Silvia


Silvia
1. Irnos, Silvia, es nuestro destino. Experiencia de vida que llega a un fin tan necesario. Sobretodo cuando ya no hay fuerzas para seguir. Y el cuerpo se ha despedido desde hace ya varios años.
2. Nadie llora por la que fuiste en tu último suspiro. Tampoco, claro, lo contrario. Sino que se llora por la muchacha aquella que fuiste en el esplendor de la vida. Cuando una sonrisa y guiño bastaban para caer redondos a tus pies, tus admiradores. Que han sido tantos, de varias generaciones. A tu belleza, sin duda, van juntas tus actuaciones. Sea dicho con justicia.
3. Se compadece a los viejos, porque al hacerlos nos compadecemos de nosotros mismos. Ese es el fin de la misericordia que nos asalta siempre, o de otra manera la tenemos en reserva. Porque nos vemos en el futuro, si es que llegamos.
4. Y para qué llegar así, Silvia, hechos tirones de carne magra. Ya considerada insepulta. Lo digo, claro, en general y con respeto. Porque también lo digo por mí. Prendida la carne por los alfileres del aire, apenas, que se cuela, como por rendijas. Nada somos nada. Pero qué bien los goznes aceitados que abren las puertas de la abundancia con facilidad. Qué belleza, Silvia, qué armonía de lineas y peso. Instante que se va, sin detenerse. Y raudo su ida.
5. Rito el tiempo. El fin nuestro que llega. Pero nos alegramos por tu existencia. Pródiga en los bienes. Pródiga en ese despertar tuyo que alumbró sueños de eternidades. Sueños de camas límpidas como paraíso. Camas con pétalos de flores rojas y amarillas. Vino tinto en el buró. Atardeceres lúbricos y noches de verdadero cielo. Viento suave o huracanado. Sueños y anhelos de miles, aunque sea en la realidad verdadera de las películas
6. Tu rostro perdurará en tus años de plenitud. Se mirará tu cuerpo exacto como prueba de que existe belleza en lo que hace el creador. Prueba que los ángeles existen y han poblado la tierra. Almanaque con cromo tuyo por cada mes. Para verlo en lo diario. Como parte de un altar a tu risa encajada en el costado y la memoria.
7. Me dicen que Silvia ha muerto. Pero eso no puede ser cierto. No en las inmortales. Hay un cielo que es la realidad de todas ellas. Las divas que fueron más que cuerpos. Que fueron más que risas. Que fueron más que palabras. Porque fueron sueños encarnados para alumbrar en este valle de oscuridades.
8. Silvia estrella. Silvia sol. Risa como agua fresca. Como agua tibia. Silvia animal plena. Silvia inteligencia en ser otras. Fuego de existencia. Ánima que anima. Musa de un solo rostro y mil maneras de ser. Alma que da sombra. Bálsamo para las miradas. Silvia, emperatriz del escenario. Soberana de la actuación.
9. Quedarnos sin Silvia física, es quedarnos con la Silvia inmortal. La que valoramos en las pantallas. La estrella lejana que iluminaba a todos los confines. Silvia, haz de luz que viajaba en ojos, nervio ópticos, recreaba la líbido, y ocupaba temas en las pláticas, páginas de los diarios, programas de televisión. Y encontrábamos su rostro en las nubes. Y quedó tatuada en nuestros corazones.
10. Despierto, y me dicen que Silvia ha muerto. Pero la Silvia, la de nuestros sueños de siempre, la de nuestros anhelos de cinéfilos o simples admiradores, siempre estará en nosotros, alegrando nuestra memoria. Por los siglos de los siglos.


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