Niño

¿Mi balero dónde está? ¿Y el caballito aquel de madera? ¿Y la adivinanza donde del rey preguntaban la panza?  ¿Y los cantos de Cri Cri? ¿Y la patineta o el patín del diablo? Niño, ya deje de preguntar. Por eso yo bien recuerdo, los colores infantiles, donde jugábamos al agua, en un entorno de tierra. Y hacíamos globitos, con las pompas de jabón. Y vacaciones fueron, a más no decir, aprendizaje en sudor. Y la mirada de la niña aquella de tan flaquita, que me regalaba dulces; y luego un perfume, cuando primero de secundaria. Nos alegraban las palabras en lectura de aventuras y poemas. Los malabares sonidos con cubetas de tam tam. Las imágenes de las rondas infantiles. El saltar con la cuerda.  Y las caricaturas en historietas, como esas de Memín. Y de vez en cuando el chocolate tibio. Tengo las manos de mamá, en este terco corazón, que no te olvida. Lo sabes tú.

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