Recibí una carta
Recibí una carta. Sin fecha de emisión ni lugar. En exposición clara, el tema. Puede ser equivocada. Sin embargo llegó como esas cartas al mar que alguna vez escribí y mandé.
A la letra la carta dice así:
"Señor, he leído con mucha atención sus textos que publica. Felicidades, lo hace muy bien. No tengo el gusto de conocerlo. Ni usted a mí. Miro sus fotos y parece coincidencia que me recuerde a alguien. Allá muy en el fondo los recuerdos. Me atrevo a escribirle porque lo que escribe parece tan real, que al parecer lo viví o lo soñé. No vivo en el trópico, no. Mi lugar es una geografía semidesierta donde hace frío en invierno e infierno cuando el sol. Pero entrando al tema, como se que sigue escribiendo, y anunció textos sobre mujeres, con el tema del amor, sueño que mi historia pueda ser incluida. Yo viví un amor intenso. Duró un buen. Con todo lo que sucede en ese tipo de relaciones como de telenovela, o más bien, de película. No importa si fueron cinco o diez años. Lo importante fue lo intenso. La entrega total. Le seguiré escribiendo. Y a lo mejor me atreva a contarle. Coincido con usted: el amor en el tiempo y geografía es el mismo. Somos polvo y nos iremos. Son otros rostros, con otros nombres, en el pasar. Y se encontrarán sus miradas. Se entrelazarán las manos en una banca del parque. Buscarán la oscuridad. Y nos iremos al polvo y otros vendrán. A veces quisiera pedirle que no escriba usted más; porque el recuerdo me hace llorar. Y al instante me digo, que no. Quién le puede quitar las alas de usted, en ese soñar, volar. Y quién soy yo para pedirle semejante barbaridad. En fin que para qué seguir. Luego le volveré a escribir. Reciba un fuerte abrazo, a la distancia".
La carta hasta aquí. Suele sorprender. Suele pasar. A veces cree uno que nadie lo lee. Y menos que se atrevan a mandar un texto como este. Agradezco a la lectora.
A la letra la carta dice así:
"Señor, he leído con mucha atención sus textos que publica. Felicidades, lo hace muy bien. No tengo el gusto de conocerlo. Ni usted a mí. Miro sus fotos y parece coincidencia que me recuerde a alguien. Allá muy en el fondo los recuerdos. Me atrevo a escribirle porque lo que escribe parece tan real, que al parecer lo viví o lo soñé. No vivo en el trópico, no. Mi lugar es una geografía semidesierta donde hace frío en invierno e infierno cuando el sol. Pero entrando al tema, como se que sigue escribiendo, y anunció textos sobre mujeres, con el tema del amor, sueño que mi historia pueda ser incluida. Yo viví un amor intenso. Duró un buen. Con todo lo que sucede en ese tipo de relaciones como de telenovela, o más bien, de película. No importa si fueron cinco o diez años. Lo importante fue lo intenso. La entrega total. Le seguiré escribiendo. Y a lo mejor me atreva a contarle. Coincido con usted: el amor en el tiempo y geografía es el mismo. Somos polvo y nos iremos. Son otros rostros, con otros nombres, en el pasar. Y se encontrarán sus miradas. Se entrelazarán las manos en una banca del parque. Buscarán la oscuridad. Y nos iremos al polvo y otros vendrán. A veces quisiera pedirle que no escriba usted más; porque el recuerdo me hace llorar. Y al instante me digo, que no. Quién le puede quitar las alas de usted, en ese soñar, volar. Y quién soy yo para pedirle semejante barbaridad. En fin que para qué seguir. Luego le volveré a escribir. Reciba un fuerte abrazo, a la distancia".
La carta hasta aquí. Suele sorprender. Suele pasar. A veces cree uno que nadie lo lee. Y menos que se atrevan a mandar un texto como este. Agradezco a la lectora.
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