Mi abrazo para ti, Max

1. Las losetas de cemento, una a una, dejando en el fondo el ataúd blanco ostión, las fueron acomodando los sepultureros del Recinto Memorial, con precisión. Dentro Max silente, circunspecto. Luego las paletadas de tierra hasta la última. Después acomodaron los cuadritos de grama que volverán a ser alfombra viva sobre lo sepultado. El poeta se ha reintegrado a la tierra metafóricamente aún, porque el ataúd de metal y las losetas retardarán el proceso. Pero así se dice: has vuelto para reintegrarte al origen de polvo y tierra. Adiós, Max. hemos de dejarte solo como es el destino de los muertos.

2. El cadáver lo llevaron al recinto a las 2 am, según escuché. Luego siguió de rutina y protocolo la preparación mortuoria propia de estos casos. Cuando llegué a las 12 am estaban algunos de sus compañeros de trabajo del CEDA-UJAT. Por supuesto la maestra y poeta Mari Carmen Luna, su viuda, y su alto hijo Max Soyinka. Y parte de sus familiares de Jalapa. entre ellos, su sobrina Martha Patricia, que me comenta sobre su tío Max que fue como su padre. La salida para el entierro sería a las 3 de la tarde. A manera de despedida leí el texto nostálgico "Al Pequeño Sol, in memoriam" publicado ese día en mi muro y al día siguiente en el diario presente de Tabasco. Su esposa leyó el poema "Susurros". Y minutos después varias personas cercanas dijeron unas palabras de despedida, como breve y sentido homenaje a Max. Somos palabras, de palabras estamos hechos.

3. Luis Acopa estuvo. Hilario Feria, lo mismo. Celia Laguna. Javier Pineda. Quise saludar a más escritores, no fue posible. Dos de sus talleristas estuvieron presentes, agradecidos con su maestro. Le rezaron el último rosario, dirigidos con Doña Romana. Habían batallado para encontrar rezadora. Ya tenían extrema solución moderna, por si acaso, me dijo su sobrina, con la famosa rezadora virtual mediante la bocina Alexa.  Afortunadamente no fue necesario. Por cierto Doña Romi tiene una memoria poderosa al decir el Rosario casi todo sin asomarse a apunte alguno, sobretodo en las letanías.  

4. No estuvieron los dirigentes de la Sociedad de Escritores Tabasqueños, Letras y Voces de Tabasco, de las que Maximino García Jacome fue fundador e integrante de la directiva de 1992-1993. Brillaron por su ausencia. Quizá no se enteraron. Pero como se dice: estuvieron los que pudieron y quisieron estar. Por más de 40 años el poeta y arquitecto, ex radiotécnico, natural de Jalapa, Veracruz, avecindado en Villahermosa, Tabasco, realizó una labor cultural en esta entidad tropical. Lo hizo sin aspavientos, de manera natural. Lo fuimos recordando entre todos como una pieza coral. Como un rompecabezas de recuerdos. La calle Peredo, sin duda, donde vivió algunos años en tardes noches de bohemia. Los talleres literarios, en su especialidad para niños. Y no menos con adolescentes y adultos. Las lecturas públicas. Y sin duda El pequeño Sol, la hoja impresa con mimeógrafo, con poemas de nuevas y viejas promesas en las lides de escritores.

5. Luego ya ante el hueco de lo que sería su tumba, las despedidas finales. Flores con dedicatorias sobre su ataúd. Río de palabras conmocionadas. El poema "Mi capitán", de Whitman. Y luego el ataúd poco a poco fue bajando con el diestro y especializado manejo de cuerdas por parte del equipo de trabajadores del recinto. El sol estaba fuerte aún a eso de las 4 de la tarde. Hubo video llamadas para que algún familiar lejano pudieron acompañar aunque fuera de manera virtual el sepelio del poeta Max. "A tiempo de unicornios", es un libro muestra de su obra. Prolífico, "dejó más de veinte libros inéditos", me comentó Mary. Una tarea pendiente por recopilar y publicar de entrada una selección de sus poemas.

