, con el áspero calor del trópico, y entre tanta gente, la vio como si estuviera sola. Dónde vives, amas, a qué hora sacas a pasear los canes, este libro porque lo quiero mucho es tuyo ¿tendrás una flor o fotografía que me regales? Se dijeron tantas cosas con el lenguaje de los ciegos. Vislumbraron un hogar con chimenea, un árbol de fruto repetido en el oído. Y el susurro de los dioses. Ahora sí, es el momento de escribir una bella historia de amor.


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