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Mostrando entradas de junio, 2017

El libro de Emma

Palabras entre en el edén y el valle Antonio Solís Calvillo He afirmado que los mejores maestros son lectores. Porque se apropian del lenguaje y con este dominio pueden encantar a sus alumnos. Construyen con el lenguaje imágenes que no se les olvidan a los alumnos y van los alumnos construyendo su propio pensamiento, alentados por sus maestros lectores, entre charlas, diálogos, exposiciones y lecturas comentadas. Pero si estos maestros lectores son de los mejores, ahora imagínense a los que maestros leen por hábito, pero además escriben, redactan bien, y junto a ello, escriben literatura. Y buena literatura. Porque estos maestros saben escuchar y abrevan de la sabiduría popular. Han sabido escuchar las narraciones orales de los abuelos y padres. Y escriben su propia obra como producto de la imaginación, de la creatividad. Reflexiono todo esto ahora que me han invitado a presentar el libro de mi amiga y compañera del gremio magisterial Emma Cornejo Porras. Y lo hago con...

Que sea capaz de leer

Aí. De entender. Que seas capaz de leer. No solo de libros o lo escrito a mano. A leer aprendimos desde niños. Ese descifrar de signos. Lo importante es leer las condiciones y contradicciones. Él hambre y la sed de justicia. Que seas capaz de entender las miradas lánguidas. Y las esperanzas y desesperanzas. La luz de neón del Norte. La luz del sur abigarrada y resumida en luciérnaga. Que seas capaz de asomarte a ti mismo. Ese rostro cansino en el espejo. Ese rostro que desconoces La vid transita por los caminos. Las fauces del animal con rabia. Transita por la ira. La usura. Ese afán estupido por l ganancia. Que seas capaz de leer el amor, la belleza. La abuela hizo hoy tarta de manzana. Que seas capaz de leer. Si. Que incluye comprender la realidad. Y quitar l máscara a la mentira. Aunque de seda se vista.

Que seas capaz de escuchar

Que seas capaz de escuchar. La naturaleza tiene su lenguaje. La bóveda celeste lo mismo. Y en general todos tienen algo que decirte. De una manera u otra. Con distintos signos y símbolos. Y saber leer de todo en todos. Y en todas partes. El anhelo, los sueños, las esperanzas. A veces son palabras. A veces silencios. O ese correr de hormigas. O las hojas secas. Albricias, el amor las madrugadas. Albricias, el tempr por lo desconocido. Y el celo por perder las posesiones. Por ejemplo, las palabras  no se poseen. No son posesiones los seres vivos. Todo es un libre juego de relaciones. He vivido. Y muero. Me place la platica con los amigos. Escucha. Todo objeto, color o forma, tienen algo que decirte. Todo ser vivo. Todo ser humano tiene un decirte. El amor es algo bello. El instante. La gota de agua o vino.

Que seas capaz de enamorarte

Que seas capaz de enamorarte. De vislumbrar futuro. De vincular puntos separados. De sonreír con razones suficientes. De mirarte al espejo. Y sentirte feliz  de identificarte. De reconocerte. Efímero y dichoso. De abrazar el árbol. De sembrar semillas. De adorar el mar. La barca. La caracola. Que seas capaz de valorar lo pequeño en la exacta dimensión. Capaz de levantarte enamorado para iniciar tod de nuevo. Ama al pez y a Dios.

Que seas capaz de mirar

Que seas capaz de mirar lo que no se ve. Lo evidente es sencillo. Lo que está de este lado de la nariz. Pero asomarse más allá. Lo que está detrás de la pared. Las palabras que no se dicen. Lo que no se escribe. Capaz de mirar el alma de las cosas. Y la rosa de las almas. En ese mirada de frente. En ese sonreír sin recato. Que seas capaz de escudriñar los vericuetos. De las relaciones. De las emociones. Y seguir en el camino. A pesar de los disparos de ira de los otros. A pesar de la ambición desmedida por el oro. Ese afán de tener hasta más allá del horizonte. Mirar constante. Contrario a la ceguera moral. Esa construcción de indiferencias mutuas, recíprocas y generales. Que seas capaz de mirar en las miradas de lo que falta, de lo que se adolece, Y llevar el grano propio de arena a la construcción del paraíso aquí en la tierra. Que seas capaz de mirarte al espejo. Y entonces sí te reconozcas. E inicies cambios.

Que seas capaz de asombrarte

Que seas capaz de asombrarte. Como antes. Que permanezca esa actitud. Las luces lejanas. La luna. La gota de rocío. No cuestan. Y tienen el valor de darle sentido a lo humano. Caminan en hileras las hormigas. Resalta en la oscuridad la luz móvil de las luciérnagas. Que seas capaz de asombrarte. Ríe un niño. Ríe un anciano. Las palabras se pronuncian con asombro. En la curiosidad. En la búsqueda. El asombro te hace distinto. Te hace mejor. Diáfano. Solamente eso.

