"Chocolate": Cincuenta años es nada

"Señores y Señoras, chiquitines y chiquitinas y público en general, con ustedes: "¡Chocolaaaaate!". 

 

Suena la música y entra el morenazo, el galán de galanes, el simpático y elegante, el apreciado por todos aquí y allá, el siempre esperado y al que no quieren dejar ir cuando termina función, y se toman fotos sin fin. Mide cerca de dos metros. Es de labio grande para los besos intensos, y nariz chata, como de boxeador. Es su cumpleaños 50 y lo celebra con nosotros, por esta vez con publico lector. 

 

"Traigo títeres para ti, traigo cuentos y diversión, Chiquiticos, traigo cuentos de todo el mundo, que he aprendido en mi andar vagabundo. Así que pónganse, niños, muy atentos, que de "Chocolate", les contaré un cuento":

 

"Nací hace 50 años. Y aún no tengo la fórmula de la eterna juventud. Sigo siendo el mismo con más experiencia. Nací de la imaginación y manos creativas de Héctor y Erandeny Fernández. Y precisamente un Día del niño, de ya hace medio siglo, en la cochera de la casa, ante niños y niñas del barrio y uno que otro adulto curioso que se asomó y quedó, hice mi primera función. Y desde allí no he parado, gracias a Dios.

 

Esencial fueron las giras a todo el país gracias al programa ISSSTE-Cultura, mediante el cual se llevaban diversas actividades artísticas por todos los caminos de México. Anduve con Don Héctor viajando entre praderas y montañas, planicies, ríos y pantanos. Anduve en varias partes del país. Hizo él residencias de trabajo en Culiacán y en Morelia. Representamos a Michoacán en un festival nacional de teatro. Y de allí le invitan a formar parte del programa  ISSSTE Cultura, que tenía a grandes figuras como Eugenia León y Guadalpupe Pineda.  Y otros como nosotros: ilustres desconocidos. También estuvimos en las Islas Marías a donde fui parte de un taller para reclusos. Fue emocionante ver que mi actuación movió corazones como si esos adultos -en circunstancias extremas- volvieran a ser niños y lo fueron en una semana del taller de histrionismo de títeres.

 

Y entre tantos lugares, tuve ya la dicha de estar en Egipto, -síii, en Egipto- en un festival mundial de títeres. Uno no sabe ni por qué, ni cómo. Pero todo es producto del trabajo: se cosecha lo que se siembra. Resulta que contactan a Don Héctor un 28 de diciembre -creí que era broma por ser Día de los inocentes- , y posteriormente en enero le hacen la invitación formal, con papel membreteado del gobierno de ese país, y luego la dificultad fue cómo financiar el viaje para el equipo. Tramites por aquí y allá, cooperaciones de amigos y préstamo personal, para la compra de boletos de avión ida y vuelta (porque no pensábamos quedarnos allá). Y finalmente el maravilloso viaje se hizo.

 

Y en una ciudad a orilla del majestuoso río Nilo se realizó dicho festival. Yo tuve dudas sobre la barrera del idioma, porque la obra sobre leyendas mayas era en español, y con un auditorio a reventar de asistencia, la mayoría niños y niños de esa ciudad, el idioma diferente no fue dificultad. Logró trasmitirse la emoción en su totalidad. Tan así que los aplausos no dejaban de parar. Y eso fue en cada escena al final. Se me enchinaba mi negra piel por tanto cariño demostrado con los aplausos. Los niños no saben fingir. Si les gusta o no, lo hacen saber.

 

“¿Qué como llegué a Tabasco? El destino es así, nos lleva como hojas al viento. Con el programa de ISSSTE-Cultura, del que ya mencioné, estuvo Don Héctor en Cárdenas, Villahermosa y Tenosique. Y un buen día se encontró con una maestra amiga, que trabajaba en CEIBA y le comentó si había posibilidad de trabajar allí. Y quedaron en nada, solo que una vez ella tuvo que ausentarse y se encontraron de nuevo, y allí le dijo que si la podía cubrir. Y desde entonces andamos Héctor y yo (Chocolate) acá en estas tierras tabasqueñas”.

 

“Y también he sido estrella de televisión, en lo que era CORAT. Le ofrecieron a Don Héctor que fuera a canal 9, la tele comercial. Pero teniendo la herencia de su padre, que fue el iniciador de títeres en el área educativa de la SEP, no iba a traicionar el legado anunciando comida chatarra, y fue la televisión oficial, la de gobierno, a la que acudió, presentó un proyecto, y luego de muchas vueltas, de venga mañana, de aún no está aprobado el proyecto, finalmente le dieron el sí, y tuvimos un programa semanal por dos años y medio. "¿Usted cobra?", le dijeron sorprendidos cuando habló de ese tema. Y aunque fue simbólico, sí le pagaron.

 

En mi nacimiento Don Héctor y Erandeny me tenían ya como cabeza abandonada en su librero. Y un buen día entre ellos acordaron terminar la obra empezada del títere con características de negro. ¿Y qué nombre le ponemos? “Chocolate”, como un homenanje permanente a la raíz negra de nuestro país. Cierto que tuve un homónimo en París, de un payaso negro, pero es solo coincidencia. Don Héctor se inspiró en un libro de investigación de títeres de Angelina Beloff, esposa de Diego Rivera.

 

Chiquitines y chiquitinas, cincuenta años se dice fácil, pero ha sido una larga travesía. Satisfactoria, eso sí. A veces detienen a Don Héctor por la calle, para decirle que ellos crecieron conmigo viéndome en televisión.  Y me da vida y salud saber todo eso. Desde los inicios cuando salía el programa en televisión, que nosotros no teníamos, íbamos a casa de vecinos para ver el programa. Era un programa original cada uno, con su canción, su cuento y demás que lo conforman. Nunca repetimos contenidos del guion. Y ahora que Don Héctor ha ido a pedir le faciliten dichos programas para verlos y recordar, que recordar es vivir, le han respondido que no las hay. Dichos casetes los utilizaron para regrabar. Qué barbaridad.

 

Posdata. Don Héctor Fernández Martínez me invitó a platicar con el títere de su creación (junto con su hermana Erandeny), “Chocolate”, con motivo de su cincuenta aniversario. Se lo agradezco. Es la primera vez que platico con un títere y es una bella experiencia. Le digo a Don Héctor que en esa charla está el espíritu, alma y vibraciones de su padre del maestro Juvenal, de su madre y de todos aquellos que lo han formado. La plática la hicimos el día 29 de abril pasado en la cafetería de la majestuosa biblioteca Pino Suárez. Un niño en otra mesa practicaba notas musicales de guitarra. Le acompañaba su madre. A un joven de nombre Issac le pedimos que tomara fotos. Gracias. Y Don Héctor me platicó de su vida. Y Chocolate me platicó de la de él. Gracias.

 

14. Y yo me imaginaba una película de la vida de Don Héctor, titiritero trashumante, pata de carretera y caminos, acompañado siempre con “Chocolate” como escudero y señor, mientras este escuchaba haciéndose el dormido descansando en la maleta. Luego el turno fue del cumpleañero del medio siglo ya, para bien de los niños, niñas, jóvenes de México.

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