Oda al café

Brinco y salto por un café cuando lo sueño. Y despierto con sed de palabras con café. Esa mezcla de fiesta del amor y la amistad. Porque me traslada a una buena plática del ayer. Con borbotones de risas. Y carcajada suelta.  Convoca a sueños. Y la nostalgia es un calcetín extraviado. Y ya hemos tirado su otro. Aromático. Dispuesto a ser nuestra móvil. Para seguir escribiendo las crónicas cautivas de lo que somos: entre anhelos y esperanza. Y es la clave del laberinto para descifrar el mundo. Entonces vamos por el café. Por el de las palabras. Y también el del café solitario. Donde el soliloquio de palabra o pensamiento. Nos hace reír a solas. O una lágrima furtiva a causa de humo en los ojos.

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