Oh, melancolía

No viene la melancolía. Y la espero ahora que anuncian lluvias de moderadas a fuertes. La espero sin saber para qué aunque nombre la dicha. Mientras tanto el sol tímido se asoma. Miro de reojo un libro. Y miro también mi reloj detenido. A veces me da por mandar cartas al mar rojo o muerto. Sin fecha ni destinatario. Solo como ejercicio fugaz del pensamiento. Control remoto que no funciona. Y espero que llegue la melancolía. Ese no saber tristeza en fado. Ni reconocer que es inútil la espera. Vamos a hablar. Me invita el espejo. Para reconocernos. Explica.

Yo te nombro

Yo te nombro sin nombre alguno. Como el amplio universo. Como el total viento en todas partes. Un nombre que puede ser cualquiera. En todas partes. En todo momento. El templo es el lugar preciso. Es el del destello de luz y palabras. Resplandeciente. Un tu nombre sin palabras. Porque el templo no necesita nombre aunque lo tenga. Es el lugar de comunión exacta de lo que somos. Origen y destino. Mar como habitat y selva. Afluente de río. Es prosperidad en dicha. Fuente de sonrisas. Pan para hambre. Humedad para la sed.

Yo te espero

Yo te espero mañana, ayer. De día o de noche. Con luces o sombras. La tarde se va de todas maneras. El tiempo es preciso como trituradora. Ese afán de juramentos eternos es ridículo. Y baladí la palabra que se dice como pacto.  En cualquier punto del paraíso o la tierra. Al fin y al cabo es lo mismo. El reloj se detiene por la pila. El corazón porque dice basta. Tantos juegos. Tantas despedidas. Y los resultados son los mismos. Yo te espero mañana, ayer. La carroza sigue su marcha, lenta, hacia el cementerio. Los amigos y familiares. Por eso to te espero. Sé que vendrás. La memoria hace su parte en el olvido. Aún así, yo te espero.

Del templo

Cuando hablo del templo. Refiero a la casa única que tenemos. Por la que existimos. Y donde somos los dioses nosotros mismos. Menos sí, del Dios de todos. Mucho menos, lo aclaro. Mas el templo es el que habitamos terrenal. A donde nos dirigimos cuando vamos y a donde llegamos siempre. Porque es la terrenalidad del alma. Es donde alienta el suspiro. Y a donde los sueños aterrizan. Aterciopelado el alma, habita el templo. Y es a donde acudo cada vez que tengo visiones de alegría. Preciso ese templo que miro. Grandioso y perfecto. Donde las terminales se enlazan para soltar la risa. El roce pedernal del fuego cuando la caverna. Preciso el templo. Y oro. De orar. Para habitarlo cada vez que se nostalgia el futuro. Y el presente es este. Templo donde estalla el universo nuestro. El instante pleno. Santifico el templo. Pensamiento de las cien mil imágenes por segundo.

De paso

De paso. Aquí y en todas partes por  breve tiempo. En este girar de casualidades. Tiempo felón e insaciable  que nos transmuta. En otra ciencia sin conciencia. De paso en la calle, las posesiones. Una bala perdida y oveja negra. De paso entre la luz de tu mirada. Y de paso entre la miel de tus labios. De paso en los templos. De ese Dios carnal que nos antecede y sucede. Hoy es un buen día. Y sin embargo vamos de paso. Con cartas marcadas . Con cartas al aire.

Llueve

Llueve. El techo de zinc borbotonea para ver si el olvido de aparece con rostro de recuerdos. O los oficios unidos. Oye. Me falta material de vida. Solo que no me acuerdo. Si respiramos alguna vez juntos. Y es una manera para hacer los entornos necesarios. Llueve. No es fácil hacer.. Si la circunstancia determina. Aquí si hay. La circunstancia apremia. A recorrer la memoria. En tramos cada vez más precisos.

Qué harás mañana

Qué harás mañana. Cuando  la tarde sea ya avanzada. La noche se avisar rotunda. Canta un búho. Luciérnagas, si. Mañana cuando ya no sean las mismas canciones. Mañana cuando haya otros libros, otros espejos. Mañana ya no estaremos. La fruta verdeció. Maduró. Y ya no está. El tiempo ha sido un referente. Metáfora e imagen.  Ojo que mira la luz. Y sin efecto nada sabe de datos referenciales.

Apenas ayer escuché

Apenas ayer escuché testimonios sobre la música y la vocación. Apenas ayer. Jassón de Costa Rica, desahuciado, ha logrado vivir más años (tiene 34) de los meses más que le diagnosticó el médico a los 14. Gracias a la música. Porque respira música y se alimenta con las notas del piano.  "Que me encuentra la muerte caminando", dijo en referencia a sus viajes nternacionales, y a su rechazo a que lo consideren enfermo. Y de muchachos que por años desde niños están con las maestras Samodaeva en la escuela que tienen en la colonia López Mateos. Se requiere amor, entusiasmo y disciplina. Y la exposición de experiencia de vida. Tanto a quienes optaron por la música como profesión de vida, como quienes hemos escuchado música desde la cuna gracias a nuestras madres o abuelas, con los precisamente cantos de cuna.

