Una flor para ti

Una flor para ti. En este camino que inicias desde ayer o antier. U hoy. No importe el tema de la sucesión de los días. A fin de cuentas uno se marcha desde siempre. Ligero de equipaje. Desnuda la palabra. Frágil la carne del combate. Arrullado por canciones, o por cuentos, si acaso. Aunque las oigas. Quizá sean eslogan. Palabras comunes. Las palabras de aliento eran para ayer. Ahora salen sobrando. Ya lo sé que me voy, de a poco. Ya lo sé que te ibas. Mas no deja de ser sorpresa cuando se presenta el hecho. Dónde estaba usted ese día del hambre, a esas horas, me preguntan insistentes. Con una luz parda frente a mi cara. Escriba usted unas palabras. Serán analizadas. Caminamos por el desierto de noche. Era un calvario. Los niños se nos iban muriendo. Y lo mismo los ancianos. Y los íbamos abandonando con lágrimas en los ojos. Como pedernal con filo, en la piel. Mi abuelo traía tunas. Y el peso del tiempo se hacía una carga más. Comíamos hojas silvestres. Algún tejón cazamos. Mas no nos era suficiente. Al final nos quedamos como dormidos a falta de agua. Los ojos secos. Traíamos una radio. La brújula se nos había roto. El Norte era solo una palabra como referencia o anhelo. Dimos vueltas y llegábamos al mismo sitio. En la radio una canción sobre la frontera, la frontera, "donde la gente es más feliz y más sincera". Luego escuchamos ruidos de autos; se acercaban patrullas con poderosas luces. Y nos llevaron casi a cuestas de la muerte a unos hospitales. Luego de unos años, ahora estamos a orillas del río, en otro intento más. En la radio anuncian muerte. Domingo 28. En el andén de las despedidas.

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