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Mostrando entradas de mayo, 2013

Desde lejos

Lejos, alto. Cerca. No sé. Entre nubes busco formas como antes. Y miro un pescador con su chinchorro y por allá el pez. Y miro un viejo barbón como un dios de las nubes. Y un caballito de madera que nunca estuvo allí, mas lo formé con mis manos. Y un duende con sombrero, allí escondido atrás de una nube ligera, pero acomodaba su cara y sombrero. Y más allá un ferrocarril dirigido al incierto norte con su fumarola. Lejos y alto. Cerca. Un campo de algodón como en 1960. Y nostas musicales, vaya, que prodigio, un libro blanco para escribir. Y de pronto me vi cruzando un río, seguido de un perro juguetón. Y vi tu rostro allí al alcance de mi mano. Y caí. Cerca, aquí. Un hormiguero es esta ciudad. Un dato no es el poema. Es el universo todo, visto, cerca, lejos. depende del lugar donde uno se encuentre. Una vez en vueltas a la noria. Aquí.

Artificio

La nada es un artificio.. La disputa por el camino, la frontera, la casa. Y el todo es también un artificio. Abarcar por completo la geografía, las nubes, el cielo. Uncidos en el mismo destino la totalidad y la ausencia, como para descifrar crucigramas, jugar loterías, comprar billete para que el azar determine el enigma. Estuvimos a la orilla del río. En el Norte y Sur. Cada quien en una orilla mirando pasar la corriente a veces lenta o rápida, arrastrando troncos y animales muertos, basura. Tuvimos oportunidades para chapotear en el agua o de manera simple mojar los pies. Sentimos el frescor en nuestras plantas y rodillas. Artificio es el recuerdo del pasado y futuro. Nos lanzamos a la batalla por el todo y la nada. Y ambos marcaron el camino con palabras como toro que embiste. Caminemos que la vida es apenas artificio del movimiento.

Entonces

Entonces el silencio, cuando impera, es conjunto de discursos sin palabras. Evocaciones al mejor estilo de la lluvia y los panteones. O el buen decir. La mosca queda en los alrededores. Y se planta bien en la pared a esperar que la consignen en textos aburridos de filosofía o composiciones. La vida breve es el cúmulo de sueños no realizados en tanto cada días se machaca la búsqueda de razones para la existencia. Tomo una hoja de papel y anoto fórmulas inconexas donde el libre albedrío juega a la ruleta. Negros o rojos, pregunta el cupier, y la gente dice uno u otro. Y la casa pierde o gana, según la levedad de las fichas. Entonces dromedarios y bisontes en estampda tiran el ajedrez para evitar triunfos efímeros. Y que las piezas transiten a su manera. Es entonces que escribo como una manera de desterrar el silencio, acotarlo a su condición de ausencia de palabras.

Ahora

Ahora es un tiempo finito. Es el transcurrir de los instantes que se vuelcan al pasado añorando un futuro que se desliza. La ráfaga de recuerdos, presentes  hoy en el ocaso, son imágenes en sepia. Borrones y palabras reescritas para ver si acaso. Ahora está frente a mí el río bravo. Recuerdo. Hay cementerios de automóviles y casas abandonadas. Hay miradas lánguidas donde no se espera refugio como zona de llegada. Las palabras suenan secas, áridas, aún en la manera en que se dice bienvenido. Las palabras del ahora son huizaches, espinas, metales. Son monumentos efímeros que bordearon sentimientos y dejaron huellas. Palabras al sol y sombra. Palabras donde anida la esperanza de quienes no se subieron a un vagón en la estación de tren. Y pusieron nombre al estilo filibustero. Acodados en el "esto debe pasar". En el "vendrán tiempos mejores". Y murió el cura viejo y el obispo. Murieron los abuelos. Y nuestros padres cumplen con el requisito de las huellas como pruebas d

