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Mostrando entradas de febrero, 2018

A veces hablo con Dios

A veces hablo con Dios. Y me hace sentir como que me escucha. Me mira atento mientras atiende los tantos asuntos del mundo. Se pone pensativo como si dudara de su creación. Con tantas fallas. Entre el acierto y error. Formar palabras delante de él es una manera de querer subir peldaños hacia un cielo que no viene ubicado en el localizador satelital. Él se ríe a carcajada suelta. Y me hace sentir grande o pequeño con sus palabras. Le platico de la vez que logré pasar el hilo por el ojo de la aguja. Era camello lo difícil, responde. De la vez que aprendí a leer en bicicleta. Y cuando me aprendí de memoria el padre nuestro. Una vez me atreví a preguntarle De dónde somos, a dónde vamos, cuál es nuestro origen y destino. Él se rió de nuevo y se rascó la cabeza sin querer responderme, aburrido de las mismas preguntas de siempre.

Suscribo una a una las palabras

Las palabras dichas, las escritas. Una a una, las de todos, las suscribo. Porque siendo de otros son también mías. Las mías pertenecen a todos. Van y vuelven. Hacemos fiesta con ellas. En declaraciones de amor y vida. En canciones. En pláticas. En el registro de la historia. En cartas amorosas o de comercio. Las del regaño y alabanza. Las de las oraciones. Las que aparecen muy propias y sonoras en la ira. Las guardadas en una cinta magnética. Las que vienen desde los primeros roces. Las que se dicen en la intimidad. Las que guardamos para decir en el momento esperado por años. Las palabras somos nosotros mismos. Nos reconocemos en ellas. Son nuestra señal de identidad. Nuestras huellas.

La vida simple

La mosca ronda el pastel. Y en la flor la mariposa se posa. La cámara no tiene la fotografía. No aún. Hasta que la tomas previo el registro ya como imagen tuya. Un libro te llama. Lo mismo la guitarra. ¿A cuál de los dos dar preferencia? EL café está simple. Con algo de azúcar cambia. Hay polvo por todos lados. ¿Quiénes son, si somos polvo? La extraña vida de las cosas. Una rosa se enciende si se miran ambos. Las miradas tienen flecha del destino. Una carta está pendiente. Como aquellas de cuando el cartero, en la nostalgia, esperamos su llegada. Y el silbato, para temblar el corazón. Donde estemos. La mosca sigue rondando el pastel. Y hacemos aspaviento para su retirada. Va y vuelve. La mariposa se ha ido. La vida se va. La vida simple, Nunca quede fuera del marco la sonrisa. Es una fiesta a la que convocan corazones y rostros.

Sueños

Descubro etiquetas enceradas. De objetos propios en uso del pasado. Una vajilla china. Un tren de juguete. Una guitarra de papá. Etiquetas con datos. Y la cera la ha protegido del polvo y viento. Una casa es la opción. Un ropero de madera con olor a siglos. Y cartas viejas. Postales. Mi sueño recurrente. Entre la vigilia y el sueño. Allí, reiterativas. A modo entre el vuelo de los sueños. Edificios viejos. Retratos sepia en pared. Sonrisas de personas que fueron. Y ahora son recuerdos en los familiares y amigos. Y miro sin referencia alguna. Un fino polvo las cubre. Tomo un cancionero. Y busco canciones de otras épocas. Que registren el presente. Tres temas nos son afines: el amor, el desamor, la muerte. Me olvido de mí mismo. Y busco algún indicio ante el espejo. Es cuando trato de descifrar la etiqueta encerada. Amor, olvido, muerte.

Este domingo

Este domingo se ha ido. Vendrá otro. Se fue en un abrir y cerrar de ojos. Me deja la conciencia del tiempo que se aleja. De dos plantitas sembradas. De un mirar con alegría. Del viento y notas musicales. Se fue discreto, sin prisa ni aspavientos. Domingo para mirar por el cristal particular. Y enfocar con mirada de animal, vegetal, mineral.Y definir prioridades. Entre el ser y el estar. Entre el ser y el tener. Pájaros en alambre. Malabaristas de palabras. En domingo anida la nostalgia. Y esa nada se desfasa con entretenimientos sin ton ni son.Una maravilla los domingos. A pierna suelta con El poder y la gloria. De Greene. Y leer ese registro de calor quemante de hace años semejante al de hoy domingo. Se ha ido. No se diga más. Con la esperanza de volverlo a ver. De hoy en ocho.
Abro la ventana y me acaricia el aire con fuerza. Río. Porque nada hay sin el aire. Viento. Brisa. Y me encierro en el pensar domingo. Ahíto en estas horas por venir. Que ya se van también. Café y guitarra cómplices. Y ese repertorio que anda entre la memoria y el olvido. Me falta una palabra. Una frase. E invento para que suceda lo probable. Ondula una cortina amarilla sin otros más rastros que flores sencillas.Y contiene en lo que puede al viento. El reloj marca esa abstracción llamada tiempo.Y en mi decir no espero más del día. Solo que un libro. Otro café. Y seguir el juego al color, las formas y al viento. La ventana sigue abierta. Mi corazón ufano canta. Al día. A la belleza de la vida. Al caminito de hormigas que siguen un plan y llegan hasta las migajas de pan. 

Y yo que

Y yo que me despierto con sueños de vuelo. Con mirada de altura. O mirada a las alturas. Y busco entretenerme en el tiempo. O el agua transparente. Miro los árboles y me descubro hoja o rama. Integro  las partes que me forman. Y escribo palabras para detenerme en la caída. Y yo que guardo papeles viejos para asomarme a un dato. Referencias al tiempo pasado. Salmo uno. Sueño que duermo en una iglesia. En una jaula de pájaros. En un almacén abandonado. Espantapájaros. Capturo imágenes al vuelo. Flor. Polvo. Riachuelo. Canto emergente para novios. Poemas al dos por uno para desahuciados en el amor. Versos nuevos para pedir posada. Me empeño en rumiar notas o palabras. Miro al espjo en el que nada reconozco. Soy instante. Soy tiempo.

Feliz

Feliz. Por las tantas cosas del destino. La circunstancia feroz de la alegría. El sol despidiendo a febrero. Y la pronta llegada de la primavera. Por la mirada hacia la mirada y los libros. Por ese respirar tranquilo que no acelera el ritmo. Por las pruebas de estancia y ausencia. Por la flor. El botón. La semilla. La lombriz en la tierra. Por los resultados sobre el corazón. Sus latidos en franca paz. Rítmicos. Sosegados.  Por las alas. Por la amistad imperturbable de cinco o seis personas. Por ese eterno retorno del amor. Hacia la amplia naturaleza. Y el vasto espacio infinito. Por la eternidad que no me toca. Gracias. Sí. Porque entonces serían repeticiones y rutinas. Hastío. Por la pasión a lo humano. El agua transparente. El fluir del pensamiento, entre pasado y futuro; entre la nada y el todo; la vida y la muerte. Porque sé al final de mi rudo camino (Nervo) que somos arquitectos del propio destino. Porque la poesía nos permite tocar a su puerta, que es la belleza de la vida. Por
Y yo. Que sin dudas me alejo. Gracias, Dios, por la nostalgia. El Dios se aleja de mi meditando. Los dados han adelantado la jugada. El vino es nada sin tus labios. Me alejo del dolor. De la desdicha. De los Santos óleos. El olvido es bueno para la memoria. Nada es garantía. Me alejo del diario y del espejo. Limpios queden los espejos. Dolo al amor. Solo el amor no duda. Nunca dudes. 

A veces me detengo

A veces me detengo cuando voy contra la pared. O cuando estoy a un paso del vacío. Hago equilibrio. O cuando viene la manada de búfalos. La polvareda se mete en los ojos. Y no miramos bien lo que sucede. Me detengo antes de entrar a la vorágine del hastío. O a la salida para ya no regresar. Hemos caminado desde entonces. Y hemos conocido lo que al paso se presenta. Bisontes, búfalos. La nada, pequeños arbustos, lluvia ácida. Me detengo. La burbuja de jabón revienta. Y nos vamos despidiendo por si las dudas. De la manzana. Del fervor de Buenos Aires. Del helado en el Coppelia. Del calor de la ciudad de México. Del café oscuro y sin azúcar. Tenemos razones de sobra. Detenernos. Rumiar como siempre palabras. Detenerse en un parque y sentarnos para seguir con la lectura de El poder y la Gloria, o de Crimen y castigo. Vamos a cantar paloma querida. El boceto de la vida en marrón. El agua detiene el tiempo. Hechos de tiempo, carne encandilada con palabras y sonrisas. Preciso por eso detenern

Doña Laura (Para Caro)