Dimos cuerda a las palabras

Dimos cuerda a las palabras. Para que se motivaran y anduvieran al vuelo. Siempre alegres, cantarinas, risueñas. Y dio resultado. Aún en los momentos de caídas. Aún cuando las derrotas se anunciaban como seguras. Las palabras nunca fueron lastimeras o en congoja. Aún en esas circunstancias sacaron lo mejor de sí. Y de metáfora en metáfora cabalgaban en señal de vida. Las palabras han estado aquí conmigo. Aún en los silencios. Aún cuando nada había que decir entre el adiós y el hasta luego. Las palabras estaban allí como sombras vivas. A la espera de mejores momentos. Una canción por ejemplo entre el dolor de cantar y lo prohibido. Y el pájaro hacía piruetas en el aire con su canto. Podéis quitarme todo. Absolutamente. Mas que me queden las palabras.

En todo caso

En todo caso, sigamos caminando. La vida continúa. Nada cuesta lo vital. Lo secundario lo vamos asegurando de manera tranquila. La hoja de papel pesa poco. Y el pesar escrito no es su destino. Epopeyas de las cosas pequeñas es posible. Solo si el valor sigue de relativo. No el oro. Generaciones anteriores discutieron y alabaron. Las críticas fueron puntuales y a su tiempo. El tiempo presente no es de otro modo. Incluyendo los versos en Cambalache. Si la vida. Si el venero. Si la luz de las estrellas o la luna. De la vida y muerte es el pan de cada día. En todo caso miremos la semilla. Con calor y humedad brota a un nuevo estado. Y sigue su ruta lenta y sin pausa. Esa imagen de templo con el polvo futuro, de vida en pasado. Y el temblor interno. Estirpe de lo que somos. La pequeñez en el universo. La razón de existencia. Los conceptos. En todo caso seguir. Hasta un último momento.

Corazón

Humilde corazón que te desbocas. Por una rosa diligente ante ti que se presenta. Como un rayo plácido que ilumina la noche. En esa oscuridad presente cual luciérnaga. El corazón se encuentra en una urna egipcia  para la espera de mejores tiempos.

Para entonces

Entonces era cierto. El silencio sea un momento mientras las palabras duermen. Y en sus sueños aparecen más palabras. Sobre todo las de amor y ternura. Para entonces habremos recorrido aguas. Y con recomendaciones no atendidas habremos llegado a las Itacas. Donde nada hay más que esteros. Hierbas chaparras. Y el trabajo paciente de las hormigas. Para entonce ya no estaremos. Viejos amarrados a un árbol seco. Sin espera de fruto o reverdecer de hojas. A mar de recuerdos de todas las islas que definen mi destino.

Verano

El sol lo trajimos cargado a la espalda. Y recorrimos playas con cangrejos azules. Yo traía un retratito en la cartera. Y el ancho mar azul lo percibí grande. Llegó el verano para recordarnos. Aquellos amores idus con el marzo. Canciones repetidas que nada significan. Y que fueron parte de la educación sentimental. Recuerdos borrados. cartas y recados con palabras de amor. Y pétalos secos en el capítulo de azul en Portugal. El sol cantaba para nosotros. Canciones de bohemia, Y baladas de noches solitarias y tristes. Escucho el banjo. Seguro que corrieron a su compra. Y es la nostalgia por lo que ya no pudo ser.

Me he dado cuenta

Me he dado cuenta que la amistad es buena como una semilla. El amor como otra semilla. Los libros por ejemplo nos enseñan hasta sin leerlo que algo dicen, que alguien dijo. Y que quiso hacer lo mejor de sí mismo. La salud es primero. Las prisas agitan. Un muro es bueno para saber que hay algo detrás. Que no puedes ver, pero sí imaginar. Me he dado cuenta que la vida es única. Que el mar no se traga de un buche, ni de cinco. Que hay que disfrutar todo. Menos los pinchazos de la aguja, A menos que conduzca nutrientes o calmantes. Un buen poema es bueno.  O mas bien no hay ni bueno ni malos. La poesía lo es. Y basta. Cruz de olvido. La música es manantial de vida. El arte en general. Me he dado cuenta de un lunar en la boca. Pastel sin mosca, como que no. Si algo inútil se ha creado, la mosca estuvo cerca de ello. me he dado cuenta de que existo. De que miento, dice Silvio. Tengo un café que saboreo. Gracias por el café.

La circunstancia

La circunstancia de modo y tiempo hace la diferencia. Bajo un árbol. En la oscuridad. Mirando la luna. Luego moverse en la distancia. Los hechos se suceden vertiginosos. Sin dar cabida a tortuosas reflexiones filosóficas. Modo. Así, de esta manera. Tiempo. Este momento. Ahora. Circunstancia. Entre un dato y otro. Las cinco de la tarde. El ocaso. Entre la alegría por el momento. Y los pasos dados en sentido contrario. El polvo es la historia de los buenos días. Y los recuerdos de los nombres, mail y número telefónico anotados en una servilleta del Lubys café.

