¿Qué hacer'

1.  Cada  personal de escuela tiene sus casos de preocupación en conductas de estudiantes. Tanto así que hay protocolos a seguir para que el personal docente y administrativo no salga perjudicado jurídicamente. Mucho ojo. Brevemente expongo algunos casos. Un muchacho ahogado dentro de las instalaciones de una escuela secundaria pesquera hace años (hace unos cinco años). Alumnos que llevan vino o cerveza en su termo. Que llevan cortaúñas con navaja o directamente navajas. Hace años un niño de tercero de primaria agredía a sus compañeros y maestra sea pateando, mordiendo o persiguiéndolos con punta de lápiz o con la navaja del sacapuntas.  Alumnos que se pelean y se graban y suben el video en internet. Que por sobre su ropa se tocan sus genitales frente a los demás, etc. 

2. Cada grupo escolar tiene sus entre tres y cinco alumnos inquietos, aunque para intención de este texto me doy la licencia de llamarles rebeldes. Lo que hace cualquiera docente es darle consejos de manera general, sin saber las circunstancias de su vida. Ya fastidiado el docente de no "poder" con él lo manda con el director. Y si hay sicóloga, con ella. Dos o tres reportes, y el extremo es la expulsión. Y listo. Pero no es así. Donde pudimos retenerlo, lo expulsamos del paraíso escolar. Y luego es probable que nos lo encontremos allá afuera, solo que en otras circunstancias.

3. Cuando llegué por cambio a la telesecundaria Revolución de El Guácimo (1998), el maestro saliente me entregó la lista y me dijo: "para ayudarte te marqué con puntos rojos a los alumnos con los que no se puede trabajar; que Dios te bendiga". No me dio risa, le dije "gracias", pero nunca vi el nombre de esos alumnos. No le hice caso a esos puntos rojos. Y al contrario esos alumnos me ayudaron mucho en el trabajo escolar. Para eso hice gala de mi afición por la música, el teatro, la lectura y el basquetbol.

4. Hay grupos saturados con 40 y más alumnos. Estos chicos rebeldes son algo así como el reto en el trabajo de aula. Y diferenciemos a los grupos por jornada (preescolar, primaria y telesecundaria) a los grupos por hora. En estos, nuestros maestros atienden a cerca de 300 alumnos por día. Van de un grupo a otro a dar clases, pero hay ruido e interferencias. Si no hay ruido, nuestros alumnos pueden estar aburridos pensando en otras cosas muy distintas a la clase. 

5. No hay recetas cómo trabajar con ellos. Hay experiencias, sí. Y eso es lo que uno puede comentar sea en una charla con grupos de maestros o estudiantes de Normal. Lo más sencillo es levantarles reporte. Y las charlas  (o este texto) no es para decirles cómo le van hacer con estos alumnos, sino cómo le hice yo, y que si esta experiencia puede servirle.

6. Yo trabajé de tarde en las Gaviotas sector Armenia. Eso fue allá por 1989-1990. Era un grupito de telesecundaria. Nunca tuve problemas con algún alumno o alumna. Me dejaban trabajar dentro del salón de manera tan tranquila. Y yo sabía que la mayoría de ellos pasaba por situaciones familiares difíciles. Un fin de semana murió un alumno de apellido Cervantes, a causa de los golpes. Nadie sabe, nadie supo. 

7. A Fernando, otro alumno tenía que sacarlo en mi auto porque lo esperaban afuera para golpearlo. Había otros dos alumnos, hermanos, que no pensaban seguir estudiando, y reprobaban dos o tres materias. Lo más fácil era reprobarlos. Un junio de cuando ya estaban en tercero, hablé como dos horas con ellos. Les puse 6 de calificación luego de tres intentos de examen para que lo pasaran y sacaban cero. A uno de ellos me lo encontré cinco años después en el centro de Villahermosa, me presentó orgulloso con sus amigos y les dijo que gracias a mí él siguió estudiando.

8. No hay fórmulas para trabajar con ellos. Mi conclusión al respecto es que no los liderean en su familia, y si no los lidereamos nosotros en la escuela, entonces los liderarán en el barrio y los llevarán por los caminos de la ilegalidad. Estoy cierto que en estos últimos años se ha complicado el trabajo dentro del grupo. Hay muchas distracciones, malos hábitos y adicciones, incluyendo en ellas, las de las redes sociales. Sin embargo la escuela sigue siendo un lugar de resistencia contra los antivalores promovidos por el mismo internet, los medios de comunicación y gran parte de la sociedad en su conjunto, sobretodo esa parte que promueve la trampa y malicia para salir adelante.

9. Si de casualidad un alumno o alumna a quienes di clase en telesecundaria o primaria en mis inicios, lee este texto quizá diga: "ve este maestro solo se acuerda de los alumnos rebeldes y no de nosotros que le echábamos ganas para aprender más y mejor y seguir estudiando". Uff, y es cierto. Una alumna un día me lo dijo: "usted le poen más atención a los que mal se portan". No recuerdo qué le respondí a ella, aunque claro que lo tomé como un buen llamado de atención mi trabajo en el aula (me resisto a escribir áulico). Tuve grandes alumnos y alumnos, muy brillantes, a quienes saludo por estas redes o cuando me los y las encuentro. 

10. Trabajé en Gaviotas sector Armenia, como lo digo; en EL Martín, Macuspana; en el ejido Chicozapote, El Guácimo y Sandial, del municipio de Nacajuca. Y en todos ellos tuve alumnos y alumnas muy brillantes. Recuerdo a todos ellos y ellas igual. Alumnas y alumnos de 10. Lectores y lectoras. Impecables en su trabajo. Cuando no los conocía, o sea en los primeros días con el grupo, dudaba de sus trabajos de redacción o de investigación, esto debido a palabras que me imaginaba no conocían. Y les preguntaba y sabían muy bien su significado. O libros de literatura que leían en dos o tres días, para mi sorpresa. "¿A ver de qué trata?" Y me decían de qué. A todos ellos y ellas mi saludo afectuoso, sean profesionistas o no. Pero de todos esos lugares tengo contactos aquí en la red social y nos saludamos. Y en el Día del maestro me echan su flor.
11. Pero estoy convencido que el trabajo escolar necesario -si bien está con todo el grupo, hay alumnos y alumnas que por sí solos ponen atención, hacen sus tareas, se preparan para exponer, llevan el material requerido, etc-, es con quienes se les dificulta poner atención, no llevan la tarea, en su casa tiene problemas de violencia o de abandono, o viven con sus abuelos o tíos. En sus miradas de angustia se mira la desolación que llevan por dentro. Y estoy de acuerdo que los maestros no van a resolver sus problemas de ellos, pero ellos tienen la esperanza que en la escuela los los sostengan, los escuchen, los llamen por su nombre, pero no para expulsarles, sino para hacerles saber que la vida en general es cruel, y hay quienes los aconsejan o regañan porque quieren su bien. 

12. Cuando los alumnos inquietos se dan cuenta de ello, de diferenciar entre sus maestros quiénes quieren su bien y quiénes quieren expulsarlos, valoran el trabajo de los buenos maestros. Coincido con los y las maestras: estamos viviendo tiempos difíciles en la educación. Y hay alumnos y alumnos para quienes el ambiente escolar es su única tabla de salvación. Y de allí no hay más. 

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