Almanaque

Ayer fui a una peletería. Compré un cinto negro y unas lías con su aditamento de fierro para que la hamaca no se lulla. Al final, luego del pago, me obsequiaron un almanaque. Me sorprendió agradable. Desde principios de noviembre mi padre llegaba por las tardes con un almanaque. Años 60 y 70. Luego con otro. Y los mostraba orgulloso y luego colgaba en la pared de madera de la casa. Cada año por romper un récord. A veces 20. En algún año hasta 35. Tapizaba la pared con dichos almanaques. De varios tamaños. Ufano mi padre los pedía respetuoso a los comercios  donde compraba, o se los daban sin pedirlos. Así llegaban almanaques de carnicerías, tiendas de abarrotes, de ropa. Y admirábamos los cromos de  fotografías o pintura de paisajes, héroes, santos, Cristo en el Sagrado corazón,  o el Corcovado, autos, volcanes, pájaros. Leíamos la explicación. Y en las hojas de los meses, el santoral, fechas sobre héroes, inicio de estaciones. Etc. Había el calendario pequeño del día. Y leíamos atrás de cada hoja diaria pasajes de biblia, recetas de cocina y recomendaciones. Mi padre no tenía y nunca tuvo auto. Así que no habia almanaques de talleres mecánicos. Que por cierto son lindos. Ayer que salí de la peletería, salí con la nostalgia. Y algo de humo entró en mis ojos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam