Cantan las sirenas
No oigas el canto de las sirenas, dijo mi padre. Y yo me ponía atento en los doce años y catorce. Miraba a donde estaban las mujeres esperando un canto. Había solo miradas. Guiños. Pero el canto no. Por no ser sirenas. Mi gusto es, cantaban de pronto. O La mesera. Luego fui a la playa. Y me sentaba para esperar el rutilante y sonoro canto. Y solo el rumor de mar. Y el golpear de olas. las sirenas no cantan para mí, me dije. Y no cantaron. pero hay de cantos a cantos. Cuentan que los marineros se amarraban al mástil, para no saltar hacia el agua por seguir el canto de las sirenas. Acúsome que yo he estado allí, el canto es un arrullo para tejer sueños en sus brazos.
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