Estilógrafa para garigoleos
La estilógrafa para garigoleos. La hoja blanca. Unos libros que rescaté cuando el incendio personal. La ventana abierta sigue. Cierro. El aire. Salgo.
Era tarde, estábamos en el malecón. Miro el río ya listo para el rebose del agua. Ya casi, o en varias partes, agua desbordada. Nos tomamos de la mano y lo que suceda que venga, nos dijimos al oído. Es el destino. Pateo una lata. Golpeo un sauce. Indiferentes cruzan y entrecruzan con un hola, con el qué tal..
Era tarde yo desnudo por la calle. Y esa flecha dispuesta a la búsqueda del estruendo en infinito, contenida. Y grabado tu nombre -sí, tu nombre- así sin más ni menos, todo es posible. Camino al borde de la calle. Un pórtico. Unos amigos con cámara para el selfie. "De la cintura para arriba", propongo. Hay unas entradas históricas. Solo, una digo, prefiero. Se alcanzaban a ver los distintos rostros. Queda la foto con música de un tú y yo.
Era tarde y yo desnudo por la calle. Es un decir. La gente, con sus prisas. Indiferentes. La verdad de la desnudez no peca y te extraño inteligencia encarnada. Ah, me siento en cuclillas, por las miradas, Y esa pulsión fuerte de hombre contenida en el azar del tiempo. Una mujer se acerca, en "a usted yo lo conozco". "Soy yo, le digo, tuve un incidente". "Lo sé porque lo conozco desde el inicio del infinito", me responde, sonriente, propositiva. Me encantan sus palabras. Firme usted algo así como un autógrafo" y ofreció su mano para mi pluma. Escribí silencio con su nombre. Y me acordé de la gitana.
Ahora veo pasadizos secretos como invitación. Uno y otro, a la orilla del malecón, la fachada de casas.
En un vecindario, La desnudez se cubre con tanta ropa. Y escojo una camisa decente verde oliva, un pantalón decente. Con colores combinados por la imagen. Me amarro las agujetas de los zapatos. Y salgo regio hacia mi trabajo.
Era tarde, estábamos en el malecón. Miro el río ya listo para el rebose del agua. Ya casi, o en varias partes, agua desbordada. Nos tomamos de la mano y lo que suceda que venga, nos dijimos al oído. Es el destino. Pateo una lata. Golpeo un sauce. Indiferentes cruzan y entrecruzan con un hola, con el qué tal..
Era tarde yo desnudo por la calle. Y esa flecha dispuesta a la búsqueda del estruendo en infinito, contenida. Y grabado tu nombre -sí, tu nombre- así sin más ni menos, todo es posible. Camino al borde de la calle. Un pórtico. Unos amigos con cámara para el selfie. "De la cintura para arriba", propongo. Hay unas entradas históricas. Solo, una digo, prefiero. Se alcanzaban a ver los distintos rostros. Queda la foto con música de un tú y yo.
Era tarde y yo desnudo por la calle. Es un decir. La gente, con sus prisas. Indiferentes. La verdad de la desnudez no peca y te extraño inteligencia encarnada. Ah, me siento en cuclillas, por las miradas, Y esa pulsión fuerte de hombre contenida en el azar del tiempo. Una mujer se acerca, en "a usted yo lo conozco". "Soy yo, le digo, tuve un incidente". "Lo sé porque lo conozco desde el inicio del infinito", me responde, sonriente, propositiva. Me encantan sus palabras. Firme usted algo así como un autógrafo" y ofreció su mano para mi pluma. Escribí silencio con su nombre. Y me acordé de la gitana.
Ahora veo pasadizos secretos como invitación. Uno y otro, a la orilla del malecón, la fachada de casas.
En un vecindario, La desnudez se cubre con tanta ropa. Y escojo una camisa decente verde oliva, un pantalón decente. Con colores combinados por la imagen. Me amarro las agujetas de los zapatos. Y salgo regio hacia mi trabajo.
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