6. El recinto memorial será tu nueva morada Max. Tendrás paz y tranquilidad. La libertad que fue tu tesoro la continuarás teniendo ahora, y mejor, creo. Atrás queda el trabajo en la universidad, las pocas horas, lo tortuoso burocrático. Atrás queda todo lo que nos ata. Lo que se nos ha adherido como fardo en la existencia. Sigue la eternidad sin alas. La integración a la armonía del cosmos. Atrás la indiferencia de los conocidos colegas. Atrás el tráfico. El desorden. El ruido. Has pasado a mejor vida. La verdadera. La única que cuenta. La vida es tan solo un sueño.

7. Mi mente relaciona poemas y canciones sobre la muerte. De Serrat "Si la muerte pisa mi huerto", se pregunta ¿quién firmará que he muerto de muerte natural? ¿Quién lo voceará en mi pueblo?, dice la canción. Y uno agrega quién revisará mis textos escondidos entre los bytes del disco duro. Quién los sacará en Usb, si acaso. Y no serán también humo de la leña que nunca antes se encendió. Pero el poema Mi capitán que leí cuando baja el ataúd de Max, y que fue escrito sobre la muerte de Abraham Lincoln, verbalmente materializa la imposibilidad de volver a la vida conocida. Y el cadáver está allí frío, aún que uno grite desesperado porque se levante y nos hable. "Vámonos Max. no has de quedarte en este panteón". 

8. Y uno mira los amplios jardines del recinto memorial. Algunos árboles. Pastos reverdecidos. Y las placas de marmolina mezcla con cemento donde están inscritos los nombres y dos fechas: las de su nacimiento y su muerte. Que bien lo dijo Fernando Pessoa en uno de sus poemas. Algo así que no batallarán para escribir su semblanza. Basta conque pongan ambas fechas, las más importantes de una vida que vino y se marchó. Y si la vida es bella, más allá de los apegos la muerte lo es también. Porque se detienen y terminan las vicisitudes que inevitables se presentan en el transcurrir de la existencia. La carne termina su apetito y misión. Y el espíritu o alma se incorpora a su origen, que andamos tratando sin lograrlo saber cuál es el origen del origen, o cosas por el estilo.

9. Lo cierto es que murió Max en su amada soledad, acompañado de sus libros y sus poemas. Lo cierto es que trascendió primero la noticia de un hombre encontrado sin vida en su domicilio. Lo cierto es que por allí vivía, escribía y sonreía el maestro de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, y sobre todas las cosas el poeta Maximino García Jácome. Y que en asociación de ideas relacioné la noticia con lo que sabía de Max. Y que esperaba que no tuviera nada que ver. Y ahora sí buscarlo y hacer otros pequeños soles, como su hija poética mimeografiada. Y ahora sí empezar las memorias de la calle Peredo, específicamente de la casa 123, del centro de la ciudad, a la vuelta de el restaurant-bar El Submarino. Y ahora sí el café semanal. Y ahora sí, etcétera.

10. Solo que mi amigo Dios me dio la noticia de que Max ha muerto. Y luego de confirmarlo, porque quería y deseaba desconfirmarlo. Y decir que no estaba muerto, sino que andaba en los talleres o de parranda, pero lamentablemente no fue así. Y escribí: "El Pequeño Sol se expande ante el vasto Cosmos: Maximino García Jácome, el poeta noble y transparente, ha muerto". Y ayer asistimos a su sepelio. Y reflxiono que ya tantas veces he ido a ese Recinto Memorial. Y que en el destino de los vivos, uno se va acercando poco a poco, de manera inexorable a ese momento, en que no vamos a faltar aunque queramos. Mi abrazo para ti, Max.

11. Espera, Max. Deja ponerte esta canción de Serrat: "... ¿Quién será ese buen amigo que morirá conmigo, aunque sea un tanto así?... ¿Quién cuidará de mi perro? ¿quién pagará mi entierro y una cruz de metal?... ¿Quién me hablará ente sollozos? ¿quién besará mis ojos para darles la luz? ¿Quién rezará a mi memoria, Dios lo tenga en su Gloria, y brindará a mi salud? ¿Y quién hará pan de mi trigo? ¿quién se pondrá mi abrigo el próximo diciembre? ¿Y quién será el nuevo dueño de mi casa y mis sueños y mi sillón de mimbre? ¿Quién me abrirá los cajones? ¿quién leerá mis canciones con morboso placer? ¿Quién... me traerá un crisantemo el primero de noviembre? A saber...¿Quién pondrá fin a mi diario al caer la última hoja en mi calendario?".





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