Luna de miel

Luna de miel
La recepcionista del hotel hizo todo el trámite. Datos. Fotos. Identificaciones, firmas. Garantía. Acostumbrada a eso, lo hacía con elegancia. En su clase de psicología universitaria, tenía siempre tareas relacionadas con reacciones, risas, gestos, reacciones, etc. Y hacía sus anotaciones, propias entre literatura y ciencia. Era su pan y motivo diario: observar, elucubrar con visos de acierto, elaboraba hipótesis. Por ética nunca anotaba nombres De vez en vez hacía una pregunta como si al caso. Y siempre la palabra acompañada de una sonrisa amplia, casi franca: bienvenidos. Al fin, terminando el protocolo de entrada y registro, y al verla hacer las respectivas y sabidas anotaciones, su ayudante le dice "a esa pareja no se les ve felices en su luna de miel". Y ella, sin dudarlo. responde. "No siempre viajan las parejas por ese motivo. Y si el caso fuera "las lunas de miel no siempre son para ser felices. Muchas veces son para cumplir, pagar candidaturas, ascensos y sellar pactos.

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