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Mostrando entradas de marzo, 2018

Me preguntas por qué Debussy

Me preguntas. Como otras veces. De por qué Debussy. No hay explicación sofisticada. Solo que en esos momentos secos, negros. De la caída libre y atroz. De cuando "no vale nada la vida". De cuando el olvido quieres, mas no llega así de fácil. Todo gris y negro. Nubes de tormenta. Insomnio de estos párpados que no se cierran. Escuché por primera vez a Debussy. Una noche oscura. La luz de sus notas musicales. Luz para atraer el alba. Luz para el alma. Y con combinación de yoga para principiantes. De ejercicios de respiro. lectura de Sabines incluído. Y el gran Whitman. Walt. El barquito de papel empezó a tomar ruta de nuevo. Y las nubes se fueron disipando de poco a poco. Y la luz entró por todas ventanas y rendijas. Entonces Debussy. Claro profeta de las notas musicales. Profeta de la calma. De la bienaventuranza. A partir de allí todo fue distinto. La sonrisa por doquier. Las palabras de lógica y conjuntos. Valquiria y leche tibia con miel. Vamos por más. Los pasos fueron firm

Espérame

Espérame. He de volver. Me he perdido en el tiempo. Entre el mar de palabras. Los sueños rotos. La brújula no marca el norte. La rosa damascena se ha secado. Y tengo recuerdos vagos para el regreso. Un árbol, unas especies, unos sabores. No tuve la precaución de dejar migas de pan para orientarme. De día quedo ciego por la tanta luz. Y es en la noche cuando logro tener a mano unas imágenes. Espérame. De pronto apareces. Con sonrisa y abrigo. Esa eterna sonrisa. Y yo me pellizco para estar seguro que es realidad, no un sueño. Un café tomo acompañado con pan. Y el plan es volver. La flauta dulce tiene guardados datos de la infancia. Unas notas juveniles. Y palabras. Siempre aparecen las palabras. El reloj marca la hora exacta del vuelo de regreso. Espérame. Es en ningún tiempo donde andamos y andaremos..

Vender el alma

Fueron varias noches de pensarlo: le vendería su alma al diablo. Decidido esperó el momento oportuno. Cuando el momento se le presentó entraron en negociaciones. La historia de las ventas de almas. Cada uno con sus puntos de vista. Plusvalía e inflación. Etcétera.  Fueron varias noches de regateo. Al final no hubo acuerdo. El diablo ofrecía demasiado poco. El ofertante pedía según él lo justo, era una alma forjada en valores. Las almas están muy devaluadas. Justificó el diablejo. Y él no quiso mal baratarla. Y se despidió con parsimonia. Ay para cuando se decida, le deslizó suave. Luego entonces decidió ir a una casa de empeño.

No me esperes

No me esperes. No estaré. Vago por todas partes. Aún sin moverme de lugar. Entre el llano y la rivera. Afuera de la casa. Bajo la sombra de frondoso árbol. Y a veces me muevo un poco. Para desentumir los huesos. No me esperes. El viento me transporta. El fuego de la vida me calcina. El café me eleva. Me distraigo viendo elevar un cometa. O escuchando a las personas. Con mucho respeto las escucho. Y aprendo por ejemplo la diferencia en las semillas de papaya, por lo de macho y hembra. La tonalidad oscura. No me esperes. Voy más rápido que el sonido. Más rápido que el viento. Defino conceptos. De vida y muerte. Y de suerte y azar. No estoy si llegas. Y si no vienes sí estoy. A la muerte. Ala muerte. Ya veremos, creo escuchar que me responde.

