Estornino

Cuando se camina, es de nobles saber, porque nobleza obliga, que vendrán fatigas y tropezones con las piedras. Y más cuando el camino es cerrada por maleza y se viene desde lejos. A veces descansar, nunca desfallecer, es bueno.  Y reír, mucho, hasta que duela la barriga, porque luego prepararse porque aparece un muro, en ocasiones, no lo dudes, que es bueno derribar, a veces, o darle la vuelta, por el ojo de agua, ya se sabe, vida, significa. Y aprovechando al paso de ese muro, pintar murales (de ensoñaciones ancestrales y de futuro, como un niño en la pobreza, o algo así, donde pueda apreciarse la belleza del vivir) o graffitis, para que  haya constancia de nuestro paso por el Valle. Y utilizar la piedra para el descanso y seguir. Lo sé, que el camino es sinuoso. Que las reformas nacen día a día. Que el amor se viste de señora.  Lo sé que nunca se repiten los minutos. y decir que nadie se baña en el mismo río. Y da frío solo pensar en eso, sobre todo en el invierno. Filosofar nos viene bien, porque es soñar e intentar desentrañar el origen y la salida del laberinto, que es un plano de ajedrez, donde las piezas vibran en sí con la responsabilidad de la existencia, y apenas las mueven y sienten el poder que les da ser y la mano que las mueve hacia un rincón o al frente en estrategia. Mi estrategia es la mirada, la noche oscura. Los faros de luz. La estrella que nos guía. El libro encendedor. El libro lámpara votiva. Y más que estas manos reconocen el camino de la felicidad que está, no sólo en las palabras, aunque a veces sí, sino en el vislumbre de una tarde con Orfeón llenando de sonidos armónicos. Que son las voces con distintas palabras como en babel, para decir amor, ese misterio que viene con la flor. Canta un estornino. ¿Lo oyes?

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