Anónimos

A su paso no dejaron huella. Ni rastros de su paso. Escondidos tras paredes. O en esquinas. En la penumbra. Ignorados por todos. Y hasta de sí mismos. Ignorados por los hijos. Ignorantes de padres y abuelos. Con el complejo laberinto de no ser. Con la cabeza baja. Agachados. Por una parte. Y soberbios en sus andanzas por llegar a la cúspide. Nombrando a Dios en vano. Desterrados de las buenas costumbres y las buenas palabras. Púlpito, curul, banquillo de escuela o de los acusados. O viejos castillos feudales. Sin diferencia alguna. Cópula. Y motivaciones de estómago. La vida se fue como una nube. Anónimos del mundo. De la fragua y la mina. De los pasillos oscuros del cabaret. Los baños públicos. Con nombres y apellidos en acta. Con fecha de nacimiento y muerte. Por generaciones y generaciones. Deseosos de soñar en viajes. Lujosos yates. La lotería nacional. Yo los nombro y rescato del anonimato. Mientras se pueda y en esperanza. Que mi nombre forme parte de todos ustedes. Dibujos difuminados. En la esperanza vacua. El aliento finito. Balcón de alcoba.

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