Escucha a Debussy, sí, siempre
1.- Escribe. Lo más que puedas, de amores y desamores, encuentros,
desencuentros, de traiciones, indiferencias, olvidos, nostalgias. Pero escribe. Luego rompe todo e
inicia de nuevo. La vida es así.
2.- Lee. Lo más que puedas. Lee esas cartas de amor bien guardadas con listón
rosa y rómpelas y escribe otras y
rómpelas de nuevo. La imaginación se pone a prueba. Pero lee mucho. Lo más que
puedas. Incluye las miradas de todos. Los gestos. Las actitudes. Los gatos.
3.- Escucha a Debussy, sí, siempre. Te pone a descansar de
tanto y de todos. Te transporta a tu lugar original, que eres tú mismo, sin preocupaciones,
ni celos, ni enojos, ira o llanto.
4.- Sigue escuchando
a Debussy, aunque no tengas quién te lea, quien te escriba, quien te ofrezca
limones o toronjas. Zumo de limón en los ojos y lengua es bueno. Sigue
escuchando a Debussy.
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