1.- Doña Laura, no se vaya. No se va. Se ha ido. Que manera de saber de esta repentina desaparición. Como si nada. Como si todo. La memoria nos acompaña en esa lejanía de velorio. Las velas. El incienso. Y lo marrón de las horas. Esos interminables recuerdos de cuando la edad temprana nuestra. De Caro y sus hermanos. De acercarnos para la charla de verano o invierno. Y los recovecos del hastío en los otoños. Las hojas caen, cara Caro. Como va cayendo nuestra vida en el ascenso. A no sabemos dónde y no sabemos cuando. Y preguntamos del por qué. Aunque las respuestas nos acompañan de las primeras lecciones sobre el tema. De cuando escuchamos de la muerte, los muertos. Y ellos siempre fueron los lejanos. Los de la otra colonia. Los vecinos. Hasta que se aparece la indeseable. Chingada muerte. Para jodernos. 2.- "Ayer se fue mi madre. ¿Cómo, amigo, se vive todo esto?"  Y no tengo respuestas para explicarte, Caro. Lo vivido, lo que vives. Siempre distinto. La aguja en el coraz

En todo caso

En todo caso la palabra suave. La sonrisa galante. El flotar en la duna. Admirar el follaje. La vida es una manivela, con su mecanismo que tritura. El tiempo hace su parte. El reloj se detiene. El polvo queda en el ambiente. Los recuerdos. Los olvidos. En todo caso irnos. Has muerto camarada. La mañana abre todas las posibilidades del día. Para entrever higos. La manzana roja. El lirio. De eso se trata. El libro. No sé. Un faro para en navegante en la noche. Y de decir he vivido, viviendo. En esa canción que acompaña. Arrullo de notas. Esa tristeza no es mía. En todo caso, cada quien la propia.
Anda, vamos a leernos. Deja fuera la lectura del café, la de los polvos mágicos, la orientación del viento. Dejemos de leer los signos de los tiempos. Vamos a leernos. Lento o rápido. Los sueños incluidos. Las miradas. El fuego de la raíz. Las palabras. Leer nuestro cabello, los lunares, la geografia terrenal en movimiento. Hay cuentos repetidos. Poemas de una sola linea. Y las tardes de estío. Caigan las hojas. Vuelen los pájaros. El libro nuestro somos uno mismo. Nuestro paisaje exterior e interior. Volátil la eternidad. Éter de las constelaciones. Hemos de encontrarnos en las lecturas. Nosotros mismos. Cuando a veces es soliloquio. Somos soliloquios.
Ha nacido una rosa al corazón. Cuando hacemos gambetas a la vida. Y todo por saborear la savia de vivir. La enorme dicha de andar como si nada. La rosa perfuma y embellece. La rosa es el distintivo de la felicidad. Nace la esperanza en cada flor. La esperanza enamorada, si la flor nace en el corazón.

Oda

Que bien la boina  gris. Ese tiempo de cuando el arte de la juventud. Y tu regazo afable y tibio. De cuando el frío. Las palabras fueron tibias mientras duraron. Luego vino el invierno. Y fueron otras las circunstancias.

Justo cuando me despierto

Justo cuando me despierto. Doy gracias por la maravilla de seguir. En este teatro de consideraciones. Y recuerdo del sueño reciente: casas, abrazos, soliloquio. Miro a mi alrededor. Luces, formas y colores. Movimiento por doquier. Y un azul inmenso en las alturas. Recorro la montaña con la mirada. Imagino caminar por veredas entre la arboleda. Cantar a juicio nuestro como la primera vez. Y llegar a la caverna de regreso. La vida al natural sin complicaciones de prisa, usura y humo. Doy gracias por la voz, el entendimiento, cierta lógica. Por los dientes. Por el cabello hirsuto. Por esta manera simple de mirar alrededor. Por la semilla con vida latente. Por las rosas. Por las insuperables rosas. Por todas las canciones que he aprendido. Por esa guitarra con sus notas. Por ese adiós y hasta siempre.

Justo ahora

Justo ahora las palabras. Dicen y acarician. Cuando está instalado el olvido. Y aparece como hojita nueva el recuerdo. Las palabras repetidas. Para alumbrar esas tardes blancas. Cuando fuimos lo que hoy somos. Justo ahora. Cuando han pasado las cuatro estaciones repetidas veces sin cansancio. Y el pan en invierno ha sido calientito. Y en verano la nostalgia del amanecer con la carta escrita y rota. Como el volver a empezar. Y de pronto otra vez la primavera. Con la esperanza renovada. Y al vuelo los sueños de la felicidad permanente. Cuya eternidad son apenas instantes. Instalado el olvido brotan flores de recuerdo. Y es el futuro que se hace presente. Para gritarnos en reiteración que la vida es bella. Hasta el último aliento. 