Aquí

Ahora es aquí. Geografía y raíz. Polvo soy y bailo bajo los árboles y en el camino. Abedules y mezquites. Recorro estas calles como Pedro Páramo en páramo, asomándome al vacío. Recorro mis pasos frente a fantasmas que me miran y a quienes miro, fantasmas todos bajando y subiendo en un vagón del ferrocarril. Escucho y me escuchan, diálogos sobre lo que no es. Identidad difusa, mosaico de pequeñas ramas y hojas de variopinto lugares de donde ya no somos y a donde nunca iremos de regreso. Escucho voces de los muertos que seremos. Y aplauden raudos cuando entramos o salimos de escena. Un café o dos, es lo mismo que nada. Esos que salieron y vuelven y los que nunca se fueron, mezcla de nostalgia por lo lejano nunca conocido y por lo cercano donde amarra cordón. Aquí estuvimos escribo en una pared a punto de caerse. Y volveremos tantas veces sea necesario amenazo. Esqueletos. Cuencas vacías. Carne seca, como polvo aún adherido, por los tantos milenios. Miro el espejo. Me mira.

Me dicen

Me dicen que estuve aquí, somnoliento o vivaz, que el aliento, en fin. Que hasta nuevo aviso, toque la puerta. Y no entiendo el rumor de voces que me cercan. Me dicen que estuve, era luz. Y yo sentí la oscuridad sin brillo junto a mí. Qué decir cuando contuve la respiración como si nada y la risa sin vida. Me oculté bajo el asfalto, a ver si así era mejor destino. Y me reía de mí mismo. Me dicen que oh, el espejo es buen consejero para contar mis huellas. Y yo lo rompo porque me sé y conozco cada centímetro de piel. Surqué en tierra y en agua cuantas veces fue necesario. Caí de bruces y me levantó un verso escuchado de la infancia. Me dicen que me pare, que me siente, me detenga. me dicen que ponga mi pecho a buen resguardo, que hable o me calle, brinque o salte. Y yo hago caso omiso, porque eso de ser despierto no se me da. Digo que las voces me circundan. Y a  la soledad hago bailar hasta que se aburra y me deje. Corro y me detengo. Me siento en un parque central y espero, nada, todo

Otras veces

A veces en la nube y otras en el suelo. Y del cielo merecido me acuerdo apenas como en sueños. Caí. Y a punto del impacto, miré hacia arriba, y de pronto a emprender subidas. A veces el pan con miel. Uno sabe lo que significa cuando el hambre encaja sus colmillos. Entonces viene a mí la hada de la música y me rescata con sus notas en la piel o el oído. Rumba y vals. Otras veces la sonrisa es el alimento. Y a saber, el sol calienta en serio o el frío apenas se hace sentir. Viene a mi el canto de sirenas. Y es apenas murmullos de reminiscencias vanas. Leía a Pound en Cantos pisano sobre humillar el orgullo. Un animal nos tiene con las manos en la garganta y aprieta. A dar patadas al ego. Me pierdo y vuelvo.A lo lejos un aluvión de datos y compases. A veces hay agua cuando la sed; Otras veces nos permitimos escoger entre tinto o blanco.

Quién 2

¿Quién satura los colores en la mañana? Pintar casas a cambio de pan. Y mientras el tren pasa de estación en estación, deteniéndose apenas. Y ese verde se ve más verde al igual que el azul. ¿Quién colgó el durazno y la manzano en lo alto del árbol? Habita en mí el campesino, el que siembra y cosecha y a hurtadillas muerde duraznos y manzanas. Sucede a veces que las preguntas tardan en aparecer porque las respuestas ya están. Y mas: la roca se quiebra al fin al paso de los años. Y las palabras actúan en uno como brazos que transmiten tiempos y ritmos. Yo aquí en este lado de la aridez, pensando en cruzar el río para al fin estar. Yo vine del norte al sur. Y miro las casas en las que habita el tiempo, desiertas. Abro mis brazos donde no hay nadie. ¿Quién escribe? Este es el yo, el que nadie nombra. El que utiliza plastilina y construye caballitos de mar y heliotropos.

Quién

¿Quién descorre el velo de la noche para que vuelva la luz? Habrá que ser victorioso para levantarse sostenido en el aire y el pulso. ¿Quién se mantiene en vigilia para velar los sueños de quienes constuyen el nuevo mundo el que ha de venir más temprano que tarde? Un búho escucha la pregunta y desdeña responder mientras se le graba en el pecho el último lumen. ¿Y quién destruirá el último eslabón de la cadena última forjada en los sótanos de las iglesias de hace más de veinte siglos? El hombre descalzo no siente la piedra aguda. Toma un libro y cae y se levanta victorioso. ¿Y quién es bálsamo de las heridas que nunca cicatrizan por el efecto de la caverna? Tenemos las preguntas, y escudriñamos en nuestro sedimento de roca para elaborar respuestas que nos den provisional alivio. Yo sé que el destino es el polvo, lo supe desde antes que mi madre me tomara de la mano y daba el beso por las noches.

