Doña Laura (Para Caro)

1.-
Doña Laura, no se vaya. No se va. Se ha ido. Que manera de saber de esta repentina desaparición. Como si nada. Como si todo. La memoria nos acompaña en esa lejanía de velorio. Las velas. El incienso. Y lo marrón de las horas. Esos interminables recuerdos de cuando la edad temprana nuestra. De Caro y sus hermanos. De acercarnos para la charla de verano o invierno. Y los recovecos del hastío en los otoños. Las hojas caen, cara Caro. Como va cayendo nuestra vida en el ascenso. A no sabemos dónde y no sabemos cuando. Y preguntamos del por qué. Aunque las respuestas nos acompañan de las primeras lecciones sobre el tema. De cuando escuchamos de la muerte, los muertos. Y ellos siempre fueron los lejanos. Los de la otra colonia. Los vecinos. Hasta que se aparece la indeseable. Chingada muerte. Para jodernos.

2.-
"Ayer se fue mi madre. ¿Cómo, amigo, se vive todo esto?"  Y no tengo respuestas para explicarte, Caro. Lo vivido, lo que vives. Siempre distinto. La aguja en el corazón. Y ahora el moler de músculos y tendones. El garfio en la garganta. Se vive de muerte, Caro. Las tantas maneras de morir es una de ellas, Caro. Las tantas maneras de vivir con el corazón atropellado por el tiempo incoloro. "Caro anda ahorita en el Soriana. Presentará una obra", me dijo ufana por teléfono una vez que llamé para buscarte.

3.- Los gatos estaban allí como felpa con vida. Ronroneantes. Señoriales. En la sala de tu casa. Ahora los gatos esperan del otro lado del río.  Los recuerdo enormes como tigres.

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