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Mostrando entradas de enero, 2019

Pan

Si pasas por una panadería compra pan. Es necesario. Porque da tema para la plática. Porque recuerda a la infancia. Porque convoca a tertulia. Porque se acercan las moscas. Porque es un olor que se presiente y siente. Porque aún espero a papá con su bolsa por las tardes. Carlos, por ejemplo, hace su propio pan. Y yo lo envidio. Con este frío del norte, bien se antoja café y donas, Carlos; y recordar esos tiempos. Si pasas por una panadería, compra pan y comparte. Ahora mismo veo venir a mi padre con la bolsa. Orgulloso del deber cumplido. Trae pan, como siempre.

Si cruza un río el poema

Si cruza un río el poema. Y el agua lo arrastra en su corriente. No dudes en rescatarlo. En salvarlo. A como puedas. Sin que te ahogue. Si ves que en ese mismo canal disfruta en nado el agua. Déjalo. Anda en su agua. Son varientes del poema y del agua del río. El poema hace su lucha entre nosotros. Por elevar, por consolar, por hacer soñar. Por decirnos a conciencia que vale la pena ser y estar. A veces lo dice en risas o miradas. Otras veces como bálsamo para aliviar duelos. Otras más espejos o  ristales de fantasía para jugar. A veces se ahoga en ríos que no son propios para el nado. Y requiere de nosotros. Por eso no dudes. El poema te acompaña aunque no lo sepas. Aunque no lo quieras. Aunque lo dudes. Todo fuera en asomarnos a nosotros mismos. Yo lo descubrí en el milagro de la vida. Lo descubrí en la. Amistad. En el rocío. En la neblina. Y me acompaña en el cada día. Para andar sin prisas. Para hacer marometas la rutina. Ella me salvó cuando yo. Me ahogaba en vasos de agua. Que yo

Nadie tome a cuenta lo que yo digo

Nadie tome a cuenta lo que yo digo. Si me pregunto sobre origen y destino. Es para entenderme yo mismo. Y mi paso por el camino. Para entenderme peregrino de este oculto holocausto, soterrado. Si hGo preguntas. Si filosofo. Es para entenderme a mi mismo. Sobre el destino. Y lo que sucede más allá del polvo. Y del camino. Dudo mucho. Escudriña mucho y sin respuesta. No hasta ahora. El otro es mi semejante. La palabra un motivo. Y las miradas modo del cautivo. A veces guardo silencio. Y algo sucede. Y a veces solo contemplo. Mercados. Flores. Templos. Árboles gigantes. Aves en su vuelo. Y muere la gente. Se V sin despedirse. Y yo tomo café. Leo y tomo café. Y pasa el tiempo. Esto es lo que sucede. Es simple. Así que nadie tome en cuenta lo que yo digo.

Avisos de ocasión

Un pez en su pecera. Un hombre en el manicomio, que cuestiona. Un mono parlan hin. Y un pájaro ciego. En venta de garage. Una muñeca silicona. Dos boletos para el teatro. Un estanque para bella postal. Un cuenta cuentos irredentos. Y un tambor de hojalata con su quepi por si se necesita. Hay disfraces de honrado y bien intencionado. Unos discos de vinilo donde canta Roberto Carlos. Un paquete de cartas nunca enviadas. Un libro de ejercicios de matemáticas ya resuelto. De ocasión el aviso. Por las dudas. Y perdone las molestias que esta obra ocasiona.

Aquella hoja

Aquella hoja. Aquel pez. Ese promontorio de tierra. Son lo mismo. Muestra de lo tangible. De lo que hicieron. Y sigue. El agua y el viento. La luz del sol. Ignoto campo descubierto. Vida o muerte. Conciencia. Otra vertiente. Como derecho. Libertad. Historia. Me entretuve en cuentos. En bellas historias. De máquinas simples. Revoluciones. Plusvalía. Y me hablaban del demonio Comunista. Ya estas en la lista. Y to escribía la palabra usura. Junto con explotación y muerte. La poesía se reveló entre los declamadores. Sus arranques en ademanes. Y su llanto. Acudí al sicologo y el teatro. Habi algunas comedias en monologo. La historia del espejo. O Diario de un loco con Ancira. En las aulas busqué el hilo de la conversación en ideas. Es la religión, la ciencia, que lo explica. Y me quedé en las mismas. Los años y el espejo. Los razonables consejos. Y estaban las dudas. El mono y el aveztru, se intoxica Ron de Filósofia. Y se impuso lo tuyo es tuyo. Y lo mío es mío. Aleluya. Hasta que encontré

