La tarea

"No lo vuelvo hacer", cinco mil veces escriba. Y estuvimos machacando, mashaquita, con el lápiz amarillo hasta sacar ampolla de los dedos por la gracia de reír sin control durante la vida. Y en los sueños se repite la historia de la maestra con la mirada tierna acariciando la cabellera hirsuta de los niños y afirmando generosa y alentadora, con esa sinuosidad en su pensamiento juvenil: y habrán, jovencitos, de ver, que la risa es buena, pero suelten a sus sueños para que sean hombres y mujeres de bien. Y nos lo decía repartiendo caramelos y besitos chocolates en el Día de Reyes. Donde quiera que estés, ya sabanas que el recuerdo me alimenta en las noches solitarias en las que el insomnio y la memoria sostienen el vuelo del colibrí. Es un decir, hacer tarea, de palabras hilvanadas es un gusto, a sus órdenes, maestra.

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