Esperas que te suceda algo genial

Esperas que te suceda algo genial. Y caminas por la calle. O entras a un súper o iglesia. Y miras a tu alrededor. Si alguien se te acerca. En tu casa, que alguien toque la puerta. O el silbato del cartero o del señor tierno que entrega telegramas. Miras al cielo. Al horizonte. A la luna. Esperas la señal. El wi fi se ha ido. Y te quedas solo. Abres el libro de poesía en cualquier página. A ver si encuentras en los títulos alguna pista del desánimo. O que te recuerde un pasaje anterior. O el versículo de la Biblia. Has perdido la llave. Tus lentes. Y la carta de despedida. Inicias de nuevo. No hay señal de mejora o suerte. El seguro de vida está vencido. Justo ahora. Te dispones a lavar tu auto. Llueve. Un pájaro sigue cantando en el árbol de enfrente de tu casa. Suspiras. Miras el esplendor de la lluvia.

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