Cuenta contigo

En esos momentos oscuros. Cuando la constelación de miedos sean los medios de dominio. Cuenta contigo. Es la clave. Cuando voltees a tus lados. Y nadie te acompañe ni en la mirada o las palabras de aliento. Cuando las aves de rapiña picoteen el alma desprotegida. Saca fuerzas de flaqueza. Y cuenta contigo. Contar con otros es demasiado fácil. Todos lo dicen. Más las almas caritativas. Y con razón se ofrecen a acompañar en el viva la vida. La vida es bella. Pero hay un momento en que dejan de sostener. Y se quitan a seguir su abrumada ruta. A seguir en sus pequeñas cosas de lo diario y la rutina. Y te dejan sin más. Por eso es necesario que cuentes contigo. Contar con otros es un muelle. Es confort. La solidaridad se levanta como bandera. Pero hay momentos. Allá por la madrugada. Por las tardes de lluvia. Por los amaneceres inciertos. En los que estamos completamente solos. Por eso es necesario contar con uno mismo. Porque en el momento que te das cuenta que cuentas contigo. En ese mome
Lo escuché de Don Leandro Rovirosa, en una charla en su casa. Sucedió en un país de Centroamérica. Como el nuestro, digamos. Se acercaba la sucesión presidencial. Y el presidente tenía cinco amigos cercanos. Y todos se creían con derecho, merecimientos, etcétera, para sucederlo. Uno de ellos, compadre, además, le dice: "compadre presidente, dígame si yo seré, o no; así no me quedo con el pendiente; ya ve que estamos en diciembre". "No te preocupes, compadre. Todo a su debido tiempo. Vamos a hacer una cosa. Vete para tu pueblo. Para tu casa en tu pueblo. Y pendiente el 24 (diciembre). Si te llega un telegrama de mi parte, es que no vas a ser tú. Y listo". "Perfecto, compadre", le responde el compadre. Y dicho y hecho, era 20 de diciembre, y se fue el Ministro a su pueblo. Nomás amaneció el 24, y a esperar a que no llegara el telegrafista con su sonido de silbato peculiar. Si se presentaba con un telegrama del presidente, es que no sería él, el bueno para la

Entre sueños (2)

Cartas. Donde especificamos dudas, anhelos, deseos. Hay un edificio alto. de departamentos. Año 1950. Me elevo como impulso solo de los sueños. Y me asomo por una ventana del piso 20. Los muebles de esos años. Cortinas en sepia. Y entro para ver de cerca y tocar la ropa con olor a presente. Y cartas con listón y perfume. Y tarjetas postales y fotografías. Entre sueños seguimos adelante. Película de vida. Con música de piano y violín. Un viento suave entra por la ventana. Los muebles con brillo de lo bien cuidado. Andamos solos. Porque es condición de vida. Porque nos somos necesarios. Solo para tener despedidas. Los sueños vienen. Nos recuerdan lo que en esencia somos. Alguien nos sueña desde lejos. Y nos llama por nuestro nombre. 

Entre sueños

Entre sueños nos encontramos. Azul la tarde. Y entre flores de verano. Sin penas ni angustia. Transparente paz que acaricia corazones. Nos encontramos y es música y canto. Razones de vida. Solo entre sueños. Una claridad que sobre pasa la conciencia. la vida eterna tiene sentido. Me abrazas y platicamos lo que no hicimos. Música de piano. Y brillo de tus ojos. Calles amplias. Fruta multicolor en venta. Pocos autos. Muchas bicicletas. Casas de ladrillo rojo. Y un viento suave. En la esquina un café. Mesas. Parroquianos en charla. Y tú y yo nos encontramos. No hay felicidad mejor. La vida es el sueño anhelado. Vals y baile.

Cómo no ser de ti

Y cómo no ser de ti. No se esquiva la conciencia. La conciencia es apenas temor por el tiempo que se va. No se detiene. Ni pared al viento. Ni frontera al canto. El tiempo es conciencia de nuestro ser efímero. Se llora a veces por la bella vida. Porque Estamos ahora. Una brizna de tiempo. Los calendarios fijamos en la pared. Y cambio cada año. Tenían cromos bellos. Imágenes que no hemos olvidado. Pero cada año nuevo había unos distintos. Así nuestra vida. Repique de campanas. Tambor batiente. Y el amor se escribe en pasado. Y cómo no ser de ti. Naturaleza viva o muerta.

No tengási miedo

Es un decir. Los monstruos no existen. Ni cíclopes. Hombres lobo. No tengáis miedo. Existe en todo caso el odio. El rencor. Semilla del mal en el hombre (el ser humano). Existe el hambre. La ambición desmedida. La usura. La esclavitud. El afán de lucro. Y por todo ello se han cometido crímenes atroces. El juego de cartas entretiene. La lotería. Lo mismo. Mas la trampa anida. El afán de ganar por sobre todo. Y sin medida. No tengáis miedo si te abriga un poema. Si es tu escudo la palabra. Si te sientas a la orilla del río mirarás el correr del agua. Sé como el agua que se acomoda al recipiente. Y va en ruta al mar sin mirar atrás. No se baña el hombre dos veces en el mismo río (Heráclito). Ni dos veces se lee el mismo libro. Ya es otro. Porque somos otros en la segunda lectura. Dormir es ensayar la muerte. Y un día no estaremos. Mas no hay monstruos. Si no los llevas dentro de ti. Solamente.

