Cenizas

Luego de la algarabía, carne asada con guacamole y música (es un decir), queda en el rincón el asador con las cenizas, adiós al fuego. Y sigue el karaoke. Y siguen las risas distorsionadas, por la embiaguez (que sugirió Rimbaud: embriágate: ... qué se yo, de poesía, de alcohol o de virtud)  muecas ya en el delirio, la madrugada. Han marchado todos, basura por doquier. Equipo de sonido de un lado u otro. Falta un micrófono y ese disco primero, recuerdas, de veinte canciones quemadas, del azar y donde quiera que estés. Y al vaciar el asador, y tirar las cenizas, se siente el calorcito del ayer. Y unas brasas chiquitas se ven. Unas brasas chiquitas. Por Dios.

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