Melancolía

Melancolía tibia. Amanecer con paisajes grises y aún así de esperanza. Vía crucis con redoble de tambor como recorrer la vía láctea. El día irreverente con su tarde parda. Y esa mirada de escudriñar qué más en las horas que siguen. El camino no se ve en la vorágine. La vorágine nubla, destierra, conspira. Y el hombre camina absorto en su ego. ¿Qué dirán los que vienen? De eso se trata. de seguir buscando en el pensamiento la ruta. Para encontrar el elixir. Para buscarnos cuerdos. Y encontrarnos en la locura divina de solo saber lo del presente. Y no hacer planes que caducan con el tiempo. Insatisfechos de metas no cumplidas. De espacios con polvo, habitaciones pintadas de negro. Por eso come fruta. Bebe leche y miel. Saborea el café de siempre. La comida casera. Y la interminable plática de esperanza. A pesar de todo. De nada. Oh, melancolía. Filosofía de las emociones.

Allí

Certero, allí. En el pliegue. En esa esquina de entrada a calle cerrada. Con poca luz. Casi a la entrada del anochecer. Recargados en la pared amarilla con blanco. Con el aroma del arándano. Allí. Que es a la vez aquí, muy dentro. Un sentimiento púrpura mezcla de miradas, palabras y humedad. En tu iris. Pupila. En tu interior. Donde lo tibio y tangible. Donde en toda tú tienes imán para las manos. Allí en tu garganta de pájaro cantante. Donde las cuerdas vibran para las notas de la alegría. Allí donde es mi aquí. Ahora, tiempo presente. Engranaje de tren donde viajamos. Ligeros. Con sed y hambre de ser. De estación en estación. Allí donde anida lo mejor de la especie. Donde se activa la memoria rudimentaria. Los datos que vienen de generación en generación. Donde lo sencillo es lo sublime. Allí cerca. Junto. Mientras tanto.

La poesía

El asunto es grave. Y así me lo cuentan. La guapa maestra de grupo pregunta en la clase de español, tema literatura, subtema la poesía. ¿Qué es la poesía? Todos los alumnos se quedan callados. Unos por timidez. Otros por no saber. Hasta que uno se atreve y levanta la mano. Y empieza: "La poesía baja de la camioneta. Camina entre los callejones. La poesía llega a mi casa. La poesía irrumpe rompiendo la puerta. La poesía registra toda mi casa. La poesía revisa a mi pimo. La poesía encuentra doga en los bolsillos de mi pimo". "Noooo, niño, me refiero al poema", aclara ella, la guapa maestra. Entonces el niño, seguro de sí mismo, responde: "El poema es cómo sacar a mi pimo de la cácel".

Libertad condicionada

Tenemos a la mano ruta para dirigir los pasos a seguir. Tenemos lapiz y papel. Y hacer posible el texto. Y en conciencia el límite donde no lo hay. El universo todo en nuestros sueños. Mas nuestra libertad es condicionada. Al manejo de conceptos. Pudor o liviandad en las palabras. Mote definido por el barrio. Alas de papel volando. La gracia de las alas de cartón. Las palabras. Por las emociones del día. Pase de lista riguroso. Del pasado cercano y remoto. Ataduras desde los orígenes en la caverna. Libertad condicionada al inicio y fin último de las palabras. Festivas. Amargas. Palabras de esperanza.

Me acuerdo de ti

Me acuerdo de ti. Pétalo en flor. Gota de rocío. Nube viajera. Y es que la nostalgia por el futuro se me presenta de pronto. Cómo ráfaga de viento imprevista. El pasado es otro asunto, otro tema, otra hoja. El conjunto de palabras dictan. Y sigo al pie de la letra a las palabras. Para que se diga algo. La nostalgia es un traje carcomido por el tiempo. Un traje por supuesto que te gusta, pero nunca más para su uso. Y en el porvenir nos encontramos ligeros de equipaje. La nada desprovista de intereses. Me acuerdo de ti. Hormiga. Pan duro. Libro ajado. Es una manera de pacer corderos. La cristalería permanece intacta. Me acuerdo. Y es un honor transitar el tiempo. Recuerdo al maestro que gritaba e impregnaba a gritos que la vida es bella. Como reverencia al tiempo. Como referencia a la humedad donde la gota de rocío es la esencia de todo lo vivido.