Miro fotografìas

Imagen
Miro fotografías. Lo que fuimos los que ahora somos. En esa edad en la que volamos. Y éramos eternos. De sonrisa fácil. Y diente al aire. Los sueños de futuro se fueron presentando. Entre decepciones y alegrías. Y cargamos piedras que no eran nuestras. El destino nos fue acomodando en nuestra esencia de ser efímeros.  Miro las fotografías. Los colores de la ropa. Y esas modas de un presente ido. El pelo como señal de rebeldía. Fuimos otros y ahora somos distintos. Aún usamos el jeans. Por si las dudas. Y lágrimas aparecen cuando escuchamos algunas canciones. Las del recuerdo. La hora azul. Guardo las fotografías. Mis hijos me preguntan: ¿y esos quienes eran? Aquí estoy yo. Les digo ufano señalando a un muchacho en extremo delgado. Yo en la edad que ahora tienen ustedes.

Te recuerdo

Te recuerdo ausente, lejana. Naturaleza viva. Nube que llega y se va. Y que a veces humedad nos deja. Uno suspira. Y en el recuerdo viaja lo que fuimos. Pájaro o flor. Polvo singular. Te recuerdo en el columpio. En el naranjero. Río abajo. En la molienda. Con esa paz de tu sonrisa. Absorta en mirar el movimiento de las hojas. Ausente en el pensamiento. Escudriño de lineas y formas. Un verano en Portugal. Canciones de nostalgia. Te recuerdo en las palabras que ya no están. En esa película en blanco y negro en la que aparece tu sonrisa. Tú me miras desde lejos. Y te apareces de vez en cuando en sueños. Yo te espero en la sed de encontrarte y me abraces. Te voy alcanzando en mi promedio de edad. Los años disfrazan al niño que fui. Me alcanzarás me dices en sueños. No lo olvides. Y ríos con tu sonrisa en el agua.

Rutas

No había ruta mejor. Las circunstancias. El tiempo. Y cada quien salimos a pasear por el patio. Luego la calle. La colonia. Y fuimos dándonos cuenta que el mundo era tan grande como las palabras que aprendimos. Y medimos fuerza contra todo y contra todos. Sentimientos a flor de piel. Heridos herimos. Sonrientes propagamos sonrisas. La música fue nuestra alada piel. Y seguimos caminando. Mientras tanto a veces nos detenemos. A mirar de cerca la flor. A escuchar el canto de los pájaros. A charlar en el parque temas de infancia con el anciano que somos. Seremos. La ruta fue definida por causa de amistad y amor. A las ideas. Los libros. A ese entorno que nos envuelve. Y lanza el pensamiento a escudriñar el universo. Ese micro cosmos que radica en el tiempo y el viento. >Y somos nosotros mismos.

La poesía

Y yo en ruego y ruego. A fin que volteara a verme. Y me guiñara el ojo. La humedad es buena. El agua, por ejemplo, se acomoda. Y las palabras iban de paso. Hubo tiempos de mi rogar. Que tocara mi corazón. Que me diera aliento en mis horas muertas. Que reverdeciera la hojas yertas. Y nunca ocurrió tal mi deseo. Te espero, ahora, sin esperar, Poesía.

¿Qué es la poesía?

Preguntas. Sobre el concepto de poesía. Eres tú. Somos todos. El sapo tenaz. La cantadora calandria. Un beso de tu boca. La manzana roja. Saber o no sobre el concepto. Y viene a la memoria. Solo por no dejar. El relámpago en el disco de vinilo.

Hechos

El nacimiento es un hecho. Así de simple. Y vienen los pasos. Los primeros.  Las palabras. Y esa manera de mirar las cosas. Los conceptos, por ejemplo. Y se forma un afluente de la vida. La sonrisa es un hecho. Lo mismo el fruto. Algo provoca. Un pensamiento en el recuerdo. O el saludo de otro que nos mira. Y sucede. Entonces la sonrisa es el efecto de encontrarse. Imagen o rostro que se identifica a la distancia. La manzana es a imagen y semejanza la piedra. Hablemos de la piedra. Existe. Y convoca a la vida, la manzana. Cumple su función. Uso de palabras. Su utilidad o juego. Las palabras cabalgan entre la idea y el viento. Y decimos algo aún en el silencio.  El fuego sin quemarme. La tierra. Y el viento hace ondular las llamas. Falta el agua. Me dije. Una manera de viajar al origen. Los elementos del origen. Es un decir. Dejar constancia solo. De la búsqueda en  lo que somos. Agua, dijeron. Las distintas maneras de estar. No en la forma. Cada quien toma la forma humana que puede.