Me miró

Es cierto. Me miró. Nos miramos. Y fija y sostenida la mirada. Me preguntó. De veras me has olvidado? No sabía su nombre. No lo recordaba. Hice un ejercicio por abecedario. Que alguna letra me recordara. Imposible. Imágenes difuminadas. La primavera se ha marchado. El grano de arroz desapareció. Los pactos. Dijo. En retirada. Algo así. Patos no creo que haya dicho. Te haces pato. Los pactos quizá refería a esas promesas que se hacen al calor del infierno.

Me dijo adiòs

Me dijo adiós cien mil veces. Reíamos en la seguridad de "el que mucho se despide no tiene ganas de irse". Yo a cada adiós le respondía bienvenida. Y así estuvimos por varias efímeras eternidades. Entre sueños e insomnios. Adiós era una palabra simple cargada de alteridades. Bienvenida era la gracia de encontrarse. Y saber que caminar juntos es una manera de vivir la vida. Traíamos en la mochila algunos libros, dulces de barrilito y una pluma fuente para hacer llover palabras azules. El adiós fue definitivo. Y yo me quedé balbuceando en sueños la palabra bienvenida. Leo una novela de amor. Creo en la literatura. El calor que recorre el cuerpo y las humedades en tardes lluviosas. Tomo un café a sorbos. Como la vida misma.

Adiós domingo

Adiós domingo, te despido, aunque sé que volverás. Con tu carga de emociones. Hoy me diste sonrisas y abrazos. Y juegos con colores. Un calor bueno con humedad. Y la certeza de que andamos bien en el asunto de palabras y lecturas. Adiós domingo. Me quedo contento. Un buen día de razones. Y sabores de mango y melocotón. Una nieve me invitaron. Y un mar de sonrisas. Sé que volverás dicharachero. Desde ya te espero. Aunque sé bien que cada día trae su tormento. Y la dicha de vivirla. Cuando digo tormento es la emoción de vivir a plenitud. Un tormento es el fuego del amar y la amistad. Se sufre y goza. Esta vida discreta. Que no te anuncia lo que vendrá. Adiós domingo. Sé que volverás. El libro sobre el espejo bien bien. Y la ruta de seda. Recordando a Espronceda. Y al Hidalgo valiente.

La primera felicitación

Estaba yo en tercero de secundaria. Y una chica guapa de mi grupo de nombre Fátima me dijo: ¡felicidades!. Era Día del padre. Fue mi primera felicitación. Nunca le pregunté por qué.

Padres

Lo que hemos hecho. Lo que no hicimos. Velamen para la vida. Mi padre siguió una rutina. Que aprendí con creces. Y él a la vez la aprendió de sus padres. Y ellos a la vez de los suyos. Y así. De generación en generación encabalgados en el potro del viento y del tiempo. Entre alabanzas por el miedo. Y las canciones rancheras por bohemia. Y a seguir el camino entrecerrando los ojos por la nostalgia. Viene por el camino un arriero. Y se va en despedida. Y vienen otros. El  camino de la vida nunca está solo hasta ahora. Y sean buenos hijos. Reiterado el consejo. Y aprendieron de nosotros. A ser como son. Orgullosos y soberbios en la juventud. Y las piedras del camino. Y las recibidas. Solo para templar el acero del espíritu. Y la carne en polvo del pasado hace oraciones. Para encontrar la aguja en el pajar del cielo. Mi padre fue un hombre bueno. Sé que todos los padres lo fueron, lo son, o casi. Mi padre fue un hombre sencillo. Sí, todos lo son. Mi padre fue un hombre honrado. Que me ...
No desesperes en la oscuridad. Las luciérnagas llegan cuando menos te lo esperas. Invidente. Sonríe también. Las palabras son migas de pan sonoras dejadas por los pájaros para volver.. Cada momento se ama. Porque es la precisa vida. Higos maduros. Invidente dos canta. Angelical la voz. Canciones del alma. No desesperes. Fluyen las palabras cargadas de futuro.
A distancia platicábamos vía Watsap. Coincidíamos en los recuerdos. Nostalgia por la vida y la muerte. Señales de humo, carnal. Describiendo la circunstancia. Yo estaba donde el ruido. En el Cabanna. Jóvenes sonrientes. Animosos en sus platicas. Futbol y luego box en las pantallas. Lleno el local de ruido y personas. La música era una repetición de tres notas. Cuando mucho. Luces. Rostros de jóvenes también a la espera de un espacio para pasar la temporada en el infierno. Yo me concentraba en la próxima película. El libro casi terminado. Y el texto por escribir. Recordaba los fracasos generales. Y veía los rostros de cutis bien cuidado. Ropa casual. Y vislumbré fracaso generacional. Es un decir. Daba cuenta de notas anteriores. Mar revuelto. Viento. Ética y estética. Y tú, carnal, en esa tranquilidad de la noche. Sin ruidos. Solo conectados por un hilo de palabras. Afuera las luces. Y la luna escondida en algún cajón del ropero.