A veces me sucede

A veces me sucede que entro a una iglesia. Y siento paz en mi interior. Rezo por la raza. O entro a un mercado y sacio mi hambre de paz y de justicia con frugales alimentos. Admiro los colores y formas de las frutas. O subo a un autobús y escucho a un cantante campirano. Le doy mi cooperación. Y siento paz. Si yo cantara en autobús. Camino por la calle y me saludan y saludo.Voy sin rumbo para agotar las horas por calles y callejones. Basura en las aceras. La radio a volumen. Y llanto de niños. A veces me sucede que busco con afán un libro. Tomo agua. Y el polvo me nubla la mirada. Me ladra un perro. Cruza un gato negro. Y maúllo. A veces vuelo. Es literal. Y recorro la montaña entre neblina y nubes bajas. Aterrizo y tomo agua. He de estar muerto, me digo. Y es cuando despierto.

El amor es tema urgente

El amor es tema necesario. De urgente resolución. De urgente reflexión. Sin amor no hay paz. No hay alegría. Ni lo sublime. Con amor crecen las plantas y dan flor y fruto. Más dulces sus frutos. Dan sombra los árboles. Y crecen con buenos modos los hijos. Con amor se aprende mejor por la alegría de enseñar y por la alegría de aprender. La sonrisa es natural. Con amor tenemos la visión de ser mejores y nos encaminamos a ello. Con denuedo. Es tema urgente. Para tratar no con los demás. Sino con uno mismo. Queda fuera la usura con el amor. Queda fuera el rencor y el odio. Con el amor la respiración se vuelve mejor. La música se escucha en el cerebro. Con amor la música se toca celestial. La lluvia nos moja y cantamos. Nos mojamos y cantamos. Con amor la víspera se sana. Y la muerte ríe y muestra los dientes. Es urgente tratar el tema del amor.

Imagina (Fragmento)

Imagina que encuentras a Dios en una tienda de viejo. Y le pides a comprar los mil y uno recuerdos. Y le preguntas en tu duda de siempre si es el Dios verdadero. Imagina que te responde con otra pregunta. De si eres feliz. Y él dice entre dientes "mi pequeño, mi pequeña". Y al momento saca unos dados y los lanza a la calle. Y sales presuroso para ver tu futuro en esa jugada del destino. Es un farsante, denuncias a gritos. Y te vas de esa ciudad gris. De ese país. De esa vida. Imagina que en esos juegos de dados has ganado, has perdido, has vivido. Y entonces sacas tu pluma sin logo. Y en la pared, con letras grandes, escribes el garabato de tu vida. Perdón, de tu nombre.

Donde estemos

Donde estemos. Música y café. Color, calor. Sonrisas con palabras. Siente realmente tu tiempo y la esperanza de nuevos caminos. De viaje siempre. Imaginación por todas las rutas. Y soñar sol, solar. No olvides soñar. Porque la vida al decir es un sueño. Y andamos en esas madrugadas o tardes. Entrecerrando los ojos y volar a lugares ignotos. Tu mirada. Por ejemplo. Por eso donde estemos. Por eso amo el viento. Su perfume que trae, atrae. El sonido del follaje. Entrechocan las hojas. Y el badajo de la campana. No creas. Tomo café. Canto. Y recuerdo. Esa fotografía en sepia. Donde el cantante popular incómodo se acomoda a la fotografía. Y donde estemos. A cantar. A soñar.

El amor

Dicen que el amor es un pez diablo con alas. Lugar común las flechas de Cupido, superadas. Y la sensación de sabernos eternos en ese instante preciso. En el que desaparece todo y aparece el infinito entre el ir y venir. El amor es una espina de pescado atravesada en la garganta y en la costilla.

Liturgia

Aquí. En el lugar y tiempo precisos. Acorde a las circunstancias. En ese coincidir. Nuestra manera de mirar las cosas. Los conceptos. Ritos. La parsimonia con la que enfrentamos los acontecimientos. Una liturgia laica. Entre nosotros. Válida solo para nosotros. En ese retintín de los minutos. Donde toda se va y todo queda. Reminiscencias del pasado. reiteraciones del presente y del por venir.  Donde solo tú y yo. Donde nada. Ni nadie más. Solo lo que sucede. Lo que aquí sucede.

