Quemar las naves

Quemar las naves. Es la alegoría para definir que el pasado es lejano ya, aunque fuera reciente. Y ni una micra a ese tiento regresa uno. pan duro. Hueso sin carne. Por más que el dintel del dolor se pinte en colores tibios. Quemar las naves es dejar la pus del hígado que no cierra aún la herida. Es el responso por las almas tristes, errabundas. Es la conciencia de vivir sin haber vivido. Y hay un alboroto. Presa del miedo, el ego trata de imponerse. Y refiere al apego. esa terquedad de ser turrón derretido en ambas caras del dulce. Para que no vuelvas, ni aunque quieras. A ese desierto de miel resecada. Hemos concluido sobre el momento de quemar las naves. Eso es, precisamente.

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