Ezra Pound

¿Y qué poeta te gusta más? Me gusta la poesía. Los nombres de poetas es lo de menos. Así respondí. Pero sí tuve la tentación de decir un nombre. O cinco. Pound, Ezra Pound. Por ejemplo.

Esos momentos de la historia

Esos momentos de la historia. Donde nada importa el tiempo ni los sucesos del poder y las guerras. Imperios han caído por pasiones. Nada importa cuando dos almas se encuentran. Solitarias. Sumisas o rebeldes. Encarna el alma. Encanta. Y vienen los recuerdos. Los paseos bajo los cipreses. El lago. Añoranzas. Nada importa de la historia. La muralla de China. La caída del imperio. El periodo de oro de los incas. Datos de la generación del 27. Un hombre y una mujer. Es el caso. Se encuentran. Porque se soñaron. Y cambian rutina por palabras. Se guardan en un cofre las palabras. Hablan las miradas. Traducción universal.

Un flor para ti

Ella canta afuera de Parisina con una voz a lo Dúrcal. A lo Dulce. Frente a la catedral. Su voz se escucha a la distancia por el amplificador. Cruzó la avenida. Y me acerco. Ella es ciega. Su voz dulce se cuela entre los corazones y miradas. Se le acerca un vendedor de flores. Y le regala una rosa. Ella sigue cantando. Como pájaro en libertad. Atada ella a la oscuridad. Sonríe en su canto de luz. Luciérnaga. . Y huele la rosa. Ríe. Un ángel canta afuera de Parisina. La escucho. La escuchamos. El hombre de la flor se aleja. Ella sigue deleitando con su voz de luz clara, nítida. pregunté su nombre. Ángela. Me dijeron.

Tiempo

Perdón Leduc. Con tu sabia virtud que no cuadra el infinito. Es una gota de rocío el tiempo. Que no se seca ni la gravedad la vence. Suspendida en el universo majestuoso. Donde mora un Dios que no conozco. Ajedrez el tiempo. Infinito veloz que no demora y anda en todas partes. A saltos de Reyna o de caballo. Quien. Donde. Las preguntas de siempre. Un Dios que no se toca ni se nombra. Síntesis de los cuatro elementos agua tierra luz fuego.. El tiempo es un bostezo de Dios acaso. Una risotada suave. Mar por donde veleros vivos naufragan. El tiempo es la flor inmaterial que llevamos en el rostro como si fuera en la solapa. Belleza Integra es el tiempo. Donde suena de soundtrack la mandolina que mi corazón habita. Noble. Y perezoso.

Enroque

Enroque y en roca. Cambiamos de lugar por estrategia. Al final cuenta el resultado. Donde la reina y rey hicieron su jugada. Y torre o reina. O torre con rey. Para acometer o defenderse. De acometidas bárbaras del tiempo. Y de la indiferencia. Para ello caminamos entre el polvo. Y recordamos el basta y la invitación para el reinicio. Caen las hojas. Renace.

Escribo y borro

Escribo y borro. Es el ejercicio permanente que realizo. Y me queda la sensación de haber borrado lo mejor y equivocado he dejado lo que debió borrarse. Acaso comentó de un sueño. Y me detengo o cruzo la frontera de lo real. Y vuelvo el destino como desatino. Y borro. Dudo. Mientras el borrador realiza una función de alivio. Al fin no se sabe lo que he borrado. Y dejó parte de los anhelos como sueños. La vida da un giro y me regresa a la infancia. Y salto como viejo saludable. Guiño un ojo a la luna o a la lluvia. Y me entretengo cantando mientras suena el piano. Abril en Portugal que ya estamos en junio. He borrado. He vivido. A dos de tres caídas. Y aquí seguimos.

Claro que podemos

Claro que podemos. La edad no es una barrera. Acaso por las reumas y el ungento. Por los tantos resquemores del ensueño detenido. Podemos alcanzar la cima si empezamos por el interior de uno mismo. Alcanzar por ejemplo la luz de las estrellas, Si la mirada es atenta al escudriño del rededor. Podemos hacer crecer la semilla de valores. Los buenos deseos. Los cantos de alabanza. Por la buena cosecha del hombre. La certeza del poder. No de unos contra otros o el dominio pleno de las cosas. Sino la armonía interna con el exterior. El perro aúlla a la luna. Ladra al paso del hombre erguido y con vergüenza. Claro que podemos. Ven o irnos. regresar. La muerte no es impedimento. Es apenas el renacer de la hoja nueva. De la nueva vida.

También

Tambien por si las dudas sueño. Dormir se n vislumbrar sueños es tiempo perdido. Soñar es construir imágenes del futuro. O beatificar el pasado. Por eso es que río enormidades. Aún en los tiempos de odio e ira. Sonrió para desterrar o neutralizar  mezquinos. Opio del odio. También por si las dudas escribo. Lento o rápido. Lo importante es lo que queda. Neón o cenizas. Luciérnagas apagadas. Luciérnagas luminosas. El silencio es rostro de La Paz. Aquí andamos también. Nunca banderillas al toro. Las palabras es aire. Viento. Pétalos. La vida también es reto para contrarrestar la tristeza. También es bella. Y sigue. Festiva.

Pan de domingo

Con un café se antoja el pan de domingo. De mañanita bullanguera. Codornices al vuelo y colibríes. Sonido de chicharras y la humedad que se levanta. Un pan azucarado como este corazón que los domingos se engalana de fiesta.  Y hace puré con la salsa de palabras. La Paloma mensajera lleva el mensaje. Mientras admira el paisaje. De lomas pintadas de verde como al naturale. Se antoja el pan con café. Pero no tenemos pan. Así que te pido me acompañes t vayamos por el pan.

Si definieras

No se agotan las palabras. Aparece por ejemplo luciérnaga. Resorte de las cuerdas vocales. Pájaro carpintero. Mi corazón. Y te extraño. Maneras de definir momentos, como la vida misma. Repaso lo de ayer. Busco datos para definir mi mañana. Y me encuentro con una página en blanco y una espada de Damocles que pende atenta. Susurro una vieja melodía. Que articule la nostalgia. Y vienen en cascada los recuerdos del frío, los besos, la guitarra. No se agotan. No. Las palabras. A veces vienen lentas. O se guardan para mejores ocasiones. Y vienen desgarradas, descalzas. O vienen caminando como en pasarela. Y yo las disfruto. Como disfruto las peras del olmo. Que me siento cansado de este mismo sabor.

Olvido

El olvido viene disfrazado de recuerdos. No aparece registrado un nombre. La espada viene bien. En defensa de los actos. El olvido es una esperanza. De alejar el sufrimiento. Somos parte de la misma historia. Repeticiones de rostros y corazones.

Con el corazón y en esta distancia

Con el corazón y en esta distancia. Terrenal y abrupta. Distancia del tiempo y de las cosas. Esas que percibimos cercanas y lejanas. Te quiero. No es mucho o poco. Son definiciones. La música, por ejemplo. O el vuelo y canto del pájaro.

No sé qué sucede

Realmente no sé. No sé qué sucede. Cuando duermo te sueño. Como realidad. Los mirlos al vuelo. Cerradura sin llave. Y despierto a otro sueño donde no suspiras. Laberinto de las cosas. Me duermo para soñarte. Y hago trampa. Porque te sueño a plenitud.

Autorretrato

Miro mi nombre en el acta. Antonio. 1959. En un lugar del cosmos arábigo, frontera norte. Parras por sobre. Y calor. Mas higos. Ya paso los cincuenta. Quiero decir que ando de despedida en despedida. Galardonado franco. Suspiros. Un acta vieja y tres retratos infantiles. Algún diploma por bien portado. Y cancioneros a la espera.

Y si de tarde en tarde

Y si de tarde en tarde hemos de encontrarnos. No encuentro la razón para no jalar la tarde a la noche. Humedad celeste precipito. Y ecnotrarnos es escuchar en miradas el canto del ruiseñor. Interpretad la calma de la tarde. Florecen los laureles, Leonor, de la India. Tú me entiendes.

La noche

La noche cruza como barco el tiempo. Repetido en su movimiento circular. Perpetuo tiempo engarzador de momentos. De movimientos. Come guayaba, come. Martirio es ausencia de ojos. La noche, soul. Espejos en penumbras de lo que no existe. De mi mano, come ahora. Guayaba, sí. Frisium 10. No hay pesares, dijo circunspecto. Nadie ha dejado huellas de camino en el corazón. Fantasmas que vuelven. En un watsap perdidos en la lluviosa nube.

Gracias

Gracias por las palabras. El hecho cotidiano de los conceptos. Y saber de qué estamos hechos, a dónde nos dirigimos.

A la espera

A la espera consciente de uno mismo. Como la sombra se queda atrás y persiste. A que llegue el momento único, indivisible. El punto final resuelto en criptogramas. Revistas donde se registraron hechos, cuentos, logos. A la espera de que nos den instrucciones precisas para la vida. Para orientarnos en la luz o la penumbra. Plano de salida. Laberinto resuelto. A la espera de la felicidad, el amor, la fortuna. Mientras la vida se desliza de subida o en pendiente. La prisa ocupa tiempos. Lo mismo que los rezos ante la pared. A la espera que aparezca la llave. El zapato perdido. El libro aquel que aún no hemos leído. O que leímos y dimos prestado. Porque tiene unos datos que anotamos. La dirección el e mail. El teléfono. A la espera de ti, de nadie.

