In memoriam Ernesto Benítez López

Me enteré de su fallecimiento al mediodía de ayer, a través de la red social. Increíble que haya muerto Ernesto Benítez. Aún en este momento lo siento así. Antes le pregunté a uno de mis jóvenes amigos escritor Domingo Alejandro Luciano, de Tapotzingo, Nacajuca, esperando me dijera que no, que es una nota que algún despistado las hace circular de broma. Y me lo confirmó. "De un infarto", dijo lacónico.
"¿Quieres café o una agüita?", era la pregunta de rigor que Benítez me hacía al entrar a su oficina. "Café", era mi respuesta siempre. Y llamaba a una de sus ayudantes para que lo trajeran de un expendio de fuera de palacio. Aromático y caliente. Y empezaba la charla que muchas veces fue de asesoría, de recuerdos, de confidencias. Siempre me indicaba que fuera  entre 4 y 6 de la tarde, que era su descanso, para poder platicar largo y tendido.
Ernesto Benítez brillaba por su sagacidad de saber escuchar, por su sencillez, por su humildad. Su oficina era austera. Escritorio. Una foto de su famoso paisano López Obrador. Y algún cayuco con dulces y juguetes tradicionales. Cercana o de la misma edad que Andrés Manuel, corrió destino con El Peje en su trayecto político, siempre de sacrificio. No lo escuché quejarse de algo, de alguien. No escuché que hablara mal de nadie. Y siempre la confianza de contar algo que quedaría entre nosotros si así era necesario. Muy prudente en sus comentarios.
Con la noticia de su fallecimiento a cuestas transité de la 1 a las 3, hora de mi divertimento de Lecturas en cuarentena, transmisión Facebook live. Hice mención con pesar en dicha transmisión, con la esperanza de que no fuera cierto, aunque alguien me llamara para aclararlo, o que él mismo me hablara por teléfono riendo, y que mi vergüenza expresara disculpas a micrófono abierto. Pero no fue así. No ha sido así. No será así.
En el sexenio del Licenciado Arturo Núñez fue Director general de atención ciudadana. La oficina austera era en planta baja de palacio. En las giras siempre estaba muy pendiente de la atención a las personas peticionarias. Por lo regular se le miraba dialogando con la gente. Se mezclaba entre ellos en un sincretismo que solo el don de servir lo hace posible.
En agosto pasado, siendo AMLO presidente electo, le pregunté. Me dijo: "no he hablado con él, ya ves que hay que terminar aquí en diciembre. Ya en enero del próximo año a ver si me dejan hablar con él", me dijo modesto. Ayer apenas estaba de Director de la Coordinación nacional de los Pueblos Indígenas en la zona yokotán.
Hay golpes en la vida muy fuertes, este es uno de ellos. Descanse en paz Ernesto Benítez, orgullo de Tepetitán, Macuspana, Tabasco. Se adelanta, solamente. Orgulloso yo de haber sido su amigo.



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