Entonces si

Entonces si. Claro. Por supuesto. Volvimos al desierto. La mirada seca. Y el reto fue encontrar allí. Esa alegría correspondiente a los nuevos tiempos. Un dolor que no lo es. Volví a Debussy. Sanador. Y envolví la pena. Cápsula del tiempo ido. Siendo marzo lo que es. Reminiscencia por ser. Sostenerse en pie. A pesar de todo. Y caer. Para levantarse. Para cantar de nuevo. Himnos a la vida. Que es lo que ha sido. Mezcla de vivir cayendo de nube. A veinte mil metros de altura. Y darle alas al  acordeón. La música suena bien. Y el cuento de la noche. Antes de dormir. Aquella edad. Esta edad. La que sigue. Y otra más. Canciones como modo de vida. Entonces llegó Debussy aquella vez. Y fue bálsamo. Lo es. En el pozo de la noria. Sigue dando vueltas. El agua tiene la forma de lo que lo contiene. Entonces sí. La vida sigue siendo la delicia. Entre ir y venir. Así que mire usted. Digo ante el espejo. Salud. Tomo café. Y sueño. Entonces somos otros. Seremos otros. Lo que fue fuego. Cenizas. Nada.

Eres mi hermano

Con el dominio de palabras o sin ellas. En la fábrica o mina. Alfabetizado o no. Vueles, sueñes o te quedes sentado. Ustedes son mis hermanos. Sigan la ruta. A veces con conciencia. O en otros casos sin ella. Desnudo. Dormido. El amanecer no te dice nada nuevo. Al anochecer realizas actividades de rutina. Y duermes. A veces se entreveran los sueños. Y te acercas más a la muerte. La nada absoluta. Y sigue la rutina. Son ustedes mis hermanos. En el amor u odio. Paz o guerra. Cavilando sobre superficies lunares. Sobre ganancia. Más hambre de ganancia. Cruzando fronteras. Con gritos lastimeros o sosegado entras al templo y oras. Entras al comercio y oro. Tarjetas de plástico. Saboreas una taza de café. Pides limosna. Cantas. Escribes. Es lo mismo para la vida y la muerte. La nada. El todo. Origen y destino. Son ustedes mis hermanos. Soy yo mismo en ustedes. Escucho música, mientras tanto.

Idus de marzo

Se cierne, César, sobre ti, la muerte. Propicio el mes. Las alas baten aire en el amplio cielo. Una nube gris, leves gotas de agua. Si buscáis a Roma la encontrarás vestal escondido detrás de la pared que no existe. Para no ver las alas no son necesarias. César mira a lo lejos sin mirar. Su infortunio a la vuelta de la esquina. El presagio en la palabra "cuídate". "Solo al miedo tengo miedo", dijo. Y encaminó sus pasos al complejo arquitectónico del Senado. En sus pasos la curia de Pompeyo. Y el atraco. Los Idus de marzo -por el hecho mismo de la traición- son en cualquier mes. Todos somos César en ese camino de traición y trampa. Y todos tenemos el destino que hemos creado. Como arquitectos. El amor es cosa rara. Y vamos de frente hacia la muerte. Con esos pequeños cargos de conciencia. Con esos encargos por merecer eternidad. Y la oración como tortura. Por eso la palabra es libre. Aún sin nosotros. La lleve el viento (a la palabra). Y sigamos en paz. Se cierne, Cé

El éxito

Estos niños que me asombran. Por la confianza en preguntar. Sobre la tarea que les deja su maestra. Qué sucede. Si. por ejemplo. Etcétera. Ahora con una pregunta sobre el significado de éxito. Yo me rasco la cabeza. De no saber responder. Mas por  la confianza que me tienen no puedo dejar la pregunta al aire. Y me suelto contando de la alegría que he sentido. En los momentos distintos. A diferente edad en mi vida. La vez aquella del regalo de una niña que me hizo de un perfume. Yo tenía 13 años. O cuando recibí una cartita con corazón dibujado y perfume. O al sentir el delirio de una canción preferida. Los niños se me quedaban viendo. Como pensando quizá en el desvarío de a quien le estaban preguntando. Una taza por ejemplo, de café, y la charla con mis amigos. Les seguí comentando. O por ejemplo, les digo ya casi por terminar. De cuando ustedes me visitan para preguntarme de no sé qué, pudiendo preguntar a otros. Y llegan con la sonrisa. Ya entendimos, dijo una niña con pecas: el éxit