Me han dicho

Me han dicho, me dijeron. Cuentos de todo tipo. Entre ficción y realidad. Desde la tierna infancia. La briosa juventud. Y a esta edad continúan con cuentos. Humedad. Bruma. Belleza. Y camino esperanzado siguiendo un crepúsculo. Muevo a las palabras. Salto y brinco contra la gravedad de las rosas. Belleza. Me han dicho. Me dijeron. Tantos razonamientos. Filosofías de las cuatro esquinas como puntos de vista razonados. Lógica inefable. Metáforas del pensamiento.

Despertar

En este despertar rotundo de miércoles. Miro la sombra en retirada y creo ya ver en esta hora la luz iridiscente. Nobles discursos de flor y luz para la vida. Hago mis anotaciones. Truenos de madrugada. Lluvia. Y recorro los pasajes de mi sueño nocturno. Estrecheces entre muro y muro. Salvaje cuchillada. Mas una imagen salva todo: la claridad de un rostro, la desnudez del alma. La mirada en azoro se encuentra con la mirada con ansia. En el sueño que desaparece de pronto. Y empezamos el día en esta hora precisa. Despertar de un sueño dichoso es conciencia plena de que la vida es un sueño. Y uno quiere volver a ese instante preciso previo al despertar rotundo.

Tierra nuestra

De piel y andanzas es la tierra nuestra. Se pronuncian palabras en alto o bajo. Y la música acompaña para un ritmo a veces suave, a veces lánguido o frenético. La tierra nuestra abre sus extensos campos. Para la vida y la vista. Manzanas y todo furto en la huerta. Vid. Y los sueños se acomodan a los tiempos. Los nuevos tiempos siempre en un presente que se aleja. La tierra nuestra nos acoge segura de sí. Somos polvo que nos compacta el agua. Para continuar en este devenir. Donde el lastre son las pesadillas. Y sueños las poderosas alas. Tierra nuestra- Conceptos. Materia. Élitros. Tratados inmensos de filosofía. Para entretener los tejidos del pensamiento. Metáforas con lógica determinada. Tierra nuestra. La casa donde ya no estamos en esta perenne despedida.

Anónimos 3

Anónimos tú y yo. Ustedes y nosotros. Medianoche. Y jazz. Esos nombres que no se nombran. Ni en el recuerdo. Queda la música. Y la nostalgia del dolor por la vida. Cada nombre es una historia que a nadie importa. No te escondas en la solapa. Ni entre las páginas de los ajados libros. Nadie nos nombre- O si acaso solo para justificar los días. Anónimos los desvelados. Los noctámbulos. Los músicos a la sombra. Las prostitutas que nadie preguntó sus nombres. Y que el recuerdo no tiene cabida. Palpitar del corazón. Un tiempo, Parte de los aplausos. Y de otro modo anónimos buscamos en que aferrarnos. A veces un hijo, un libro, o un amor para siempre.

Anónimos 2

Bajo o sobre tierra. Lo nombres apenas son señales para diferenciar. Los anónimos son tantos, sin fuerza, sin conciencia. Lamentos y quejas. Sentados en bancas de parque o iglesia. Como testigos en los grandes espectáculos con boleto pagado en plazos. Los anónimos sonríen de vez en cuando. Y se sienten seguros en ese limbo generacional. Tienen su tarjeta de crédito. Tienen registrada su pupila en los bancos de datos. Y se enamoran anónimos. Y desenamoran. A veces realizan actos inconcientes y aparecen en los diarios. En cualquiera de sus secciones. Son los que forman los clubes de fans. Y firman cartas de protesta desde el procesador.

Anónimos

A su paso no dejaron huella. Ni rastros de su paso. Escondidos tras paredes. O en esquinas. En la penumbra. Ignorados por todos. Y hasta de sí mismos. Ignorados por los hijos. Ignorantes de padres y abuelos. Con el complejo laberinto de no ser. Con la cabeza baja. Agachados. Por una parte. Y soberbios en sus andanzas por llegar a la cúspide. Nombrando a Dios en vano. Desterrados de las buenas costumbres y las buenas palabras. Púlpito, curul, banquillo de escuela o de los acusados. O viejos castillos feudales. Sin diferencia alguna. Cópula. Y motivaciones de estómago. La vida se fue como una nube. Anónimos del mundo. De la fragua y la mina. De los pasillos oscuros del cabaret. Los baños públicos. Con nombres y apellidos en acta. Con fecha de nacimiento y muerte. Por generaciones y generaciones. Deseosos de soñar en viajes. Lujosos yates. La lotería nacional. Yo los nombro y rescato del anonimato. Mientras se pueda y en esperanza. Que mi nombre forme parte de todos ustedes. Dibujos difum...

