Día mundial de la Filosofía: entre dudas y certezas

1. Sucede que nos ponemos en una posición en ideas en las que consideramos que el otro está equivocado, y ni por asomo consideramos que el equivocado es uno. ¿Es normal eso? Pues sí. Lo ideal es que la posición nuestra sea que a pesar de las ideas que tenemos, seamos receptivos a escuchar a los otros con sus ideas, aunque no coincidamos. ¿Y si los equivocados somos nosotros? Cuando menos abrir esa posibilidad. Fue con ese fin que entré a la maestría en Filosofía hace ya un año y medio. No cuento pormenores de los debates en clase. Cinco alumnos, gallitos jugados en certezas propias, que chocaban con las certezas de los otros. Y al final de clase nos abrazamos y salimos platicando. Si la escalera es real o no, de todas maneras la bajamos con cuidado.

2. En las clases, de entrada asumo que el equivocado soy yo, para, con los temas que voy leyendo y aprendiendo, además de las explicaciones de mis maestros, voy afinando mis ideas que tengo sobre el mundo. O cambiando de opinión. Sobre el mundo conocido (tan poco que conozco), aunque algo pueda inferir de lo que no conozco. Así como del vasto mundo desconocido, que esa sí es una magnitud descomunal, digo, por no encontrar otro mayor calificativo de extensión. ¿Y qué dio origen a todo ello?

3. Me gusta escuchar, más que hablar. ¿Si hablo reduzco mis posibilidades de aprender? No, claro, también aprendo ejercitando mi lógica en el orden de las ideas. Lo cierto es que cuando escucho me voy dando cuenta de muchas cosas más. Es más, sé que hablo atropellado. Entonces escuchar me ha permitido saber que son grandes quienes se perciben pequeños, porque son generosos. Y asimismo me ha permitido que son pequeños muchos (no todos) de los que se consideran grandes. Por eso dicen que Sócrates decía a sus nuevos alumnos: "habla, joven, para que yo te conozca". Y la sabiduría popular dice "el pez por la boca muere". Las personas por lo que dicen.

4. Callar, hablar, callar, hablar. ¿Cómo saber lo oportuno de lo uno u otro? A veces callamos cuando debemos hablar, y lo contrario. Yo me miro al espejo, en autocritica. Y a mis años sé que muchas veces hice uno cuando debí hacer lo otro. A todos nos ha pasado. Solo que hay quienes se esmeran en hablar, sin considerar la importancia del silencio. Y otros callan como momias, cuando se requiere su palabra. A veces un gesto de la cara afirmativo o negativo, es lo correcto. A veces escucho por decenas de minutos a los monologuistas. Y no digo nada cuando esperan una opinión que sencillamente no voy a dar. Hay quienes hablan para pedir tortillas en la carnicería. 

5. Hay un planteamiento que dice. El que está callado puede parecer tonto. "Parecer". es decir nunca podrá afirmarse que lo es. Solo que si habla y lo confirma, entonces ya se puede asegurar de que lo es. Eso también hay qué considerar. A mí, en clase, a veces, nublado por el entusiasmo de que todos hablan, me da por opinar sin haber leído un ápice de la lección. O hablar de un libro sin haber leído, más que las solapas, o la cuarta de forros (atrás). Me doy cuenta al instante. Y ya en casa recuerdo el bochorno, y me pongo a escribir cien veces en el cuaderno: "No debo opinar cuando nadie me pide opinión o sin haber leído el capítulo del tema del que se habla".

6. Suceden discusiones en todas partes, por lo común, sobre dos temas. Creer que Dios existe o creer que no. He estado presente en diversas ocasiones sobre este tema. Y cada quien defendiendo una postura indefendible. Las certezas de un lado se enfrentan a las certezas del otro lado. Como la serpiente que puede morderse la cola, coinciden en la terquedad, y pequeñez de sus argumentos. Y más, sin haber leído a los filósofos de uno u otro lado. Para qué, si son mucho mejor ellos que la infinidad de filósofos en la historia. Lo mismo pasa con dos posiciones en la Filosofía que se identifican con materialismo e idealismo. Como si estas dos posiciones no fueran parte del diálogo filosófico de la humanidad.

