La zona roja y La muda

Hubo una zona roja.
Se ubicaba entre la Praxedis Balboa y la Treviño. La desaparecieron debido a los gritos destemplados de las esposas de los señores que de noche eran asiduos visitantes.
El Foco rojo y La Muda
Importante es la memoria. Nos permite fijar con pegamento las estampitas del recuerdo. Hubo en la colonia Treviño Zapata una zona roja. Allí los dineros se daban cita para permitir ciertas ganancias a los propietarios de cantinas,cabarets y cuarterías. Allí
-lugares propios para la noche- las damas dan cobijo a los eternamente solitarios. Allí la compañía femenina tiene un precio regulado por la oferta y la demanda.
El maquillaje logra cubrir inoportunas arrugas pero no borra las huellas del inexorable tiempo. La edad se acumula pero la euforia permite el goce del hoy en el cuerpo. Hoy la pasión dura más allá del amor. Mañana será otro día. Y esos mañanas sumados, esos hoy, esos ayeres se suman y se manifiestan en otros pliegues en la piel como novedades tristes en el cuerpo. Este espejito que no miente me incomoda. Pero, caray, hoy es hoy, mañana que me recuerden los nostálgicos compradores de besos.
El Foco rojo es el salón de baile mas apreciado en la zona roja. Es legendario. Allí los botines hacen de las suyas y levantan vuelo entre la algarabía de los presentes. Este lugar tiene su aire norteño. Mas bien es síntesis del mero norte. Polkas y redovas en el sonido del acordeón y el bajo sexto dibujan en el aire el clásico sombrero, la camisa de cuadros y el pantalón mezclilla sujeto por cinturón de cuero y hebilla evidentemente notoria. Uno tiene que ver -es el ambiente- caballos amarrados en travesaños imaginarios propios para el caso. El tablado del piso permite sonoro taconeo. “Echele con feal bailazo agarrebai ladora agarrela del brazo”.
Una de las bailadoras mas solicitadas es La Muda. ¿Cómo se llama? ¿Cuál es su origen? Pocos, muy pocos lo saben. Su nombre y otros datos es lo de menos. Es simplemente La Muda y todos por esta comarca lo sabemos. En cantinas y billares se le sueña. Es la musa de los cuerpos en movimiento rítmico. Allí con La Muda es el cachondeo deslizado entre parejas acoplados en los pasos. La Muda descansa poco entre melodía y melodía. “Redova dedicada a la Muda de parte de Eugenio Garza y López, alias “La Cotorra”.
El taconeo es interminable. Cada pareja intenta bailar mejor a ojos de los mirones. Sin embargo es La Muda y su pareja en turno -que por lo regular es todo un émulo de Chelelo o Piporro- quienes se llevan la noche cada noche. Qué ridícula es la ambición por la fama en estos lugares. La Muda es joven y vieja. Fue joven y es vieja. ¿Quiénes no sabemos que estos tiempos son nuestros pero que inmediatamente dejan de serlo? ¿Quiénes piensan en la jubilación sin disfrutar el minuto que ya no está con nosotros? La Muda es sabia en estos menesteres. Imagina -lo cuenta con señas- que pudo ser artista, que soñó dormida y despierta que su futuro debía estar fincado en ser el centro de las miradas. Todo su cuerpo, menos la lengua se lo gritaba. Su cuerpo entero -menos la lengua- le exigía que se aventurara en los caminos porque en la casa donde caritativamente le daban techo y comida se lo cobraban al doble asignándole el deber de lavar y planchar ropa, fregar pisos, baños y trastos. Se cobraban al triple cuando los hombres de la casa, mayores de doce, querían acostarse con ella para no dormir ni contar cuentos de hadas, sino penetrarla, gozarla y sin remordimiento dejarla allí, en la cama, crucificada, sin aliento por la vida.
No conoció padres, tíos ni abuelos que le hicieran regalos para las navidades. No tuvo hermanos que la celaran ni novios o amantes que le llevaran serenatas o que le regalaran rosas en su cumpleaños. Nadie la pidió en matrimonio. Y contra todo lo que pudiera suponerse, no es personaje de nota roja: no fue violada. Hizo el amor cuando su piel se lo exigió y cuando las circunstancias hicieron propicio tal acontecimiento. Su historia no es material para telenovela lacrimosa. Su vida es historia para ella misma y al contarla a señas mantiene viva la memoria.
A partir de las seis de la tarde aparece, como todos los días, por la puerta que del interior da acceso a la pista de baile.Un aplauso generalizado con gritos eufóricos le da la bienvenida. Ella levanta el brazo y sonríe.

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

De cartas

¿Por qué así, señor periodista?