Ego

El ego es un monstruo al que hay que apalear de vez en cuando. Para atontarlo. Para reducirlo. Porque a veces se convierte en un gigante. Y nos empequeñece. Hay que darle de beber, para que viva. No apalearlo en exageración para que no muera. A veces me convence y lo saco a pasear. Le compro una nieve o semillas de pistache. Lo llevo a un centro ceremonial o comercial. Mas lo tengo atado, para que no haga daño. El espejo me lo devuelve entero. Y sigue su ruta junto a mi. No me abandona. Lo conozco bien. Es un verdadero monstruo. Y hay que apalearlo de vez en cuando. Porque si lo dejas que domine te hace pequeño a los ojos de todos. Y sin que te des cuenta su poder (del ego) está por sobre ti. Y entonces no andas derramando miel por todas partes. Al contrario. Al contrario.

Autoestima

Me lo dijo la sicóloga luego de una hora de consulta. En la que hubo confesiones, diario personal, fobias y filias; memorial de la infancia. Etcétera. Así concluyó: "hay quienes tienen muy baja estima. Y algunos lo disimulan muy bien: tratan de mostrar estima alta, un super ego. Y entre ellos van fantoches, orgullosos, arrogantes y enanos mentales".

La nostalgia

Sobre todo por las tardes. Cuando de rutina te sientas fuera de tu casa. Hay un paisaje verde. Pasan las nubes. Posa un perro. Nada más sucede. Solo que viene el recuerdo a borbotones. No salva un libro. O la taza de café. Nada. Ni acaso el buenas tardes que escuchas como una voz en el desierto. Y contestas mecánico. A falta de un mejor presente. Y apenas sueños de futuro. Un barrio aparece. Unos rostros borroneados por el tiempo. Algunas melodías. No hay dolor. Si acaso el tiempo se escapa. No hay recriminaciones. El tiempo se escapa con una mano levantada del adiós que anticipa la realidad de la nada. Si. Las tardes tienen esa rara manía, La nostalgia atrapa. La tarde. El otoño. Lotería.

Cantan los pájaros

Cantan los pájaros. Algarabía de la tarde. Y casi la noche. Nos regalan su canto, indiferentes. La naturaleza es sabia. Nos complementa. Mientras tanto. A falta de razones. Los pájaros siguen con su pautado. Más si fuera necesario. Asumen silencio para ocupar con las nuestras paredes de palabras. Sucede que no estás. Sábado de tarde y cantan los pájaros 

Vagas llamas de las flores

Vagas llamas de las flores. Esplendor de calor por fuego. Resplandor. Las flores hacen ojo con guiño. Su color se exalta en tu presencia. Brotan las palabras. Las llamas ondean. Y se escucha un grito que mueve sus pétalos y hojas. Rojas o naranja. A veces es necesario detenerse por el esplendor de la belleza. Hemos dicho todo. Discursos al por mayor. Parra de uva o higo. Simbólicas las frutas. A veces escribimos palabras. Solo a veces. Más cuando la pesadumbre de la tarde se apodera. Nosotros guardamos silencio mientras tanto. Fervor del aire bueno. Ese que nos trae aroma y voces. Las flores traen la música por dentro.

Ríes

 Hemos dimitido en mascarones . Las aras. Los escarpes. La taza con mejorana. De veras. Latigamos la nodriza. Con palabras, aclaro. A campo traviesa las palomas. Las semillas tiernas. Disupinos garigaldos. Y enrochetas. Hemos todo, al paso. Diente en agua. Hoja de parra en singular. Los gatos negros. Trajimos pienso y escarlata. Todo por la sopa sin sabor. Los ripios, las lineas rotas. Todo confabula. Acaso roto el destino. Hojas sueltas. Las flechas sin dirección. Héme aquí. Perturbando de rebote a la nube. Para ver si ahora humedad o galaxia. U otra cosa rara. La canción de tres notas. Sencilla y simple. Máscara de coco. Te ríes, sí. Porque crees que algo se esconde. Que hay mensaje oculto. O los datos para encontrar el dije. Por eso dijo loco. Yo escuchaba nada más. De pecas, en canción. Hicimos alboroto. Por si acaso aterrizábamos del vuelo en sueños. Por eso. Fin. Alce la copa.

La tristeza

A la tristeza me la envuelve para llevar. Guardada en bolsa de cierre hermètico. Para que no escape. Suelta hace estropicios en las almas. Y deja un sabor como azúcar quemada. Que duele en el paso de las horas. A veces es necesaria. Surge un verso de nostalgia. O la canciòn completa. De cuando gritan ay dolor me matas. O acaso en reflexión de qué es la vida. No lo sé. Mas llega a cansar si no se le controla. Preciso por eso. Envolverla. Y sin miedo saber conducirla. A la tristeza le debo una copa. Para brindar por la alegría. Pasada o presente. A la tristeza le debo palabras de aliento. Que le ayuden a bien morir por días enteros. Siendo necesaria como es. Para poder valorar los momentos de alegría. Aquí, por ejemplo, me pongo a cantar. No confundir, por cierto, tristeza con soledad.

La alegría

Azar compartido es la alegría. Un viento sugerente que acaricia. Rubor ante el color y la vida. Es un tren donde vamos dormidos o despiertos. Conciencia en libre albedrío. Son de luz, luz de luna. La alegría es el beso y el verso. La soledad creativa. Es el salto al vacío. Donde nos encontramos y a donde vamos. Es una flor encendida. Una semilla que brota. El agua que absorbe la raíz. Es mi padre y madre y la memoria que me sostiene. El abrazo mil veces compartido. La serena canción que nos dibuja. La alegría es un yo sin ti; tú sin mi. Un nosotros amplio, generoso. Un niño triste ha preguntado por su tarea que le dejaron. Responder qué es la alegría. Luego de comprender el significado es ahora otro niño. Todos nosotros somos otros. Con la alegría.

Mujeres

Tres mil veces agradecido. Una vez cuando la vigilia. Noviembre 13/59, hacía frío. Otra vez cuando las primeras letras. Escuelita de pobres. Y con sol: la sonrisa de mi maestra. Y la tercera vez cuando el olivo. Había luna y mucha luz. Todo ello en mi memoria y ser.  Una y tantas veces. Y las tres mil veces de agradecimiento. Un altar. Vorágine. Incendio. Vacío. En cada caso una mujer, con forma y actitud de ángel. Solo para referenciar casos de incertidumbre. Y luego la lámpara de Aladino. Pide los tres deseos. Y más después los libros que me alcanzaron sin jamás dejarme. De campo o ciudad. La fuerza del origen. Y de la alegría casera. Rumba o poema, nos viene bien. De fuego.  De arena. Gigantas. Con alas. Ausentes. Presencia es el sol. Mas los duraznos en el frutero. Mujeres. Os viene bien. Rubor. Sudor. Y esa llama de sol en la mirada. Para entibiar cuando el invierno.

Las cosas imposibles

Un geranio vuelva al botón. Regresa la piedra en su trayecto. Y el beso aquel aparezca devuelto. Una hoja de papel en una esquina con palabras viento y conveniencia. Y dice que el geranio palidece en tu nombre. La rosa bermeja no sucumbe ante la naturaleza. Y la flor no se rinde ante la abeja o colibrí. preciso en eso. Lo fácil es para cualquiera. Y viene al caso: hacer lo imposible. Ya de por sí difícil. Imposible el vivir dos o tres veces. O regresar para su octava vida al gato.

La otra historia

La otra historia es lo que no sucedió. Y pudo haber sucedido. No es el hubiera. Es la posibilidad entre las miles. De caminar otra calle. Vivir otra casa. Mudar a otro cielo. Es recomponer la película con otras escenas. Otros actores. Tener los mismos amigos mas otros. Tener la misma familia, pero otros vecinos. Es acudir a otra escuela. Otro grupo. Haberse aprendido otras canciones. Otras películas. Y hacerla de héroe o villano, según otras circunstancias. Serían entonces otros los sueños y anhelos.

Espero la primavera

Espero la primavera. Luego del invierno frío. En la vuelta del tiempo y temporal. En ese abrir los ojos y caer las hojas. El viento barre las hojas secas. El frío nos arrastró en quimeras. En sueños al vacío. Tiene su encanto el frío, en las lunadas y nieve. Pero viene la primavera. Y con ella se recompone todo. O casi todo. Entre ello la armonía y la sonrisa. Y ese empezar de nuevo. Brotan nuevas hojas.