Consejos

Que lea cosas importantes. Me dicen. Sobretodo proverbios donde está toda la enseñanza del mundo. Guardo silencio. Como un dulce mango. Y luego me sirvo un café y lo tomo a sorbos. Me asomo por la ventana. Y el sol aparece y se agradece. Que no lea filosofía ni poemas. Pierdes el tiempo. Lee sobre negocios. O cómo hacerte rico de manera rápida. O lenta. Miro el reloj que uso estos días. El reloj legado de mi padre. Un acta: ha muerto de muerte natural. Un acto: cae un rayo y los relámpagos de la vida en el norte son simultáneos. Suena la campana de la iglesia llamando a misa. Que lea el "único libro que vale la pena leer". Imagino Cien años de soledad. La Biblia. o Cantos de Ezra Pound. Todo Whitman puede ser. Lo poético majestuoso. También Vallejo. Elije la mejor opción. Es domingo. Se anuncian lluvias. Haremos la misma salsa de siempre. Al vacío los buenos consejos manejado con modales respetuosos. Para gritar del libre albedrío. Haremos caso en el otro mundo. Cuando regres...

Tomo café al mediodía

Sábado. Día gris con presagio de luminosa lluvia. Recuerdos como película de pasado distante. Y el camino a la espera. Un café termina por despertarme. Y mueve el resorte del recuerdo. Al tiempo la distancia como frontera de lo vivido. Y los recuerdos apasentados desfilan como huellas del tránsito en los distintos amaneceres. Este sábado anuncia lluvia. Y se espera como esos días que llueve sobre mojado. Avanzamos en lo propio. En esa risa que se guarda a veces para mejores ocasiones. Y sin embargo aparece cuando menos se le espera. La dicha es una semilla que tratamos de sembrarla en tierra ajena. Y esperamos ser felices. Y tarde nos damos cuenta que nosotros mismos somos esa tierra. Mientras esta tarde leeré el libro El extraño y verídico triunfo de los locos. De W. Lafayette.

Reloj

Recuerdo bien el "reloj no marques las horas..." No hace caso el reloj en el clamor. Sigue marcando igual. Impasible y monótono. Me pongo de vez en cuando el reloj de papá. Y siendo lo mismo en su movimiento como cualquier otro, lo percibo distinto. Su segundero sigue impasible. Se ve. Minutero y horario lo mismo, solo que en sus propios tiempos para el movimiento. Que a vista de instante no se nota. Percibo el paso distinto cuando uso el reloj de papá. Siendo lo mismo no es igual. Y no me refiero a lo lento a rápido. Solo que con él en mi muñeca lo percibo distinto. Yo me llamo desde siempre Juan. En mi propio tiempo, yo soy él.

Lo pequeño

La suma de lo pequeño es la vida. Una gota de agua con reflejo. La micro célula original. La flor que se abre para el fruto. Un saludo nacido del afecto. Un beso en la mejilla que desearía avanzar hacia la boca. La vida es compleja y amplia, es un suceder y coincidir de acontecimientos. En la montaña un hombre siembra una semilla. El campo florece. Un hombre regresa al agua un pescado pequeño. Florece la vida con los actos pequeños. Generosos en el dar. O el afecto. Por eso flores de palabras salgan de todas las bocas. Y sea la miel lo que endulce todos los sentimientos. Sea uno mismo. Miro. Balcón de alcoba.

Quiero lo que quise

Incertidumbre en la tarde. Quiero lo que no quise. Ya no quiero lo que quise. O quise lo que no quiero. Café a cuenta penas. La tarde se va precisa y lenta. Las horas son lo que representan. En lo que fueron. Ven. te invito a recorrer la tarde, las calles. Llueve. Morricone al acecho.

Efecto de tu causa

Soy efecto de tu causa, aseguró riendo. Ya no traía la camisa de fuerza. Ni lloraba con hipos. El tiempo le había cobrado la factura. Y le permitían andar por todas partes de la casa de la risa. Lugar para los sueños de ser Napoleón, Pantagruel. O el mismo Borges. Hablaba de efectos y causas. Como si fuera de empanadas de queso. O frutas y legumbres. Pasaba de la risa al enojo. Y de este a la nostalgia. Dice que fue principessa. O Baronesa de algún lugar de la Francia. Se escapa a veces. Y la encuentran. Y ella llora por los tiempos idos. Eso de efecto y causa. O viceversa. Lo traía de muchos años. Le partían pastel por su cumpleaños. Y yo me fui alejando de poco en poco. Amor sea la causa. Y el efecto sea martirio o tormenta.

En efecto

En efecto fuimos piedra. Asunto particular el tema. Sea tratado solo entre dos. Desequilibrio. Si acaso fuimos siempre los mismos y otros a cada instante. Máscaras de colores. Mascarones. Orfebre de rostros en retirada y olvido. Construimos torres de marfil y Babel. Solo como entretenimiento. Dije crucigrama. Y el corazón envidiable.dejó de lado el olor a manzana. Y como potro desbocado captaba otras tentaciones. Por las calles de cualquier lugar. Rostros reñidos. Duros. Solo porque el olvido les fue ganando la partida.