Sin mar no tengo risa

Sin mar no tengo risa. Me ajusto el tiempo a los nuevos tiempos. El cinturón no luce con mi camisa. Y tristeo aunque tenga motivos para estar alegre. El mar me crece en el cora, on. Como Iman me jala y llama. Y acudo puntual desde niño. Sus playas de arena amarilla. Sus olas que lavan la mirada. Y el su umbir piel ante su agua salada. Nací allí, en el sagrado mar del noreste. Y acudo a bauti, arme en sus aguas cada vez en lo posible. Y la música con agua se mete amis oídos. Y sus garza parece que me dan la bienvenida. Sin mar no río. Sin ese arrullo de sus humedos versos. Un perro busca desperdicios en las bolsas de basura. Y solo esqueletos de Pe encuentra. Y se aleja triste por la playa. He de volver. Y recrear e azul. Mar en las playas de tu cuerpo, de mi pueblo.

Aunque no lo creas

Me obligo a verme en el espejo. Y no soy quien era. Es otro al nombre que respondo. Mi carnet dice otro nombre que ahora soy yo. Analizó mis gustos. El aroma de la loción. El color preferido. Y me confundo. Esto no es mío ni aquello. Detesto los lapi Eros. Las hojas de papel. Y los libros de cuentos. La Memoria me falla. No recuerdo algu  Autor o título de libro. Miro fotografías de persons que no conozco y me sonríen desde el blanco y negro y el sepia. Esa casa no es la mía. Y las personas que me saluda  No las conozco. Mis palabras no suenan igual. He perdido la brújula. Miro una guitarra a la que faltan cuerdas. Escribo que escribo. Me recuerdas a alguien, me dicen. Esa corbata amarilla y la verde no la reconozco como propias. Hoy he tirado varias cartas. Y escribo otras. A nadie. Nadie te merece.  Cuarto para las doce. Se regalan libros. Alguien canta.

Es domingo y llueve

Es domingo y llueve. Día de teatro nacional. Donde andes representa. Los personajes abundan. Una lluvia pertinaz. Me sobrepongo. Y es que lo gris atrae la nostalgia. Otras tardes de domingo en invierno. De asomar la mirada para adivinar futuro. Se va y viene la lluvia. Como si jugara con nosotros. Para ver de qué estamos hechos aparte de huesos y tendones. Acerco un café y un libro. Y llueve. Acerco un libro que me vuele. Ignota circunstancias. La vida es fugaz. Llueve. Y efimera. Nadie es Profe en

Usura

Otros escriban sobre sueños, mariposa. Yo sobre el filo de la usura. Un hacha que mata golpe a golpe. A salto de mata en su propia burbuja del consumo. La ganancia es la sonrisa del avaro. El gramo de metal que dilata la pupila. Las canciones de la radio como viejas repeticiones donde donde rutina y beso se desgrana en los versos. La corona del zar luce en la casa de empeño. Cuatro cuadros por el precio de dos. Y cuelgan los cuadros en la Bodega. Para verlos en la soledad de la casa de campo en Omaha. Lentejuela y satín. Nylon. Plástico amontonado y cartón. Habita la felicidad en los grandes centros comerciales. Tala árboles. Imprime en papel. Su blancura. Por doce horas de trabajo agrade es el salario de la no vida. De sol a sol. En las no he's de bar le pintan los labios de carmín.