7. No pude estar ayer en las Jornadas de Filosofía en Tabasco. Solo en la primer conferencia compartida por el Dr. Ernesto Ortíz, llamada "La teleología del Ser; el sentido" (de la vida). Que inició con muy poco público, y ya luego de la mitad estuvo bien acompañada por varios maestros y estudiantes universitarios. La palabra "Teleología" no mete ruido, por su poco uso, cuando sabemos que refiere no a la causa, sino al fin o sentido de lo que existe. ¿Cual es el fin de la existencia humana? Y en todo caso: ¿Cuál es el fin del individuo concreto? Juan, María, Ernesto, Antonio, Claudia, Rosy?

8. Eso nos permite reflexionar sobre el sentido personal, es decir, sobre el sentido de nuestra vida. Al respecto hay un libro de Víctor Frankl, que se recomienda: "El hombre en busca del sentido". Y en él, el autor cuenta, como sobreviviente del holocausto nazi, que aún en las peores condiciones, la vida vale la alegría vivirla, buscarle sentido, tener esperanza, saber que la adversidad pasa o pasamos nosotros. Que el mal sueño no es eterno. El maestro Ortiz hizo un buen recorrido sobre diversos autores que hablan sobre el sentido de la vida. E ilustró con dos relatos breves. Uno sobre que no se puede saber cuando una circunstancia nos es buena o mala o quién sabe.Ejemplo: el que recibe una bala se salva de ir a la guerra. Y otra sobre un indigente que no sabe lo que vale. "Te doy cinco mil dólares a cambio de tus piernas", etc. ¿De qué me servirían los cinco mil dólares si no tendría mis piernas?

9. Entre el público estuvo el académico Oscar Magaña Méndez y el maestro Rogelio Barriga Díaz, fundador de la Universidad Popular de la Chontalpa (UPCH) y de varias preparatorias populares en el estado. Y de parte del maestro Barriga su opinión centrada del materialismo por sobre el idealismo, en el campo filosófico. Yo comentaba con un joven (que por mi Alzheimer olvidé su nombre, pero sé que es de avanzada en sus actividades culturales,) que desde joven tuve inquietud por estudiar filosofía, y compraba libros de esos temas, que abandonaba pronto. Y que esta es la ventaja de las lecturas en la Maestría (más allá de obtener el título), porque las materias con sus temas están integradas en secuencia vertical y horizontal. Pero estábamos en la discusión sobre qué debe predominar entre las dos corrientes, sea Platón, de las ideas, o Aristóteles, sobre el aquí y ahora, pasando por seguidores de uno u otro en sus dos maneras de concebir el cosmos. 

10. Y lo importante no es quién tiene la razón, decía yo en los primeros párrafos. Sino que nos empeñemos en descubrir a otros autores y los razonamientos que realizan. Bien lo dice en clase el maestro Roberto Valencia: "no para convencerte de lo contrario a lo que piensas, sino para que tengas mejores argumentos para defender tu posición en las ideas en las que tienes certeza de que son la pura y mera verdad. Leer para tener mejores argumentos para defender nuestra posición. Los equivocados somos ambos. Los ciertos somos ambos. Voltaire: "Puedo no estar de acuerdo en lo que dices, pero defenderé hasta con mi vida tus derecho a decirlo". Y tras que hoy, 21 de noviembre, es el día Internacional de la Filosofía. (Día movible. Cada tercer jueves de noviembre)

11. PD. Acompáñenos. El programa para hoy:" Filosofía de la muerte en Mesoamérica", por Ángel González Moreno. "La ética y las posverdad, en algunos casos del mundo del espectáculo", por el Dr. Juan Carlos De Léon Pérez. "El control convencional y Constitucional como garantía de los derechos Humanos en México, por la Dra. Biella Castellanos Yangulova. Y cierra la jornada con el conversatorio "La idea de la Filosofía Aplicada", coordinada la mesa por el Dr. Leonel García León, donde participamos Mario Nahim, José Manuel y un servidor.

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