Otros senderos de la vida

Imaginemos otros senderos
1. A veces. Solo a veces me pongo a pensar en otras rutas que hubiera tomado mi vida, de no haber sido esta muy conocida para mí, de estudiante normalista, profesor foráneo, y escritor de textos, rumiante de sueños y anhelos. No porque me arrepienta ni sea como un guajiro que le da por soñar, sino como mero ejercicio de imaginación.
2. Soy afortunado, sin duda. No tengo deudas. Aunque muchas dudas las sigo teniendo. Por ejemplo no sé el quién, cómo y cuando del origen del universo y la vida. Y sobretodo para qué, si seguro estábamos bien sin conocer esta lúdica existencia. Y pudimos solamente soñarla desde algún confín. Y me queda la duda al fin, si no es eso lo que está sucediendo, de que solo la estemos soñando, como bien escribiera Calderon de la Barca.
3. Yo gustoso firmaría palabra a palabra el poema "En Paz", de Amado Nervo, y más en ese "amé y fui amado", que bien acomodó a su nombre, y como dicen que origen y nombre son destinos, no sé cómo el Antonio pudo influir para que este ser tuviera el destino del cual me reitero el ser afortunado. Más creo que aún no es tiempo de hacer balance. Ya llegará el día de retirarse y uno espera que sea en armonía y paz.
4. Y es entonces que vuelvo a lo mismo de pensar en qué otras rutas mi vida pudo haber tomado, en las que fuera por cierto, también yo afortunado, si no qué caso tiene. Y doy rienda a mi imaginación. Ya de juego en otro texto he escrito que pude ser faquir, mago o loco. Sacerdote de algún culto o gurú de autoayuda, eso creo que no, ni nunca. Tengo otra forma de ver la vida. En todo caso valoraría el hecho de que pude ser gurú de mí mismo para guiarme yo con mis defectos, procurar menos errores, y cosas sencillas así.
5. ¿Pude ser guitarrista? Me hubiera gustado hacer reír la guitarra, con combinaciones de acordes y requinteos tipo de tantos maestros que he visto, en cine y en televisión, que no nombro a alguno, por tenerles envidia. Me asomo a unos videos tutoriales. Y miro con qué destreza hacen mover los dedos y pasar de un traste a otro, sacando nota a nota bellas melodías, con mucho desparpajo, como si ya hubieran nacido para eso. Y me pongo a practicar, y llora mi guitarra, no porque toque bien, sino porque toco mal, y alguna cuerda se revienta, y mejor la dejo que siga durmiendo el sueño de los justos, guardada en el rincón, donde me espera sensata, que me dedique un poco más, cuando menos lo mínimo para llevar serenata, en acompañamiento, porque en voz, dios o la creación, me quedaron a deber. Pero agradezco el tener voz para hablar y poderme expresar.
6. Pude ser jardinero, como mi padre Juan, de quien me enorgullezco siempre, por su buen corazón y su honradez sin falsa modestia. Qué orgullo. Como jardinero si encontraba, como sucedió alguna vez, alguna cadena de oro olvidada en el jardín, tocaba la puerta para entregarla, o cartera o relojes. Pude ser jardinero sea en Matamoros o en Texas. Y pasármela entre cortar pasto y guiñar un ojo a las flores, todas ellas tan bellas y algunas con aroma de perfume natural. Yo lo veía a él cómo en el rostro reflejaba la gracia cuasi divina de ponerles fertilizante a las plantas. Y él en gracia miraba los botones y las imaginaba flor en plenitud.
7. Pude ser relojero. Cuando mi padre llevaba su reloj a reparar, yo miraba al técnico en relojería, cómo con un monocular se asomaba a las piececitas invisibles al ojo humano natural, y con unas pinzas chiquititas le quitaba o ponía alguna pieza con tanta dedicación, que yo me decía en la edad de 8 años, que debía ser precioso meternos a mirar las cosas pequeñas. Luego supe del microscopio, que era para mirar lo que de plano el ojo humano no mira, ni la imaginación imagina, pero que está muy cerquita. Luego supe del telescopio para mirar de cerca la luna y las estrellas. Y entonces me supe pequeño. Y mejor me soñaba ser relojero, para sentirme grande ante lo minúsculo.
8. Pude ser pescador en las playas de Louisiana, o en algún pueblito pesquero de La Habana. O piscador en los campos de tomate o naranja en California, o de algodón en las grandes haciendas esclavistas de Alabama o Arkansas. Pude ser bibliotecario en mi Matamoros querido o de algún pequeño condado en cualquier estado de los Estados Unidos. O chofer de alguna patrona bella y de corazón lector, que triplica en belleza los buenos corazones. Y que me platicara mientras maneje yo, sobre algún poeta norteamericano y me leyera poemas, como si los leyera al oído (que de eso nada sé yo). Y el infaltable "yo también escribo, Mr. Calvillo". Y mi respuesta fuera, "Oh, yo también, Miss. Dickinson". Y empezar con escarceos de palabras. O ser un leñador como Macario que sueñe comer, como él, un pavo completo, yo quizá una gallina que haga buen caldo. O vendedor de tacos al pastor y de tripa, pero que antes los pruebe yo. Y hacer una salsa picante que haga agradecer la sabrosura del arte culinario de los tacos y anexas.
9. Que el hubiera no existe, con eso del pude haber sido. Pero válgame que circula en internet una credencial de INE, de una mujer campechana, que de nombre según dice allí, su padre, que debió ser un vacilado de primera, a su hija le puso Eluviera, para desarmar a esos que dicen que precisamente "el hubiera" no existe. Pero según ese dato, que falso me parece, Eluviera sí existe o existió. Así que yo seguiré dando vuelo a la hilacha y seguiré haciendo mis ejercicios de imaginación de qué otro oficio pude haber sido, si mi vida hubiera corrido por otra ruta.
10. "¿Imagine qué hubiera sido de usted su hubiera supiera leer y escribir?" Se cuenta que un viejo analfabeta, velador de un centro nocturno, con treinta años de antigüedad en el trabajo, fue corrido por la nueva administración, que le pidió que no solo velara las entradas y salidas, sino que también las registrara en una libreta especial. Pero como no sabía leer ni escribir le dieron su finiquito chiquitito. Y triste se regresó a su pueblo de montaña, pero antes compró un martillo, clavos y serrucho. Como su comunidad estaba a cuatro horas de ciudad, su herramienta se la pedían prestada, hasta que mejor se la compraron y él la vendió. Para no hacer largo el cuento se dedicó al comercio.
11. Y pasó, en algunos años, de una pequeña venta de herramientas a un consorcio de ferreterías. Así que financió la construcción de tres aulas y auditorio para la escuela del lugar, y los niños no sufrieran humillaciones por ser analfabetos de grandes. Ya en la ceremonia oficial, donde estaba el presidente y el gobernador, le pidieron que pasara a firmar el libro de visitantes distinguidos. Y le dijo al Gobernador que no podía, porque no sabía leer y escribir. Sorprendidos, le dijeron, "si siendo analfabeta ha logrado construir un emporio comercial de grandes dimensiones, ahora imagine lo que sería si supiera leer y escribir". Y su respuesta fue sencilla, y sin arrogancia respondió: "fuera simplemente velador de cabaret".

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