Inicia el día

Inicia el día como la vida, este nuevo paréntesis. Inicia con el ímpetu de caminar sin correr. Y ver como si fuera la primera vez y nombrar todo con palabras nuevas. Aquel sol no será sol, sino luz. Y el polvo que nos circunda en levantisca será vida atrás. Y las mariposas y los pájaros, libertad. Y este libro que viene y va, será saludo. Y así por el estilo seguir. Alborozado brincar y tocar el rabo de nube aquel que nos inspiró una vez y una vez más. Y la canción última sera primera por de nueva vez. De lejos, la claridad, mueve montañas, como la fe. Y la palabra amistad se renueva sin el interés de buscar o estar. Escribo. Y las palabras se conjuran para fluir alegres, bonachonas.  Nada he dicho. Todo está dicho.

Buen día

Exactas las palabras. El bien mejor es la vida. Y dos manos tan distintas y afines. Es cuando se me da esto de escribir y a ti de leer. Y suspirar. Un buen día no lo es, así nomás. Se dan las circunstancias, déjame ver: el aletear del colibrí, lo vi. Una hoja seca sin caer cae. Una burbuja de jabón, en la ingravidez. Esa nube pasajera al voltear y ver. Este yo aquí, tú allá. Este libro cerrado que espera paciente el que alguien lo llegue a abrir. Un buen día es la alabanza del silencio en el soñar. En el saludo fraternal. Y en ese equilibrio matinal de sentir la emoción del caminar y sonreír. La belleza es un modo de ver armonía donde todos ven fealdad. Y procurar armar el rompecabezas del día. Una llamada acá, un fijar atención donde hay vacuidad, donde lo fútil está allí, y lo logra uno sobrepasar. Buen día. Sin soñar no lo es. No lo será.

El gallo

Canta el gallo al amanecer. Un nuevo día al fin, para merecer lo que el afán nos muestra, ante todo, el aire para respirar, que ganancia es, y esta claridad de ver/ el obturador para fijar las imágenes del soñar y volar. El nuevo día, ilusión. Nuevo parecer y ver. El timón y hacia adelante y del revés, también la liquidez de acomodar el bastón, al suelo mejor, por si acaso hay que caer. Y el amor sigue siendo bastión, de los locos que miden su fuerza en el vivir, sin el temor de encallar en arenas movedizas o la lobreguez de la oscuridad. Canta el gallo. Y dejar de lado la piedra que usted no es, ni yo, lo sé. Es la pequeñez que se empozó en el alma, es la autoestima de poco estimar la vida, el saludo, el abrazo. Yo hoy canto en la lejanía, con una voz que sale del corazón, no de la garganta. Hoy saldré a caminar y ver, más que a observar. Y diré unas palabras al fin sobre Soñar y ser. Un buen día el gallo volverá a cantar. Y ya no estaré. Por eso agradecer el ver cambiar la oscuridad.

Velar

Velar en atisbo atento a lo que sucede. Ponga la gallina sus quince huevos. El discurso de rutina sobre las intenciones de la paz haciendo la guerra. Encontrar el mensaje oculto al leer de derecha a izquierda en el recado recibido. Digo, si ni de izquierda a derecha lo contemplo. Velar armas por si acaso la angustia se apodera al doblar la esquina. Si acaso atento a que no doblen mañana por mi las campanas de la iglesia, esa la del pueblo blanco. Donde es uno el que muere a la vez mueren todos, tradición, orgullo, prejuicio, estirpe y linaje. Dejo constancia que busqué razones válidas para justificar a la izquierda las ideas. Busqué razones para dirimir conflictos existenciales luchando con fantasmas. Y harto de las circunstancias donde origen es destino, grité en el vacío de la montaña y me rebelé contra mí mismo. Aquí ando, voceando y vociferando. Levantando por todos lados la bandera de la paz en los campos minados de la guerra.