Vamos

Vamos. La vida es una esperanza. La esperanza es un destino. La ira es el veneno. No tienen importancia las discusiones. Vamos. La derrota es la enseñanza. El triunfo es gratificación. Confort. Vamos al camino. El viento te despeina. El polvo nos da lecciones. El mejor amigo es el del camino.

El tren de la ausencia

Nada explica y aparece el tren de la ausencia. Queda a un lado el tren de juguete. El imponderable tren. El magnificiente. Y nos subimos al de la ausencia. No expliques más. Me voy allí. Con el festivo dolor a cuestas. La Iliada y la Odisea. Para enfrentar las tardes sin sol. El estío. Cuando el rumor de duendes duele en el oído. Porque trituramos los pétalos en flor de la juventud. Y fumamos la pipa de la paz con el pez. Aquel resbaladizo pez que nos dictaba discursos sobre la revolución como clave para el futuro mejor. Y soltamos versos a la calle. Y entramos en aquella vieja taberna en Tampico.  Y seguimos con los versos y corridos. Era el dolor encajado en la garganta. Eran canciones que nos revelaban vacíos. Durmientes de tren que soportan todo el peso. La constancia de anzuelo y flecha. La paciencia de sabernos eternos. tenemos todo el tiempo del mundo. La máquina multiplicadora de panes. El alimento para la multiplicación de peces. En el tren de la ausencia me vengo. Mi boleto n

Un majestuoso tren

Un majestuoso tren junto a mi casa. Enorme. Negro. Yo me despertaba apenas y la sorpresa al asomarme por la ventana. No eran sueños. Era un tren en realidad. Y muy grande. Me esperaba con asiento reservado para mí. Y así, sin maleta. Apenas el tiempo disponible. Abordé con la seguridad de ir a alguna parte. O a todas. Iba ya con pasajeros con sus luces. Cada quien con la sonrisa franca. Y ese brillo en la mirada. Música ambiente. Y naranjas. Y emprendimos el viaje, sorprendidos de tanta belleza. Ya hace años el inicio del viaje. Y aquí seguimos. Con despertar cada día con cara al viento. Aclaro; mi asiento da a la ventanilla. Y saco la mano. Digo adiós. Saludos. Buen día. Paloma.

El tren

La semana pasada viajé en tren. Imaginario, claro. En estos tiempos de suburbios, iras  y prisas, un unicornio es más natural que un tren. Pero viajé por rutas desconocidas. Un paisaje glamuroso en lo verde. Altos árboles. Florecillas silvestres. Vendedoras de comida y recuerdos en las estaciones. Un sol que se metía solidario. Un recuerdo de otros tiempos. Cuando atravesamos el país en el tren rojo. Gorra café. Bufanda gris. La guitarra con nosotros. Y cantamos a viva voz. Por horas. La juventud como escudo. Pueblos y más pueblos. Villorrios. Rostros esperanzadores. La semana pasada viajé en tren. Llevaba mi cuaderno. La misma guitarra. Y menos estaciones en ruta por arribar.

Retos

Preguntas sobre lo que escribo. Y no es preciso y menos necesario explicarlo. Hay que seguir, la vida como de juego. Con esa esperanza simple a cuestas. Las alas ayudan. Lo ligero de la carga. Mas a veces. El reto es vivir a plenitud. Sostener la mirada, por ejemplo. El reto es escribir sobre nada. Todo. Sobre poco. Es escalar la montaña interna, blanca. Cantar Cucurrucucú paloma a las 12 de la noche a los muertos. El reto es saltar sobre un pie. Y guardar silencio cuando todos hablan, señalan, exigen. Como en la edad temprana sostener la mirada. O en el juego la prenda a un lado como castigo. El reto de mirar a la luna. O encontrar formas en las nubes. O aguantar sin respirar. O esconderse y que nunca te encuentren. Escribo para verte. En este ocaso del día. Martes. Ni te embarques. En ese ocaso de tiempo. Suena una melodía de fondo. Y no sé si es invitación para girar ambos en el abismo de la vida. Burbujas de jabón.