Te espera siempre un recuerdo

Te espera un recuerdo. Siempre. Con cajita de regalo o sin ella. Vuela hasta donde estás vestido de pájaro. O es humo que va directo a los ojos. Viene en un libro. En un catálogo de pro. Ocio es. O en una canción ripiosa. Viene el recuerdo. O te espera por el lugar por donde pasas. A veces en un cruce de calles. O el claxon de un auto. El recuerdo llega y se queda moroso. Para ver si puedes aceptarlo. Ya era ido. Fuego apagado. Hielo derretido. Sin embargo fracasa cuando tomas el himnario y la guitarra. Cual canto evoca a tardeceres. Cual la lluvia que cae en el tejado. Te Espero siempre un recuerdo. Y más en días nublados.

Canto a los invisibles.

Los invisibles te ven y bajan la mirada. Están en todas partes. Les miras el cuerpo en el bar. No su sonrisa. Les das propina en el restaurante sin levantar la cara. Y te dicen gracias. En los hospitales limpian y lo mismo en las casas lo mismo más hacen la comida y levantan la boñiga de los perros. Tienen sus sueños invisibles. Entre ellos no están los de ser amos. Sueñan con un amor de película, imposible, como todos los buenos amores. Y tener una buena cripta de descanso. Volver a casa. Para el descanso. Los domingos se juntan. Van al cine invisibles con otros solitarios. Un buen día se ju tan con nosotros. Todos invisibles.

Canto a la deriva

Se oyen voces de ritual. Cantos de todos los Santos. Un buen gospel. Oraciones que I datan. Sobre el destino del hombre. Las canciones son el pan. Ojo sin. Cuenca. Estrafalario y soñador. Si eso fuera posible. Los retos de la vida. Metáforas de sí mismo. Esperaban el tren que no pasa. Y se lo bici. Os saber. Y no creyeron. Al contrario. Lanzaron flechas de ignominia. Para derribar lo construido. Historia de la filosofía. El saber. El comercio puso todo de oferta. A 20 meses sin intereses la inocencia. Diplomas

Hueco

Palabras huecas. Pasado. Futuro. Bóveda. No dicen lo que son. Espacio. Luna. Evocan situaciones huecas. Hay un hueco azul en el adiós. La costumbre de mirarnos lejos o cerca. Sin decir palabras. Contamos historias sin sustento de palo y zanahoria. En el viejo y el mar, el pez. Lo salado del viejo. En la vida el pez. El pescado. Nunca nos dimos cuenta del humo que es la vida. Lo fugaz. Palabras huecas amor, raza, especie. Oramos por lo posible. La tanta luz externa. Su señoría el siervo y el rey. Maquiavelo convenenciero. Montesquieu un ángel. Al fin de cuenta la supremacía del poder y el ego. Palabras huecas rey, siervo, palacio. Y aparecen otras en el devenir. Unicornio. Salsa de tomate. Si vieras. Lo que pasa en el desierto. Las voces son huecas. De muertos en el devenir del tiempo. Si.

Vamos a morir, vamos a dormir

Vamos a morir, vamos a dormir. Como una paz trabajada de antemano. Con los días, pez de los tiempos. Porque en el sueño andamos bien tiricios. Andamos, por ejemplo, de vuelo. Y hay duelo por todos los que no pueden elevarse. Como si ya no fuéramos de este mundo. Cuando un pájaro sale de la cabeza, es porque hemos dado con el hilo negro. No es casual. La causa de las causas, el anhelo. Por encontrar historias en los barrios. Por encontrarlas en el barro, molde de lo nuestro. En el teatro del día a día, donde mal nos representamos. Porque no conocemos el guion, ni la definición sicológica del personaje. Somos, para variar nosotros mismos. Vamos a morir. En la representación ritual de la semana. El tiempo es el delincuente mayor. Que nos va ahogando de puro gusto.