Diré

Diré lo que vislumbro. Polvo en el camino y en el aire. Partículas sin peso empujadas por el viento. Una chispa en el inicio de todo, fuego finito hasta reducir todo a su mínima expresión. No hay esperanza. No hay vislumbre de principados o reinos felices. Solo páramos construidos en el empeño de  ser todopoderoso en tanto descansa el dios que hizo todas las cosas, en un descuido. Solo escombros, grietas, cicatrices,  por donde el tornado apenas fue una causa de la causa,  rayo del viento arrojado al abismo. Vislumbro término de las especies en un vómito aterrador del dios impío que desató el nudo donde estuvimos atrapados en un tiempo hormigas, camellos y elefantes. Burbuja de jabón es el tiempo inconmensurable para los átomos del orden. Un tren, una estampida, una explosión. No hay rastro de vida, dicen las crónicas de la época. A ver si se entiende el hombre, al fin, ante el espejo. Diré.

Ahora digo

Ahora digo que las garzas duermen en una pata y tienen equilibrio. Que los cisnes son lo mismo al alba y al anochecer y su cuello es apetecible por eso de torcerle el cuello. Digamos que he cambiado porque todo cambia sin ser exactamente necesario. Una rumbita para provocar calor y esta sed que es ausencia del mundo líquido. Aprendí lento del plato vacío y de las palomitas. Un cine de pueblo ha de ser la agonía del tedio, porque si no, entonces nada tiene sentido. Pretexto para el acordeón y las notas del diluvio. El universo se renueva. Ahora digo repetidamente lo mismo. Amistad y amor centrados en la flecha.

Detrás de mi

De mi, de todos, de nosotros, discursos por las piedras que no sienten, por los pájaros en jaula, por los conejillos y las ratas a quienes usan en ejercicios de ciencia quimera. Detrás de mí el discurso a los acróbatas que deslumbran en su vuelo por el universo bajo la carpa de un circo de pueblo; de mí, palabra tras palabra que dice sentencias, adivinanzas, castillos de babel en el mismo idioma. Cisnes de palabras, sapos de palabras, colibríes que entran y salen en la caverna del olvido. Habitamos olvidos y sueños en los que consumimos cientos de palabras asadas en leña verde. Detrás de mi y de frente, el olvido. Polvo y señal de este paso del tiempo, nuestro.

A traves de mí

A traves de mi es mi padre y madre quienes miran' la rosa encendida y la necesidad de salir hacia El Dorado. Mira a través de mi el árbol milenario, la piedra y el átomo. Mira el origen, gusano ciego que repta y mariposa que vuela. Pasa una nube, siento en mi piel el paso del viento. Admiro en ti, dicen esa forma de renunciar al cielo mil veces prometido. A través de mi padre en cadena mira el esclavo, el siervo y el obrero. Llanto sosegado, rabia infinita. Mira el hombre y la mujer a punto de lanzarse desde el puente al río donde no hay nadie, corriente detenida. Mira el esclavo su yugo, lame su herida y mira al frente. Mira el siervo con el temor de perder la heredad prestada. A través de mí el obrero mira su dicha, fiesta de las religiones que como zopilotes lo contienen en su rabia por cambiar el mundo.

Presencia

 Cuando las ramas de los árboles son abanico bifonte que acaricia el aire y lo transforma. Cuando el tiempo se sostiene como helicóptero, sobre sí mismo. Y las cuentas salen perfectas, sin decimales que hostigan. Hago pastel. Es ciencia popular la mezcla. Harina para pan, sin sal, las palabras que dicen discursos placenteros, como diciendo ya se fue abril. Es tiempo donde se auhyenta el olvido y los teléfonos se ponen en silencio para escucharnos. Concierto de voces al unísono que se complementan. A veces alternadas, paralelas. Es mayo y canta la chicharra. Los libros hacen acto de presencia. Y nosotros, ni se diga. Caminemos y a platicar, que las palabras nunca se cansen de encubrir y decir. La maravilla está en todas partes. Sólo es asunto de vivirla y magnificarla en lo posible. Siempre la voz, nuestra huella digital, por si acaso.

Cerrado por reparación

Que afán el pensar  Que por ti puedo olvidarla  Con los ojos puestos en ella  Como voy a fijarme en ti  En que peor ocasión  buscas uno de mis besos  Para llevarlo hasta tu boca  Y aunque te pudiera fingir  Perdóname esta vez no  No puedo hacerlo sin amor  Por que después de la pasión  Queda un vacío de amargura  Por la aventura  No puedo amarte  No no te ofendas por favor  No puedo amarte  No me merezco el honor  No puedo amarte  No estas en lista ni yo tengo colección  No puedo amarte  Cuando ella sigue dando vueltas en mi mente  Esta negado al amor temporalmente  Mi corazón cerrado por reparación

Cerrado por derribo

(Joaquín Sabina) Este bálsamo no cura cicatrices, esta rumbita no sabe enamorar, este rosario de cuentas infelices calla más de lo que dice pero dice la verdad. Este almacén de sábanas que no arden, este teléfono sin contestador, la llamaré mañana, hoy se me hizo tarde, esta forma tan cobarde de no decirnos que no. Este contigo, este sin ti tan amargo, este reloj de arena del arenal, esta huelga de besos, este letargo, estos pantalones largos para el viejo Peter Pan. Esta cómoda sin braguitas de Zara, el tour del Soho desde un rojo autobús, estos ojos que no miden ni comparan ni se olvidan de tu cara ni se acuerdan de tu cruz. No abuses de mi inspiración, no acuses a mi corazón tan maltrecho y ajado que está cerrado por derribo. Por las arrugas de mi voz se filtra la desolación de saber que estos son los últimos versos que te escribo, para decir “condios” a los dos nos sobran los motivos. Esta paya tan lejos de su gitano, este penal del Puerto sin vis a vis, esta guerra civil, este ma

Este que ves

Este mismo que ves. No lo es. Sombra y luz, grietas con cicatriz. Y no es feliz (lo dice nomás por rimar). Se divierte mirando sufrir a la gente (lo cual evidente que cierto no es). Lo defino como camaleón y me equivoco. Lo tienen bien identificado. Amoroso de Leonor. Y desapegado en apariencia de los buenos vinos y de las buenas conciencias. Odres al fin donde está la uva ya en el olvido. Me salgo a veces de la linea. Y me inmolo como Ícaro. Pero también Morfeo en la realidad me domina con sueños de revolución, en apariencia. Mas bien Sisifo sería la imagen ideal. Aunque la piedra dejo en el fondo, para liberarme y subir en solitario. Dolor empecinado en la formación. Viajes. Luz. Este que ves, una vez durmió bajo un tren. Otra vez tiró una piedra a la iglesia. Y rondó una biblioteca abandonada, por sed. Tengo imágenes del Dante en el infierno. Mas luego salgo con rapidez, para llegar a donde estés. ¿Entonces quién es?

Descripción del yo

Atrae no escribir nada en esta página. Y perfecto el blanco de fondo, ausente de palabras. Sin embargo sería trampa también, lo que espera el lector es que diga del guiño y la mortandad de los peces, o la sirena. Una máscara sí. Y otra más. En el espejo miro al pájaro de la noche, ciego. En la oscuridad percibo la poca luz. Y me obnubilo ante la tanta. Cierro los ojos. Y descubro lúmines perdidos inconexos. Me conozco me digo a mi mismo, mentira para tranquilizar la conciencia propia. Soy yo este que escribe. Y trata de entender el mundo y la existencia en los 53. Y nada sabe. Mas que los pulsos vitales de la sangre que mide el corazón. E imprudente levanta la mano para no decir nada. Cantinfleo permanente. Ego reducido a cenizas, aunque de pronto elevado como fenómeno conocido como el síndrome del enano en sueños. (pendiente seguir, la hora)

Que me voy y me voy

Afanes, espacio, sueños, palabras. Seguiré escribiendo. No aquí, no ya. No hay razón. Otros afanes y rutas me llevan a otro espacio, fresco, blanco. (Cuaderno Calvillo Dos, tal vez). Entraré en reflexión sobre los motivos que el lobo tiene para escribir aquí o allá. Debo, sí, cuidar las palabras. Lo he hecho. Debo sí, cuidar la idea. Pensar que son textos a la deriva, en altamar o por las calles en otoño con la hojarasca seca como tapete vegetal. Sin rumbo. Buenos días, luna, buenas noches sol. Mi mundo siempre del revés.