Me asomé a tu espalda

Incapaz de verte, me asomé a tu espalda. Verte de frente, me descubres. Las palabras. Los hechos. De perfil, sobran palabras. Me asomé. Y di por hecho la blasfemia. El recurrente verbo de venir, como el volver determinado. Hicimos cuentas alegres. Lo que depara el destino. El recuento versos o besos. Lugar común. Sucede por ejemplo leer un poema ahora en su muerte de Nicanor Parra. La verdad de las cosas. Lo he soñado. Por eso lo escribo. Pequeña. Menuda letra. Fulgurante las populares imágenes. Me he asomado a tu espalda. Lento, no dejas de otra. El tiempo sucede. Y vas adelante. De prisa. Por eso no me queda más. Asomarme a tu espalda. La mirada dicta. El discurso de los libros no es que canse. Parecen consejos de viejo. Preciso en eso detallar. No hubo más de lo que fue posible. Yo me asomo a tu espalda. Y es que vas de prisa. El tiempo.

El día infinito

El día es infinito. Queda corto el ajedrez y sus jugadas. O las variaciones diversas entre las notas musicales. En el día suceden distintas cosas. De acuerdo al punto de vista. Y a las distintas ubicaciones de los puntos. No solo por el cristal con que se mira. Porque el día suma todo aquello.Variaciones diversas. Y les agrega otras. El pensamiento. La idea. Las palabras. Los actos.Miradas. Sensaciones. Lo infinito de interpretaciones sobre un hecho concreto. Los colores y formas.Vamos al infinito. Es invitación al día. A la plenitud del instante.

Laika

Vino a mi vida con alas prestadas de ángel.. Creación perfecta con el plus de la lealtad. Un distinto ángel verdadero, encarnado para mostrarnos la fragilidad de la vida, lo efímero. Y se fue como de rayo. La vida a cuestas, le dejó. Pequeña. Minúscula. Insignificante en su grandeza. La enterramos ayer tarde en el jardín. Y allí sembraremos semillas. Para que vuelva en frondoso árbol de sombra o flor. Adiós, Laika.

Imagina

Imagina que volteas y no ves a nadie. Y entrecierras los ojos y me miras. Imagina el campo libre o liebre. Pájaros en la noche y nostalgias por la esplendente luna. Imagina tu mejor sonrisa. El colibrí revoloteando tu cabello. Y el néctar de tus labios en mis labios. Imagina el libro dorado. La flor nenúfar. Y la escalera que se mueve de lugar para que pase el gato. Cualquier gato. Imagina el nido. La sonrisa brisa tierna de mi madre. El gigantesco árbol del fondo de nuestro patio. El de mi árbol y yo. Imagina que encuentras a Dios en una tienda de viejo. Y le pides a comprar los mil y uno recuerdos. Y le preguntas en tu duda de siempre si es el Dios verdadero. Imagina que te responde con otra pregunta. De si eres feliz. Y él dice entre dientes "mi pequeño, mi pequeña". Y al momento saca unos dados y los lanza a la calle. Y sales presuroso para ver tu futuro en esa jugada del destino. Es un farsante, denuncias a gritos. Y te vas de esa ciudad gris. De ese país. De esa vida. I

Ya no te espero

Si escribo o digo que ya no te espero, es que te espero. Es una manera de afirmar sin menoscabo. Combatiente en las calles del canto. Silbando canciones del recuerdo. Y ya no te espero es apenas la defensa propia de esperar sin la debida justificación. Sin datos que den aliento. Sin señales de humo en la banqueta de enfrente. A donde el nombre quedó como marca registrada lo mismo la sonrisa de los años felices y los días difíciles. Esperar es tender puente imaginario con el pasado. Es rescatar la buena memoria del olvido. esas viejas canciones y las fotografías en sepia. Los rostros distintos y distantes. El número clave del orden en el universo. Ya no te espero es escribir la negación en defensa legítima de que el olvido es el destino de tantos recuerdos. Y esperar es dar como válido un roto boleto de regreso.

Aquí te espero

Aquí te espero. En el divagar de la tarde. En el café que se enfría mientras yo cuido la esperanza por si llegas. Yo me asombro en la esperanza. Los años diminutos que fueron un instante. La flor marchita y el botón en flor. Los poemas y canciones. Te espero como se espera la nueva vida. Como espero la plenitud. La ecuación perfecta que detalla el universo. Los sublimes secretos de la creación. No eres Dios. Ni la estrella fulgurante. Simplemente aquí te espero. Entre libros, desaciertos, humo y ladridos de perro.