Nunca hablo solo

Nunca hablo solo. Lo sé. Escribo a veces un dato o tiro  migajas de pan  por el camino, para volver si es necesario al punto del origen. Y el origen es el vientre, el ombligo, la espalda, el hombro, el lunar. Nunca hablo solo. A veces es con la almohada, con el hada, con la fotografía. A veces con la nube, con la luna. Y menos frecuente con el sol porque me ciega. El espejo me hace decir estupideces como olvido, nostalgia, saudade, esperanza. Y lo rompo para que no digan que estoy loco. Nunca hablo solo. A veces es con el ladrillo, con el árbol, con el teléfono sin pila, con el libro en celofán, con el fondo del café en la taza. Con la espina y con la rosa. Y sucede que me hace caso la espina. Entonces la abrazo. Y río. Y se encaja en mi corazón. Escucho una canción a lo lejos. A veces hablo con tu silencio. Y entonces sí, me preocupo. Nunca hablo solo.

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