De sueños: la llamada
Llama la flama. No dice nada de sustancia. Cenizas son. Expone vaguedades. Reclamos sin mayores datos que la especulación. Los textos. Ese rostro entre los tantos rostros del mundo que dibujas es el mío, dice. Perdón. El yo, predomina. Pregunto quién. Número equivocado. Y se corta la comunicación. Va de nuevo. Sueño. Soñé. Llama la flama. California Blues. Se oye ruido. Cambio de sala en terminal de aeropuerto. Perdona, te confundí. Leo un libro. Hay poemas que me gustan. Subrayo. El tiempo ha registrado otros rostros en parques, autos, cinemas. Polvo, polvo. Al fin la nada. Boletos para viajar no utilizados. La recepcionista del hotel se me hizo extraña. ¿Sí? En el restaurante estaba Sam, tocando de nuevo esa melodía del Casablanca y luego La hiedra. De nuevo. Solamente una vez. Bésame mucho. Aplaudo entre todos. El pianista levanta la cara y sonríe. Agradece el texto. Agradece el gesto. Cafetería en Ciudad Victoria. Sueño de sábado de gloria. Suena el teléfono en el sueño una vez más. Vuelve a sonar: Ya no escriba, dice la voz grabada.
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