Madrugada

El tiempo no descansa. Sucede y fluye. Y mientras gira la tierra, el hombre de madrugada de pregunta y busca respuestas que no tiene ni encuentra. Lo cercan fantasmas y monstruos que no existen y quiere que amanezca. Por la tanta luz del día. Porque la madrugada está solo y se enfrenta a las preguntas de siempre. dónde estamos. Para que y por qué. ! No hay respuestas. El tiempo es una máquina trituradora de hombre. Afuera las estrella en su eterna bóveda celeste. Inmensa sin fin. Cómo la historia. Cómo nueva prehistoria. De madrugadada. Te visitan los fantasmas y los.monstruos que sï existen en tu mente. Y te quieren llevar a sus juegos. Y recuerdas Itaca, de Kavafis. Esperas paciente la brújula que llegue a vuelta de correo, el astrolabio, el telescopio y el libro de poemas. De madrugada escudriñar. Haces planes del día. Sueñas mejor futuro. Repasas los pendientes. Falta azúcar para el café. Y hacer ejercicio no olvides. Los poemas. La palabra. Y qué dirán.mañana cuando y no estemos.

Se empoza la tarde

A veces se empoza la tarde. Gris. Y viento. Para esquema todo está por llorar. Llover no. Es gris. Casi negro. La nostalgia anduvo a salto de mata. La música Debperro  mira lánguido. No hay más. Una tarde gris. Un cielo nublado. Y cientos de lecturas pendientes. Hoy no traje mis lentes. Pendientes Crimen y Castigo en relectura. Asomarte a Rosa Luxemburgo. Y seguir tarareando canciones. Hay generaciones x. Rostros repetidos. Coma. Beba. Pagué. Bob Dylan se oye como un fantasma de la vieja conciencia. Para ver si ahora si. Hay tardes así. Empozadas. Y nada salva. Más que dormir. Con arrullo de viejas canciones. Se antoja un café. La luna roja espera hoy noche. Dale Dylan a esa vieja armonica. Salvemos la tarde.

Cicatrices

Para cicatrices del alma, no hay cura. Son huellas de la vida. Costo del boleto de viaje. Polvo de sal en el camino. La herida es otra cosa. Es el presente penitente. Es el ardor del sudor y la imagen atroz de los sucesos. Hay furor por vivir la vida a gran velocidad. Es correcto.  Solo que no vemos el paisaje. No disfrutamos del camino. Y al final del viaje. Nos damos cuenta que la vida ha terminado. Y no reinicia el juego luego de the game is over.

Hay otros rostros

Hay otros rostros que se pierden en la nada. Repeticiones de rasgos en silencio. Sin demanda mi oferta. Sin voz. Inclinados. Vienen desde el confín y pasan sin gloria ni pena. Sin daños colaterales. Porque fueron números, clave, registro de causantes. Flan sin sabor. Guitarra sin cuerdas. Entre ellos levantan algunos la mirada. Y resisten la luz del sol. Aún con la retina rota. Y miran sin mirar. Levantan la palabra. Su voz se escucha. Y con que derecho. Ladran las columnas. Las de ocho. Y luego de una vida de retos y derrotas. De guardar silencio y levantar la voz. Algunos. La mayoría se van igual. Sin fotos. Sin memoria. Y sin cartas. Algunos igual. Mueren. Se les recuerda un tiempo. Y luego el olvido. Esos rostros quedaron en la memoria fosa común. Buenas tardes.

Hay unos rostros

Hay unos rostros que te son familiares. Tan pronto cruzan la mirada. Porque proyectan sueños y anhelos. Que mínimo coinciden en lo humano. Agitan una mano desde lejos. Y te son cercanos. Dientes blancos. Sonrisa de abrazo. Que tibias son algunas palabras. Cómo decir conejo, corneja, mares. Esos rostros son familia aún sin conocerlos. Tienen un brillo especial. Un esbozo en trazos de cronopio. Y entonces si levantan vuelo. Hay unos rostros traslúcidos. Unos rostros que encuentro en todo lugar. La plaza roja. No he probado a ser otro. Que hay razones de sobra. Solo la

De ti

De ti, muerte orgullosa, indigente. De nadie más, siempre en el momento del sino. Sin defensa. Y a ultranza. De ti. En el momento preciso. Todos proceso inicia y termina. Toda entrega es un destino. La espera tiene su tiempo. De ti. Augurio de bienvenida y despedida. Marchita la flor. Polvo de nieve o estrella. Nube viajera. De ti. En el momento oportuno. Cruces de madera. Tierra hospitalaria. La cavidad, la caverna, la humedad. La muerte estrepitosa. De ti. Para ti. Mi tiempo. Mi imaginación. La muerte espera lo que es suyo. La vida toda.

