Retorno y despedida

Resulta que los años y los días. Resulta que las nubes y el otoño. Uno mira las hojas verdes del sauce y de inmediato, junto a ellas, la visión de las hojas en el suelo arrastradas por el viento. Y los años se presentan como hechos consumados. Yo iré y volveré, venidas del retorno para nuevas despedidas. Y así hasta el infinito breve que nos proporciona la vida. Cementerios de sueños, voladas y besos. Cementerio de metales alcalinos y tasas de café rotas. Eso es la vida, junto con hojas secas, autos viejos y computadoras de deshecho. Sin dudar que los libros están allí en los rincones, sin aspavientos, después de las lecturas obligadas y las de la suerte, para amarrar los gallos de oro del Rulfo, y los atarddeceres donde no sucede nada, más que el sol se oculta entre la lumbre del universo. Hastiado de lunas. De poemas que nada dicen, ni entretienen, ni van al mercado para la oferta y la demanda. Limonada con sal, agua de mar. De amar.

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