Escribe mal y acertarás

Escribe. Escribe. Aunque sea mal. O peor. Lo importante es escribir. Que el rollo intrincado del pensamiento se desenrolle. Que haya pan y plan. O aunque no lo haya. Escribir como mal monte. Como destino. Como condena. Escribir. Retar al destino. Dar vueltas a la noria. Escribir como palabra tatuada. Bebe también. Y toca música. Canta. La alegría es una enredadera. Deja cubra tus vicisitudes. Te abrace en tus tribulaciones. Escribe mal. Acertarás en una palabra. O en varias. Un verso. O en poema completo. Si imitas. Hazlo. No importa. Si eres original. Lo mismo. Aparezcan las hojas blanca con beneplácito. Y entonces a celebrar la vida. A seguir celebrando la vida. Una sola. Y efímera.

Las palabras por pronunciar

Las palabras por pronunciar.  La sonrisa viene bien. Sobretodo por las tantas piedras. La carga posible. Las alas necesarias. Por si el olvido hace su parte. Y la memoria deja cabos sueltos. La canción o el poema. Justos en el momento. Necesarios por la rapidez del presente al pasado. Las buenas nuevas. El cofre de  cosas sencillas para la nostalgia. Y sentir que el agua como el tiempo, se escapa entre los dedos. Justo y necesario. Punto sobre la i. El acento a donde corresponda. Y lograr mirar, a tientas sin luz.

Hoja al viento

Miro el caer de hojas en otoño. Gravitan en su fragilidad incierta. Y empiezan a recorrer un camino de aciertos en la vida entera. Ayudadas por el viento recorrerán distancias. Hasta integrarse plenas. Humus bienaventurado. Nutriente de semilla. Nueva planta. Y volverán en hoja para el nuevo ciclo.

Auto de fe

En algo más allá, o alguien. Desde un punto de vista donde domina todo. Nada escapa a ese escudriño. O lo contrario: un libre albedrío de relámpago y truenos. Donde nada es todo. Y esa vastedad nada significa. Creer por ejemplo en el más allá. Desde un interior profundo hacia el peregrinar por descubrir las claves. De no sé que especie de respuesta. Que satisfaga esa ansia perenne de curiosear más allá del ojo. Fe de no sabernos solos, estando solos. Un unicornio o sirena, por ejemplo, acompaña. Y da sentido. Un canto. Un desesperado grito de reclamo por el destino humano. Por ese inasible topo que va por el laberinto. Dejando huellas de su paso. Sombras en la caverna. Un progreso como anzuelo con carnada. O el amor vivificante que al final se escapa. En el concepto vago de lo efímero y eterno. Yo me entiendo. Fe que somos pasado y futuro, donde no estamos ni estaremos. Fe en tu nombre y el mío. Escritos en el viento o el agua. Al final mi fe de lograr pasar el hilo por el ojo de la ag

Las lleva el tiempo

A las palabras las lleva el tiempo. Y las trae. Sonoras y rítmicas. Viajan para desaparecer. Y aparecen de nuevo. Preñadas de historia, de tiempo. De besos añorados y sutiles. Condecoración de versos. Vértigo. El viento se encarga del viaje. Todo pagado. Sin límite. Palabras disidentes, camarada obrero, campesino. Revolucionarias. Pequeño burgués. Plusvalía. Propaganda. Amorosas palabras que construyen. Las que hilan los consensos. Los acuerdos. Aquí venimos. Para irnos. Mientras tanto, las palabras tejen. A veces las guardamos en un cofre. pedimos café mientras tanto. Maduran. Aparecen en el viento. Y cuentan las historias de alas y piedras.  de caminos con polvo. Y árboles con frutos maduros. El viento sigue siendo el mismo delincuente amado. De la vida. Sortilegios para seguir adelante.
Con el golpe le salieron alas y voló. Así murió mi padre. Andaba ya en los 84 años. Y medio sordo. Se descuidó en el cruce de calle. Y sucedió. Salía tantas veces durante el día. Cruzaba calles con agilidad. Y entre precauciones de él y de los automovilistas. Vivió pleno y alegre su vida. El caso es que anoche lo soñé en vida. Posterior a este golpe. Lo vi sereno. En una edad más avanzada. resignado al fin de su tiempo. Fin lento. Sereno en su rostro. "No has venido", me reclama dulce. Yo me abrazo a él. Lo vi con mis hermanos. Lo llevaban como niño a su trabajo. Lo dejaban guarecido a un lado mientras ellos hacían su trabajo de siempre embelleciendo jardines. Y al final lo llevaban a casa en su regreso. Anoche soñé a mi padre. En su tranquilidad. Y en otro tiempo. Que poco a poco va siendo también el mío.

