Sueño

Una vez descubrí una expresión que me satisface: yo no duermo, sueño. Y me pareció un logro. No un juego de palabras. Y menos un ardid fonético. Soñar es abrevar de la imaginación perenne. En cambio dormir es un ensayo de la muerte.Y he tenido buena suerte en los diversos sueños que se me presentan. A veces una ciudad que desconozco. Sus edificios y su color saturado. Un amigo o amiga de la infancia que me dice un hola. Un castillo de la incertidumbre. O un rostro de luz anunciado en temporada. No recuerdo sueño de miedo, si lo tuve. Todos los que recuerdo son la maravilla. Escucho el viento y el fluir de agua. Y a veces es a colores o blanco y negro. Sepia, también, inclusive. Han habido ocasiones, no lo niego, de la tanta luminosa humedad. Lluvia con pétalos de rosa. Me he doblado de la risa en sueños. Y amanezco cansado pero feliz. Y nunca he llorado, en sueños. A veces es mi madre quien me abraza. Cuando despierto, y nada de sueños hubo, es muy pesado el día. Pienso que es la vida, así de rutina y piedra.  Por eso, sueño, no duermo. Y bien me sienta la camisa.

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