Te espero

A la muerte. Ala muerte. Te espero en la iglesia, en la calle, la concurrida  esquina. En la iglesia cuando el rosario o misa. En la plaza Roja frente al Kremlin. En la playa de La Florida. En el estero o el desierto. Eso de esperar se me da voluminoso. Un rosal tiene su rosa y espinas. El disco de vinilo ya pasó de moda. Penélope nunca se cansó de esperar. Y yo te espero en la lavadora de autos. En el zoológico. En la tienda de viejo. Hay algunas cosas que quizá te gusten. Una máquina de escribir vieja. Un cuadro de Venecia otro de Oklahoma con venados. Te espero en el suave viento. En la ceniza de alphaca. En el frondoso árbol de limón con su flor de azahar. En el vasto campo de tulipanes. En la oscuridad solitaria del cine Oaradiso. En la casa de madera, en un palacio. En  la cantina. Te espero en la cornisa. En el autobús del 900. En la biblioteca cada vez más solitaria. La muerte no avisa y llega. Mientras tanto la sonrisa aquí conmigo. Y la palabra.

Me gusta soñar

Me gusta soñar. A veces me sucede. Sueño y recuerdo nítido. Como si hubiera sido realidad. Los rostros, las palabras, la situación. Una ciudad que no conozco. Algo que me sucedió. Lo que sucederá. Mis padres muertos ya hace años, caminan conmigo. O me abrazan. Sus rostros reflejan siempre tranquilidad. Y eso me agrada. En el sueño mismo sé que son sueños. Y me despido de ellos con un hasta mañana. Pero de allí no vuelven. Sino hasta dos o tres meses después. Quizá se entretienen en sus cosas de difuntos. De espíritus intangibles. Y se aparecen en los sueños de otras personas. Dicen que los muertos nunca son soñados por dos personas a la vez. ha de ser que no tienen el don de la ubicuidad, como tampoco los vivos. Me gusta soñar. A veces han sido pesadillas. No de tal gravedad que me despierte con horror y miedo. Pero sí, alguna ansiedad o preocupación. he soñado una ciudad de ladrillos rojos. Asimismo un edificio de los años 40, a donde asciendo con ese don que solo se presenta en el su

A veces (2)

A veces nos perdemos entre tantas diferencias, entre tantos asuntos homogéneos, el mar de noticias, la tanta mercancíaa. Las canciones de la radio hablan de bastantes cosas. Incluso de la nada, lo bobo. Los tantos libros sin límite que hay, los tantos temas. Mil aromas de café, de licor. El laberinto es de abundancia. El vacío y lo inocuo son tantos. Hemos perdido la capacidad de discernir para digerir y dirigir. Nos perdemos y andamos a la deriva en el cosmos. El final es previsible. El viaje tiene tantas rutas. Pero solo una es la nuestra. Y confundimos trayecto con fin, o fin con vida. Y se escapa. Dame un café. Y nos preguntan entre tantas variedades, con las variantes de azúcar. Un café y ya. No pueden definir ellos lo que quiero. Y perdidos nos buscamos fuera de nosotros. Y es peor el aturdimiento. Hemos de irnos. Hoy y mañana. Andamos de viaje sin saberlo. Perdidos. A la deriva. Esa flor no la he de cortar. Ni atrapar al pájaro multicolor del canto gris.

Sucede

Sucede a veces. Las historias se repiten. Identificas. En uno mismo. O en otros. Una coincidencia brutal. Cómo calca. Claro, otros nombres. Otras geografías. Un inicio. Un final. Un volver a empezar. No otra cosa es Prometeo. Subtítulos de nuevo la piedra de la dicha. La caída en desdicha. Y así hasta el final de los tiempos. Suele suceder que el sueño se hace realidad. Que la realidad se configure en sueños. Y las palabras generen la misma fichero cenicienta. La hoja seca. La luna clara. La canción de moda. Y se lanza la flecha hacia el futuro. Y nos sorprende la coincidencia. Nos platican. Lo leemos. Eso también me ha pasado a mí. Vuelve a suceder. Ahora tomo café. Es sábado al mediodía. Esta el libro del sueño. Las mismas personas a mi alrededor.

No es el burdel

No es el burdel -dónde putas comercian risas y su cuerpo, a cambio de monedas- sede modelo del pecado. Son las oficinas de gobierno, dónde se roba dinero que iba para escuelas, casas de retiro, zoológicos y hospitales. Son también los bancos donde se roba el sudor en cuentas de ahorro de la gente.

Es así

Hay cosas que siempre debes considerar. Lo hagas o no. Leer un libro y releer si lo merece; sonreír, aunque parezcas loco, por cualquier cosa, con el menor pretexto. Escuchar, aunque parezcas inútil, aunque no te escuchen. Y tender la mano a quien lo necesite; no esperes lo agradezcan. Lo demás no se considera. Nada de poses, solo acciones. No es fácil. Andamos pastando sueños. Un quién, un sin embargo. Un sueño. La vida va por demás rápido, que no se detiene ante la mentira ruinosa.

Llueve

Llueve pertinaz. Desde la madrugada. Recuerdo milenario del transcurrir de la vida y el tiempo. Somos testigos de esta humedad que nos envuelve. Como otros lo fueron. Y otros lo serán. Un tono gris de las imágenes. Las fotografías se difuman. Pasan a sepia rumbo al olvido. ¿A dónde fuimos ayer que vamos hoy? De allí la reflexión de disfrutar el viaje diario. La manzana, el café, la sonrisa. Mientras tanto llueve. Pan y café. De alguna manera va el ojo hacia las hojas de libro. Cada detalle a tu alrededor. Todas partes es ninguna. La vuelta a la cuadra es el universo. Sacar agua del pozo es el delirio y viaje a la vez. Los recuerdos son el universo. Tanta nostalgia cabe en un solo corazón y el corazón es el universo. La transparencia del agua es todo lo que existe. Bebe agua simple. Mójate en la lluvia. A fin de cuentas habitamos la nada. Que siga lloviendo, virgen de la cueva.

De viaje

Si la vida es un viaje. Y andas de viaje. Te olvidas. Te olvidas totalmente. Entonces esperas vacaciones. De semana santa. Navidad. O unos días libres. O el fin de semana. Y te olvidas de los otros días, los otros meses. Y la vida se va en esa espera. Cada movimiento o traslado que hagas es un viaje. Si lees. Si acudes al doctor. Si vas a un parque. O visitas a un amigo. Si te sientas en un café a mirar pasar personas. Y te saludan con ese movimiento de la mano alzada. Si te sonríen. Todo es un viaje. Si vas a una charla pública. Si miras un desfile cívico o de modas. Si vas a la iglesia. Aunque todo lo anterior lo repitas. Y te parezca monótono. Insignificante. Tu ida al trabajo es un viaje. El acudir solidario a un sepelio. Una aventura diaria. El día te ofrece todas las posibilidades de viaje. Aún si no te mueves de tu casa. Si solo te asomas al espejo. Son viajes en lo diario que conforman la existencia misma. No descartes el abrazo. El suspiro. Toda la vida completa es un viaje.