Durazno

Durazno es la clave de la infancia. Por esos días andaba yo con el temor de acercarse las vacaciones porque el trabajo en los jardines de la infancia, a donde mi padre Juan trabajaba para ganarse el jornal del día. Entre todos los jardines había -en unos cuantos- árboles de durazno que en mayo y junio sorprendían cargados de esa fruta carnosa y de olor especial grabado en la memoria. Verde, sazón o maduro, era la gloria saborearlo mordida a mordida. Por eso aún hoy, a estos años, los recibo gratos, generosos. Camino en supermercados anhelante de ver esa fruta que me trae en añoranza, la niñez. Y tomo uno, sin pagar, escondido entre la humanidad, y lo trago. Amo los duraznos. Y la mano y pensamiento que lo siembra y cosecha. Por eso vuelvo a la alta California. Por eso viajo a los campos de Guanajuato. En sueños.

Libro viejo

En el libro está el reto. Símbolo de la humanidad y de la paciencia. Del reto de vislumbrar un futuro generoso, por lo tanto mejor. En el libro viejo se encuentra la esperanza. Está la danza de los díoses y la fiesta de las noches. Oscuridad y luces. En el libro viejo está la noche de la ira y los recuerdos. Es hora de hacer recuento. De apalabrar geranios y rosas. Mañana es otro día. La luminosidad abraza para decirnos que la lluvia es buena, y con el sol el arcoiris. Retiemble la tierra. Se parta en dos el eucalipto. Venza el amor. Vamos al camino. Caminemos, tal vez. La canción. Cuida mi libro viejo. Es la joya empeñada en la palabra.

Café

Tomo café en solitario a sorbitos o sorbos normales. La imagen debería ser con volutas de humo de cigarro por eso del juego de los días. Mas como no fumo, entrecierro los ojos y pongo mi mente a veces en blanco o en el recuerdo. Un café no dice nada y pido otro y otro. No espero a nadie, porque esperar es cripta. El tiempo se va y es bueno. No discuto, no corro. Si digo que el tiempo se va, me corrigen que transcurre. Y digo que hay razón, y me absorbo en el silencio. Los cafés son centros donde se compone el mundo o cuando menos se avanza. El café en París será el del diálogo sobre las flores del mal y uno de México sobre las olas del mar. No hay distancias insalvables entre un café y otro. Yo acudo. Me lavo la cara. Quito el polvo de los libros y salgo para seguir en la ruta de la nada. Tomo café y no hay nadie ayer ni hoy.

El clima

Me preguntan sobre el clima, si calor o fresco, si próxima lluvia, o la humedad. Y uno quiere hablar de la esencia de las cosas, de la verdad que es como un cancerbero que se salta las trancas tarde que temprano. Me preguntan sobre el precio del apio y del tomate, y yo respondo con temas ajenos a la pregunta, como el aprecio, como el hambre real y verdadero de los niños, y los libros quemados. Yo cabalgo en caballito de palo. Yo canto melodías para el día de muertos. Yo pregono el sobre el sabor de la hamburguesa como mejor invento de los gringos. Me preguntan sobre difuntos ahora polvos. Y sobre mis desatinos escolares. Y yo me hago el loco y guardo silencio. Uno de vez en vez debe ser prudente y guardar silencio para de ganancia verse más bonito. Ya me voy. Ya volví. Gracias.

Pan

El pan fue siempre mi rumbo. Aurora boreal en el desierto donde habité por muchos años, descalzo. A veces tibio o duro. Mitigó mis tardes de pena, haciéndolas menos crueles. Luego el pan se transformó en tantas cosas, como misericordia, bonanza y concordia. Escuchaba al orador absorto ensimismado en el hambre que no lo era por las palabras de combate al fragor de la batalla. Se transformó en versos de plenilunio y canciones miel a donde llegaban las alondras a beber cicuta. El pan mata el hambre, era la expresión. Y nosotros lo defendíamos como esperanza del mañana de bondad y cosecha. De niños y de adulto el pan fue la recompensa alada del día y de la noche. Contrito y en penumbras, de niño, alargaba la mano a donde estaba. Pan. panegírico en recuerdo de la infancia. Y del semidios de los corderos.

Ahora

Ahora es un aquí. Fijados en la geografía de una manera determinante. Como dar pasos y seguir en el mismo lugar. O saltar y quedar donde mismo. Ahora es un tiempo que se esfuma, que se fue. Es la fugaz chispa que no enciende y aparece de pronto y se va. Aquí y ahora es l determinación de la conciencia que dicta estás y eres. Y terco el sentir, la ondulación de la voz tersa que desde la distancia reverbera para dar aliento de boca a oído, en la imaginación. En el ahora se cuenta lo de una vez. Aunque esa vez fue un ahora determinante  de lo que sucede hoy.Simplemente. Un piano. Que cárgalo, que muévelo. Que súbelo. Bájalo.  Pasos constantes, determinantes en el rumbo. Una flecha va rumbo directo a su punto final. El polvo.

Quizá

La muerte alivia, dicen. No lo sé. Quizá. Lo cierto es que la vida es bella aún con las tribulaciones propias del oficio (de vivir). Un gesto o palabra. El poema  allí en la memoria, como una huella del tiempo. No es el afán de quedarse en el pasado o volver. Es reconocer que somos por lo que hemos vivido. La hoja seca, por ejemplo, o la canción de las hojas secas. Y la vez que escribimos la primera palabra. Para seguir luego. Quizá suene la presente como desahogo de pruebas donde soy culpable de vivir, o presunto. Declaración como llamado a querella en virtud que estoy en libertad bajo palabra. Así lo siento. Y el juez supremo dictaminará su fallo inapelable para condenarme a la vida, de por vida. Infierno eterno a quienes lean esta página. Quizá no.

Huída

No huye el sol o la luna de las miradas. Tampoco la luz o sombra o el mar en su ola. Todo sigue el ritmo de la inercia, en los tumbos de los acomodos y reacomodos. No huye el ratón del gato, antes más bien se entrega, en el hechizo de la magia. El conejo queda paralizado por la luz. Y el hombre ante lo que no conoce, rostros de la incertidumbre. La huida es más bien una forma de mostrar un rostro. Una manera de encontrar el pasado que se aleja o el futuro que no está. La arena movediza es la imagen. O el fango donde se hunde el sabio enredado en teorías. Tranquilo el venado se acerca de madrugada al pozo de agua, por sed. Y no otra cosa sucede. Más que el hastío, la distancia. Enhorabuena por la hoja. Las palabras. El café de pasado mañana. Dibujo tu rostro por mañanas y tardes. Y en los sueños te evoco. Es mi manera de describir júbilo, bienaventuranza, dicha.

Retorno y despedida

Resulta que los años y los días. Resulta que las nubes y el otoño. Uno mira las hojas verdes del sauce y de inmediato, junto a ellas, la visión de las hojas en el suelo arrastradas por el viento. Y los años se presentan como hechos consumados. Yo iré y volveré, venidas del retorno para nuevas despedidas. Y así hasta el infinito breve que nos proporciona la vida. Cementerios de sueños, voladas y besos. Cementerio de metales alcalinos y tasas de café rotas. Eso es la vida, junto con hojas secas, autos viejos y computadoras de deshecho. Sin dudar que los libros están allí en los rincones, sin aspavientos, después de las lecturas obligadas y las de la suerte, para amarrar los gallos de oro del Rulfo, y los atarddeceres donde no sucede nada, más que el sol se oculta entre la lumbre del universo. Hastiado de lunas. De poemas que nada dicen, ni entretienen, ni van al mercado para la oferta y la demanda. Limonada con sal, agua de mar. De amar.

Eterno retorno

Un círculo; un ir y volver en el retorno normal. Un perder la cuenta en el conteo de estrellas e iniciar de nuevo, como Sisifo que sube una piedra sobre sus hombros y siente que lo sueña liberado, e inicia de nuevo. Bendita piedra para construir el templo del creyente. Aquí y ahora es el tiempo único, es el admirar el relojo, no por el tiempo que mide, sino por el mecanismo suizo que mueve los minúsculos engranes y ese ojo que lo mira, formando una unidad. Mi camino es de polvo y agua, es de arbustos y flores. Es abrir camino donde la hierba crece. Es nunca dormir la siesta por miedo a la muerte. Y no es miedo, es mirar más allá de los párpados. Escribo un libro donde mismo alguien me escribe. Páginas blancas y grafitos. Una idea del eterno retorno. Romper los textos viejos, romper este u otro, que nada dicen o algo superfluo, o una letra, cualquiera que sea, que une señal con abismo. Cielos.