Despiertas de madrugada. Y te encuentras en la lengua estás palabras: el mar no es más que todas las lágrimas vertidas por el hombre. Y ríes. Por el lugar común. Y desdices las tuyas. Tantas lágrimas por tantas guerras. Por tanto odio. Tanta envidia. Y sumas a ello L impotencia de no llegar a la verdad última. Por tanto escudriñar. Tanta búsqueda. Por tantos asilos. Por tanta lumbre química en los ríos. En los campos. Hijos Contra padres. Por tanta traición. Despiertas en el sueño. 1984. Los animales. En su granja. Borges ciego toca a la puerta en Holanda en un local donde anuncian hacer sus lentes para mirar de otra forma. Y unas confusas letras en madera. Donde se lee Spinoza. El mar no está cosa que la sal húmeda que hace costra en las heridas del hombre. Y las lágrimas.

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