El mundo del revés

En el mundo del revés, se castiga al inocente, por su pobreza, y se libera al culpable, porque este demuestra, con oro, que tiene toda la razón. La justicia anda manca y sorda; muda y ciega. Y así ha andado desde muchos años antes. Siempre la pregunta del cinismo: ¿cuándo se ha visto dentro de la cárcel a un costal con dinero? Róbate una gallina, pavo o un calzón en las tiendas departamentales, y te llevan por años a prisión. Pero acaso tenemos la culpa, por cierta consideración, que justifica el hurto de los Caco Nepote . Al decir: "el que no tranza, no avanza", "robó pero hizo obra"; "robó pero salpicó" y la más triste de todas: "¡estuvo en el gobierno, y es un pendejo, porque no robó, vive en su misma casa de antes". En la cárcel se castiga la pobreza, no el delito, es un graffiti, que aparece en todas las cárceles, según me dicen. Y a otra cosa, de tema, mariposa. Permitirme, apreciado único lector, solo de colofón, que escriba lo que procede

Tomo café

Tomo café y miro a través del cristal. El viento mueve las hojas de los árboles. Arrastra basura. Es un destino. Todo movimiento tiene su fin. Su trayectoria. Todos cantan. Callo. Todos piden algo. Todos claman o aclaman. La vida tiene su propio ritmo. Tomo café y miro a través de uno o dos cristales. Transparentes. Por si acaso refieren al color con que se mira. Aumentativos, sí. Miopía o hipermiopía. Cada funeral es distinto. Cada muerto dejó el perfil de su velorio. Mariachis. Silencios. Rezos. Si muero lejos de aquí. Creo en la utopía como un sueño que hace caminar fuera del sueño. Para distinguir. Me quito los anteojos. Ahora todo es posible. Porque nada lo es. En un abrir y cerrar de ojos todos cambia. Todos los caminos llevaban a Roma. Ahora ya no. Ahora escribo. Solo en tiempo presente suceden cosas. No hay cambio. Solo que la vida va. Y se va.

Almanaque

Ayer fui a una peletería. Compré un cinto negro y unas lías con su aditamento de fierro para que la hamaca no se lulla. Al final, luego del pago, me obsequiaron un almanaque. Me sorprendió agradable. Desde principios de noviembre mi padre llegaba por las tardes con un almanaque. Años 60 y 70. Luego con otro. Y los mostraba orgulloso y luego colgaba en la pared de madera de la casa. Cada año por romper un récord. A veces 20. En algún año hasta 35. Tapizaba la pared con dichos almanaques. De varios tamaños. Ufano mi padre los pedía respetuoso a los comercios  donde compraba, o se los daban sin pedirlos. Así llegaban almanaques de carnicerías, tiendas de abarrotes, de ropa. Y admirábamos los cromos de  fotografías o pintura de paisajes, héroes, santos, Cristo en el Sagrado corazón,  o el Corcovado, autos, volcanes, pájaros. Leíamos la explicación. Y en las hojas de los meses, el santoral, fechas sobre héroes, inicio de estaciones. Etc. Había el calendario pequeño del día. Y leíamos atrás

Detente

Detente. Para tu vertiginoso tren de vida. Respira profundo. Por las prisas no disfrutas los momentos. El agua simple. Una naranja. La nuez. Con las prisas pasas como bólido ante la amistad, el amor, la sonrisa. Tus miedos te hacen acelerar. El tiempo se va. La vida pasa. Y las prisas son para tratar de llegar primero. No sabes a dónde. El libro hojeas. Comes rápido. O compras comida rápida. Las quejas y lamentos te consumen fiero. El odio es el veneno que se busca aplicar a los otros, y lo consumimos nosotros mismos. Una noche, al fin, de madrugada, despiertas. Agitado el respirar. Regurgitas miedo.  Por eso detente. Para. La vida es más que una simple carrera por tener cosas, objetos, casas. ¿Te has dado cuenta que la esperanza espera? ¿Qué el libro espera? La vida es un combustible en perpetuo incendio. Todo se simplifica cuando comprendes que la meta es el cementerio. Y no quieres la medalla del primero. Así que frena. Espera. Mira a los otros, su sonrisa, escucha sus palabras. La

Y qué fue de aquellas muchachas

Las compañeras. Las que iban con nosotros. Y con ellas mismas. Alegres. Esperanzadas. Cada una con su sueño, su anhelo. De un mundo mejor. En lo individual. Y en lo social. Cruzaban la frontera. O paseaban en la ciudad. Hacíamos lecturas. Para entender la existencia. De estos muchachos que empiezan a vivirla en plenitud. Además de parecernos eterna. Como tomarnos el mar de un solo trago. Y cantaban. Cantábamos. Y fuimos al cine. Bailes. Y jugaban deporte. Pero sobretodo reían. Y se fueron. Lo mismo que nosotros. A encontrar otros veranos. Por los caminos de este inciencioso país. Para enseñar las palabras. Para sembrar la esperanza. Con los niños delgaditos. Con los niños descalzos. En las zonas marginales. Pisos de tierra. Con los niños juguetones. A elaborar con ellos el perfil de futuro. Y solo la educación. Emocionadas las charlas en vacaciones. Contando anécdotas de trabajo. De lo bien que se siente servir y enseñar. Y lo que se aprende entre todos. Luego supimos de bodas. De hijo

Job

Tanto luchar, señor, para estar igual. Tanto dedicarme a ti. Para que los males caigan en mi y en mi familia y amigos. Los peores males. Nosotros que te veneramos. Que no tenemos otro Dios, que tú. Y son los mercaderes, los agiotistas, los mercenarios, quienes obtienen lo mejor, el pastel, las monedas. Nosotros llevamos tu palabra al llano y las colonias; las llevamos a la montaña y al pantano. Mas son otros, los traidores, los beneficiados. Aquellos que se burlaron de nuestra doctrina. Quienes nos señalaron como seguidores del rebelde Cristo. Los que nos escupieron. Los que nos pusieron la etiqueta de revoltosos. Y nos corrieron de nuestro trabajo. Nos expulsaron de nuestras tierras. Ellos son los ganadores. Los que acordaron con Judas. Los que estaban con el César. Los que lamían las botas del pretor.

Y qué fue de aquellos muchachos

Y qué fue de aquellos muchachos, que vagaban por doquier. Con sueños almibarados, de hacer la revolución. Y no morir en el intento. Para vivir a plenitud. Tomaban leche con pan en las tardes. De cuando hacía frío. Y luego algo de cerveza, en el cambio de estación. Caminaban. Casi no usaban camión. Fumaban para dar imagen  de mayores. La historia tiene pocas fotografías de esos tiempos. Andaban con su mezclilla Levis o Sergio Valente. Leían a más no poder. Los prefacios del Manifiesto. Y a veces el Manifiesto mismo. Trosquistas o maoistas. Castristas tambíen. Había de todo. Algunos peces. No había chivato alguno. Solo genuinos en el soñar. Andaban en barrios modestos. Hijos de obreros, campesinos o de maestros. Iban a la periferia a buscar seguidores. Quien quita y crezca, por fin, el movimiento. Fueron señalados. A ellos no les importaba. Leían bajo de un árbol, en la colonia jardín. Entre ellos se ayudaban en hacer trabajos de casa. Tumbar un árbol, o de peón albañil. Estuvieron en

No es tarde

Mientras haya vida no es tarde para nada. Inclusive aprender a bailar. Como ejercicio para la circulación. Aprender a sembrar semillas y mejorar la tierra. Almibarar la fruta. Aprender a escribir. Si no sabes orar, habla con el corazón. Pide. No por ti. eso cualquiera. Por los otros. Uno debe aprender a agradecer. La vida. El café. Los colores. La muerte ha de ser linda. Mas no me gusta. El no estar no lo imagino. Si hay sal y azúcar. Si hay risas y columpios. Si las palabras brincan y brindan. El humo en los ojos es bueno. De vez en cuando. Nada que un clavo saca a otro. Mejor escribe. O pinta. De desdichas está ya el mundo lleno. De tantas quejas. El grano se exprime para sacar la raíz. No dejes pendientes por escribir. Que escribir sea un presente perpetuo. Ver es leer. Saber si el hambre cala. Si la tristeza es causa de tristezas. A veces hay desesperanza. Mas hay vida. Y eso ya es ganancia, Un 2019, año nuevo. Con oportunidades de soñar y hacer. Sobretodo esto último. Que hacer es