Las palabras

Nada hay más que las palabras para hacer fluir con gozo el agua del río. Un bosque y en ellas la hojarasca. La luz solar en polvo de piedra se cuela por entre las ramas. Las palabras lúdicas o salvajes, para la guerra o la paz en el amor. Trascienden el tiempo, de oído en oído cabalgan. Y cuando quieren remontan el vuelo. La palabra amor eleva al rango constitucional lo verdaderamente humano. Porque allí va el conjunto de miradas y caricias, del abrazo aquel. Por eso me distraigo mucho en el afán de cazarlas. Por ejemplo bailar suena a nubes, a dicha, a encuentro. Lo sé de cierto. Lo sé. No sé tú. Se me olvidaba decir, las palabras escritas o pronunciadas, nuestras palabras.

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