Usted no pertenece a este espacio
1. Carne asada. Domingo familiar y amistad. Al empezar a sentirse el olor, se empiezan a acercar las moscas. Les hemos girado invitación química con el olor que se desprende de la carne en el fuego.
2. Hemos cocinado pollo fresco con verduras. Seguimos al pie de la letra las indicaciones. A los pocos minutos se siente el grato olor. El hambre lo intensifica. Nos servimos en platos hondos de barro. Y comemos. Los huesos los dejamos en una esquina. A una lejanía de algo así como 50 metros, un perro pinto encuentra el camino del olor, y sin titubear se dirige directamente a los huesos.
3. Miré una lagartija. Estaba cerca de mí, vigilante, como a medio metro, en un arbusto. Había un pedazo de carne cerca igual, y empezaron a llegar las moscas. De una en una. La lagartija esperaba el momento, y desde una distancia de 50 centímetros, se lanzaba y las capturaba. Cumplido su objetivo, regresaba a su mismo punto. Y esperaba a su siguiente mosca de alimento.
4. Había una perrita, de nombre Naila. Era de una familia vecina. Desde chiquita me miraba llegar una vez a la semana, y se pasaba a mi casa. Y allí se quedaba cerca de mí. Me adoptaba por un día, y yo a ella. El dueño se enojaba, y la amarraba. Ella se ponía a ladrar, inconforme, hasta que finalmente la soltaban. Así creció. Hasta que desapareció.
5. A la desaparición de Naila, se acercaba otro perro de la misma casa. Un atigrado. No se esforzaron por ponerle nombre: tigre. Arisco y cariñoso. Los domingos me acompañaba. Se echaba cerca de mí. E igual que Naila, me miraba llegar, me daba la bienvenida con su movida frenética de cola, y se quedaba, hasta despedirme a mi salida. Me acompañaba hasta la puerta. Un día llegué y estaba macheteando. Aún así se acercó. Pero por lo arisco no me permitió curarlo.
6. Y también desapareció. Ahora la que me visita es una vaca joven blanca. Le llamo la "Vaca loca". Me mira llegar y se cruza el cerco. Detecta dónde está más floja la alambrada y la va venciendo poco a poco. Llega y merodea. Olfatea todo lo psobile que le llama la atención. Entre todo, le gusta el jabón de polvo marca Ariel. No de otro. Ya lo he comprobado. Le he puesto de jabón Foca. Lo olfatea y lo deja. En cambio el Ariel lo come todo.
7. La trato de ahuyentar y me reta. La amenazo de aventarle piedra o palo, se da la vuelta y se esconde. A los pocos minutos, ya en la hamaca, regresa muy oronda, como si nada. A lo que ya descubrí que le tiene miedo es a la soga con las que se les laza y amarra. Nomás le muestro una, huye despavorida. Pero no por mucho tiempo. A los minutos regresa.
8. Otro ganado del vecino se acerca solo en la temporada de mangos y de carambola. Se echan a la espera que la gravedad y lo maduro venza la ansiada fruta. Y van cayendo uno, luego otro y ellos van a su encuentro. Cuando la carambola, corto los que ya están en su tiempo. Y les aviento los que están en el suelo. Por eso cuando me ven que me acerco al árbol, se acercan ellos, igual.
9. Hace años me puse gomina en el pelo para poder controlar lo rebelde. El viento me despeinaba siempre. Y me quedó bien el peinado. Era un líquido como pegamento, de resisto transparente. Iba yo a una escuela secundaria, a un evento especial. Bien planchado y todo, cual debe ser. Antes del inicio del evento pasé por un árbol, donde no me di cuenta que rondaban avispas, negras pequeñas. Y el olor de la gomina que me puse, las atrajo rápidamente, y me siguieron molestándome y yo desesperado agitando mis manos cerca del cabello para espantarlas, hasta eu aocrrí más fuerte que su vuelo. Y me espanté.
10. Cada vez que voy al zoológico me siento entre mis iguales. Y en la escuela me dicen que soy racional y distinto. En un parque zoológico de Villahermosa, al final del recorrido, luego de pasar entre varios, hay un espejo, con un letrero que dice. "Usted no pertenece a este espacio". Me detengo, me miro y río.
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