Pan

El pan fue siempre mi rumbo. Aurora boreal en el desierto donde habité por muchos años, descalzo. A veces tibio o duro. Mitigó mis tardes de pena, haciéndolas menos crueles. Luego el pan se transformó en tantas cosas, como misericordia, bonanza y concordia. Escuchaba al orador absorto ensimismado en el hambre que no lo era por las palabras de combate al fragor de la batalla. Se transformó en versos de plenilunio y canciones miel a donde llegaban las alondras a beber cicuta. El pan mata el hambre, era la expresión. Y nosotros lo defendíamos como esperanza del mañana de bondad y cosecha. De niños y de adulto el pan fue la recompensa alada del día y de la noche.
Contrito y en penumbras, de niño, alargaba la mano a donde estaba. Pan. panegírico en recuerdo de la infancia. Y del semidios de los corderos.

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