Auto de fe

En algo más allá, o alguien. Desde un punto de vista donde domina todo. Nada escapa a ese escudriño. O lo contrario: un libre albedrío de relámpago y truenos. Donde nada es todo. Y esa vastedad nada significa. Creer por ejemplo en el más allá. Desde un interior profundo hacia el peregrinar por descubrir las claves. De no sé que especie de respuesta. Que satisfaga esa ansia perenne de curiosear más allá del ojo. Fe de no sabernos solos, estando solos. Un unicornio o sirena, por ejemplo, acompaña. Y da sentido. Un canto. Un desesperado grito de reclamo por el destino humano. Por ese inasible topo que va por el laberinto. Dejando huellas de su paso. Sombras en la caverna. Un progreso como anzuelo con carnada. O el amor vivificante que al final se escapa. En el concepto vago de lo efímero y eterno. Yo me entiendo. Fe que somos pasado y futuro, donde no estamos ni estaremos. Fe en tu nombre y el mío. Escritos en el viento o el agua. Al final mi fe de lograr pasar el hilo por el ojo de la aguja.

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