Mientras llueve

Nora. Tomo el título de tu libro porque en esta precisa tarde de martes, llueve. Y te escribo para decírtelo. Solo eso. No es mucho. Pero de corazón lo hago. Y me remonta a otras tantas veces. En que la lluvia nos encontró despiertos. En el camino. Y brincamos charcos. Nos mojó la lluvia. Y entre tanto pasaba nuestra edad. Hasta ese punto en que las lágrimas quedaban ocultas por la lluvia. Un adiós necesario. Mientras llueve. Me asomo al recuerdo. Como si fuera un pozo. Y pruebo a recordar. Mi madre y su expresión, de lo bueno que llueva por serle bien a las plantas. La cosecha se asegura, dice Leonor. Y nosotros, niños, sufríamos por la ardua tarea de sacar el agua a cubetadas de la casa. Mientras llueve recuerdo. Amores idos. Y amores por venir. Esa nostalgia por la flor nenúfar. Por el juego de la lotería. Por los besos furtivos. Y el ensayo de la piel. Yo sueño así como soñaba. Imaginaba seres de otros planetas. El encantamiento. Nos corría el agua del campo de juego. Y nos escondíamos para vernos más de cerca. Un solo ojo. Mientras llueve. Y no me mojo guarecido en esta habitación de hotel. A donde pernoctamos en la vida. Porque ya nos vamos. Un gerundio que va de lento a rápido. Mas tiene un final. Que nos encontrará por donde andamos. Afuera llueve. Y mientras tanto.

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