Detente

Detente. Para tu vertiginoso tren de vida. Respira profundo. Por las prisas no disfrutas los momentos. El agua simple. Una naranja. La nuez. Con las prisas pasas como bólido ante la amistad, el amor, la sonrisa. Tus miedos te hacen acelerar. El tiempo se va. La vida pasa. Y las prisas son para tratar de llegar primero. No sabes a dónde. El libro hojeas. Comes rápido. O compras comida rápida. Las quejas y lamentos te consumen fiero. El odio es el veneno que se busca aplicar a los otros, y lo consumimos nosotros mismos. Una noche, al fin, de madrugada, despiertas. Agitado el respirar. Regurgitas miedo.  Por eso detente. Para. La vida es más que una simple carrera por tener cosas, objetos, casas. ¿Te has dado cuenta que la esperanza espera? ¿Qué el libro espera? La vida es un combustible en perpetuo incendio. Todo se simplifica cuando comprendes que la meta es el cementerio. Y no quieres la medalla del primero. Así que frena. Espera. Mira a los otros, su sonrisa, escucha sus palabras. La naturaleza también te envía mensajes. El arcoiris, el canto de los pájaros. Dios mismo te envía mensajes. De poesía y música. La vida personal es minúscula. Dura solo lo que tarda la hoja seca que se desprende de la rama hasta que hace contacto con el suelo. No hay más. Así que detente.

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