A veces me detengo

A veces me detengo cuando voy contra la pared. O cuando estoy a un paso del vacío. Hago equilibrio. O cuando viene la manada de búfalos. La polvareda se mete en los ojos. Y no miramos bien lo que sucede. Me detengo antes de entrar a la vorágine del hastío. O a la salida para ya no regresar. Hemos caminado desde entonces. Y hemos conocido lo que al paso se presenta. Bisontes, búfalos. La nada, pequeños arbustos, lluvia ácida. Me detengo. La burbuja de jabón revienta. Y nos vamos despidiendo por si las dudas. De la manzana. Del fervor de Buenos Aires. Del helado en el Coppelia. Del calor de la ciudad de México. Del café oscuro y sin azúcar. Tenemos razones de sobra. Detenernos. Rumiar como siempre palabras. Detenerse en un parque y sentarnos para seguir con la lectura de El poder y la Gloria, o de Crimen y castigo. Vamos a cantar paloma querida. El boceto de la vida en marrón. El agua detiene el tiempo. Hechos de tiempo, carne encandilada con palabras y sonrisas. Preciso por eso detenernos. Me detengo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam