Nada sabe, nada

Nada me sabe cuando tu ausencia. Ni las canciones de moda, o las series de televisión. Ni la caída de hojas, o el olor a pan. Nada me sabe. Ni el dinero en las manos, el mejor regalo o libro. Ni escribir un texto o leer. Ni las luces de neón, la rosa acrisolada o el pasto húmedo. Tampoco me sabe el chapuzón en el río de la infancia,  la oportunidad de viajar o las formas de las nubes. Ni mirar la luna. Ni las canciones de Silvio, Sabina o Aute. Ni atrapar al vuelo el poema mejor, ni la mejor nieve de limón, o el café con palabras de pan. Tampoco y menos el ron ni el tiramisú de limón con miradas. Nada, nada, nada, nada. (corrección)

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