La mosca

Nada de pretexto para escribir. La mosca es real. Lleva dos días cerca de mí. Y huye ante el manotazo. Me golpeo la cara. La cabeza. Las piernas. Cuando se posa en esas partes. Trato de ser lo más rápido posible para matarla. Y nada. Se escapa con su rapidez mórbida. Me desespero y calmo. Paso de un estado a otro. Me deja por minutos. Luego vuelve. La imagino divertida en su juego de esquivar su destino de muerte aplastada. Me deja ahora por varios minutos. Se enreda en los cabellos. Parece ser inteligente. Em lo que el concepto humano determina inteligencia. En su concepto. Si es que tienen conceptos sobre concepto, me ha de conceptualizar como torpe. Y tema de una mosca pintada en la pared. ¿O aplastada? He de conseguir un pastel. Inversiòn, no gasto, de 500 pesos. Inversión en mi salud. Y esperar quede atrapada en el betún y crema.

Tal vez

Tal vez todo fuera diferente. Si hubiera tomado por otra calle. Entrado a otro grupo. Si no hubiera ido a esa fiesta. Tomado la decisión que tomé. Si no escribiera esa carta. No usara esas palabras. Tal vez todo fuera distinto. Mas la vida es como es. Yo tenía ese libro en las manos. Esa camisa color marrón. Y caminé por esa calle. Mi mejor sonrisa fue esa. En ese preciso instante. Y coincidimos. Tal vez el frío o el calor. El café de La Antigua. El gato negro que se cruzó. O esa canción popular en la radio. Tal vez lo creas o no. Lo pienses o no. Lo sueñes, quizá. El caso es el coincidir. De saber de nuestro origen y destino. Y de la particularidad de la vida. De ser polvo encantado. Tal vez la canción, el poema, el libro.

A veces platico con el ángel

Viaja el ángel desde lejos. Hacia confines de almas tribuladas. Uno lo mira al paso y lo detiene. La vida son los asegunes. creo, luego insisto. Y toco de su ala. Charlamos sobre imposibles. Historias quietas de penumbras. Las luces cuando aclaran todo. El ángel queda fijo en su mirada. Absorto de escuchar sandeces. Preguntas de siempre. Dudas existenciales. Guardias para bien. Cuenta el ángel sus historias de eternidad. Goza plena su existencia atemporal. Anécdotas de viajes entre el cielo y la tierra. Misiones especiales. Yo no creo en los ángeles. Por eso platico con ellos. Y me hacen grata con su charla la existencia.

Esa rara manera

Esa rara manera de encender las luces. Un gato negro pasa bajo de la mesa. De encontrar la calma encendiendo cohetones. El gato maúlla. Calla. Se enerva. De disfrutar el viento siendo indiferente a lo que derredor sucede. El gato queda fijo para mirar la circunstancia del momento. Y la alegría de recordar cuando amanece. Agradezco sobretodo por la vida. El gato se escurre lento hacia la puerta. sale. Despertar es revivir cuando amanece. Saberse presente en los instantes. Un gato obtuso. La sala ha sido su morada. Los muebles su cama. Donde coincidimos en la vida breve. Esa rara manera de humillar el ego. El gato ha salido. Lo sigo viendo por la ventana. Fuimos. Y el recuerdo mientras tanto permanece. Esa rara manera de maullar del gato. Absorto en arribos generales. Esa rara de amar en la distancia.

Tirar la toalla

Me gusta el box. Desde niño hacía todo lo posible por ver las peleas de los sábados en la televisión de Don Chano, el tendero de frente de la secundaria dos. De muchacho me puse los guantes en el barrio. Unas cinco peleas. Recibí y di golpes. Los grandes nos ponían los guantes y, responsables, también el protector de la cabeza. La pelea que más recuerdo fue la que tuve contra Gelín el chico. Le gané, por supuesto. Fue a cinco rounds. Por mi afición al box aprendí los nombres de peleadores (Olivares, Mantequilla Nàpoles, Cassius Clay), de los golpes (Jab, oper, gancho). Y algunas expresiones del medio. "El tercer hombre en el ring". "Suena la campana" para el inicio y fin del round. Una de las expresiones muy conocidas es "tirar la toalla". Sucede cuando al boxeador le están dando una golpiza. Y su manager desde una esquina lanza la toalla al ring para indicarle al referee que pare la pelea. La razón es que cualquier nuevo golpe puede puede hacerle daño de